Periespíritu

    Periespíritu [del griego peri: alrededor, y del latín spiritus: espíritu]. Envoltura semimaterial del Espíritu. El Espíritu la extrae del mundo en que se encuentra y la cambia al pasar de un globo al otro; es más o menos sutil o grosera, según  la naturaleza de cada mundo. El periespíritu puede tomar todas las formas, a voluntad del Espíritu; comúnmente adopta la imagen que tenía en su última existencia corporal. Aunque de naturaleza etérea, la sustancia del periespíritu es capaz de recibir ciertas modificaciones que la vuelven perceptible a nuestra vista; es esto lo que sucede en las apariciones. Incluso puede –por su unión con el fluido de ciertas personas– hacerse temporalmente tangible, es decir, ofrecer al tacto la resistencia de un cuerpo sólido, como se observa en las apariciones estereotitas o palpables. (Véase Aparición [Apparition].) La naturaleza íntima del periespíritu todavía no es conocida; pero se podría suponer que la materia del cuerpo está compuesta de una parte sólida y grosera y de otra sutil y etérea; que sólo la primera sufre la descomposición producida por la muerte, mientras que la segunda persiste y sigue al Espíritu. De esta manera, el Espíritu tendría doble envoltura; la muerte lo despojaría solamente de la más grosera; la segunda –que es el periespíritu– sería el molde y la forma de la primera, como si fuese una especie de sombra. Pero su naturaleza esencialmente vaporosa permitiría al Espíritu modificar esta forma a voluntad, volviéndola visible o invisible, palpable o impalpable. El periespíritu representa para el Espíritu lo que el perispermo representa para el germen del fruto. La almendra, despojada de su envoltura leñosa, contiene el germen bajo la delicada envoltura del perispermo.

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