Preguntas Frecuentes (Faq)

Preguntas frecuentes (faq) de algunas cuestiones relacionadas con el Espiritismo. Pulse en cada pregunta para desplegar la respuesta.

Las respuestas a estas preguntas frecuentes no pretenden sentar cátedra alguna sobre ninguna de las cuestiones planteadas, lo que en la mayoría de los casos requeriría un desarrollo más amplio. Cursoespirita.com simplemente trata aquí de responder con sencillez a las cuestiones más habituales que nos son dirigidas, inspirándonos fundamentalmente en el codificador del Espiritismo, Allan Kardec.


¿Qué es el Espiritismo?

El Espiritismo está fundado en la existencia de los Espíritus, no siendo estos más que las almas de los hombres. Los hechos y principios en los que descansa se pierden en la oscuridad de los tiempos, encontrándose en las creencias de muchos pueblos y religiones, pero interpretados de acuerdo a las ideas supersticiosas de cada época. Lo sobrenatural y supersticioso desaparece ahora a  la luz de la ciencia, de la filosofía, y de la razón. Es bajo ese prisma científico, dentro de la ciencia de observación, que se han podido constatar numerosos hechos que venían a mostrar y demostrar ciertas verdades que hasta ese momento estaban constreñidas al ámbito de las creencias religiosas. El número de estos hechos, la universalidad de los mismos, y las observaciones experimentales llevadas a cabo por numerosos y destacados científicos (Sir William Crookes, Sir Alfred Russel Wallace, Charles Richet, Sir Olilver Lodge, Cesar Lombroso, etc.) han permitido mostrar una realidad más allá de las limitadas vibraciones que nuestros sentidos físicos alcanzan.

El Espiritismo es la ciencia que trata sobre la naturaleza, el origen y el destino de los espíritus y las relaciones que pueden establecer con el hombre. El Espiritismo es la filosofía que resulta de estas relaciones, y que ahonda en las profundas cuestiones de dónde venimos, quiénes somos, hacia dónde vamos.

Ver ¿Qué es el Espiritismo? de Allan Kardec


¿Es el Espiritismo una ciencia?

Cualquier hecho analizado con el método experimental de observación entra en el rango de ciencia de observación, un ejemplo de ciencia de observación es la Astronomía. Que las hipótesis o teorías que surjan del mismo alcancen el mundo académico es punto y aparte, siendo esto segundo más subjetivo y dependiente de la popularidad y/o prejuicios que puedan provocar ciertos descubrimientos, estén o no demostrados. La historia de la ciencia nos ofrece muchos ejemplos de teorías aún no demostradas que se han hecho tan populares que se toman como verdades, y justo lo contrario, descubrimientos que han necesitado más de 100 años para popularizarse en el mundo académico y científico.

El Espiritismo como método de elaboración  utiliza exactamente el mismo que las ciencias positivas, aplica el método experimental. Se presentan hechos de un orden nuevo que no pueden explicarse mediante leyes físicas conocidas: el Espiritismo los observa, compara y analiza, y del efecto se remonta a la causa y de esta a la ley que los gobierna. Está pues elaborado de forma científica. Siendo además que los hechos que estudia no están restringidos al Espiritismo y tocan diversas ramas del conocimiento humano, más allá del mero fenómeno mediúmnico (la comunicación con los espíritus), algunos ejemplos pueden ser las experiencias cercanas a la muerte o el recuerdo de otras existencias, fenómenos estudiados oficialmente por Universidades en Virginia (Estados Unidos) o Jaipur (India), y  por investigadores dentro del campo de la medicina como pueden ser el Dr. Ian Stevenson, el Dr. Pim van Lommel o el Dr. Hatmendra Banerjee, que tienen casos tan numerosos y tan evidentes que son pruebas en sí mismos.


¿Ha estudiado la ciencia oficialmente los fenómenos espíritas?

, especialmente en la segunda mitad del siglo XIX. Diversas comisiones científicas entre los que se contaban científicos de los más importantes estudiaron los fenómenos, muy a la orden del día, en ese momento de la historia. Uno de los casos más destacados es el de la Royal Society, la sociedad científica más antigua del Reino Unido. Entre sus miembros más conocidos están Albert Einstein, Isaac Newton o Charles Darwin. Sir William Crookes por ser el miembro de la Royal Society más destacado en aquel momento, recibió el encargo directo de ésta para investigar los fenómenos mediúmnicos.

Sir William Crookes aceptó estudiar estos fenómenos y llevó a cabo su investigación con el mismo espíritu de seriedad que todas sus otras investigaciones. Merece la pena señalar que fue descubridor de los rayos catódicos, del talio, del electroscopio, radiómetro, espectroscopio, etc. Investigó durante años a varios médiums de efectos físicos. Llevó a cabo numerosas pruebas, llegó a inventar aparatos que impedían cualquier posibilidad de cualquier fraude. Algunos de sus colegas pudieron presenciar los fenómenos y ratificarlos. Pero cuando presentó el dossier con el resultado a la Royal Society e hizo pública su corroboración de los hechos espíritas, la mayoría le tomó por loco. Así por ejemplo invitó al Secretario de la Royal Society a presenciar los fenómenos por sus propios ojos, ante lo que éste se negó, colocándose en la misma situación que aquellos cardenales que se negaban a contemplar los satélites de Júpiter a través del telescopio de Galileo. La ciencia moderna ante un nuevo problema no titubeó en mostrarse tan reaccionaria como la teología medieval. Pero Crookes siguió defendiendo el resultado de sus investigaciones y publicó varios libros con el detalle de sus investigaciones. Con el valor de todos los que nadan a contracorriente y siendo en cierta medida relegado a pesar de su obra y genialidad. Así por ejemplo fue candidato en varias ocasiones al premio Nobel, tanto por física como por química, sin llegar nunca a ganarlo cuando le sobraban méritos para ello.

Los prejuicios muchas veces fruto del fanatismo religioso, del que no estaba ni está vacunado el medio académico, chocaban de frente con las creencias particulares de muchos científicos, otras veces por puro materialismo, llevaron a tildarle de loco, amante de una médium, o hasta miope, ¡precisamente a quien había ampliado el horizonte visual de la humanidad! gracias a inventos como el tubo de Crookes o el espectroscopio.

Estamos seguros que futuros descubrimientos en el campo científico y mediúmnico le darán el lugar que le corresponde entre los más grandes de todos los tiempos.


¿Desde cuándo existe el Espiritismo?

El Espiritismo como tal, (hasta entonces ni existía esa palabra), surge el 18 de abril de 1857 con la publicación de El Libro de los Espíritus por Allan Kardec. Este libro es fruto de la recopilación de las respuestas de los espíritus en más de mil núcleos espíritas, y a través de numerosos médiums, tarea que llevó a cabo Allan Kardec siguiendo las indicaciones que le habían dado los espíritus en varios grupos y a través de diferentes médiums, con un sistema que aseguraba la independencia de las respuestas y que tomaba sólo como buenas aquellas que eran concordantes y se obtenían de forma universal. Es lo que llamamos la universalidad y  concordancia de la enseñanza de los espíritus, ya que éstos no siendo otra cosa que las almas de los hombres, y que como ellos los hay buenos y malos, inteligentes e ignorantes, era necesario separar el grano de la paja y tomar como bueno solamente aquello que comunicasen de forma «universal», es decir en la mayoría de los lugares, y que siguiesen esa concordancia en las respuestas. El Libro de los Espíritus no es por tanto la obra de un hombre o un médium, sino una recopilación de la enseñanza de los espíritus que se torna en revelación desde el momento que han sido ellos mismos quienes la han provocado, en un momento determinado, y en diferentes lugares, indicando el sistema para llevarla a cabo.

Antes de esta fecha no podemos hablar de Espiritismo pero los fenómenos (mediúmnicos) que han permitido su elaboración han existido desde siempre.


¿Quién fue Allan Kardec?

Allan Kardec es el pseudónimo de Hippolyte León Denizard Rivail, pedagogo francés autor de numerosos libros adoptados por las instituciones educativas francesas y miembro de varias sociedades científicas e intelectuales, en algunos casos honorario y premiado como en la Real Academia de Arras. Fue discípulo y colaborador del famoso pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, creador del método intuitivo racionalista.

Allan Kardec estudió el fenómeno mediúmnico y sus leyes. Aplicó a la nueva ciencia el método experimental. Nunca formuló teorías preconcebidas y usó el mismo criterio positivista que aplicaba en otras ciencias. Observaba, comparaba, deducía las consecuencias y buscaba siempre la razón y la lógica de los hechos. Finalmente se encargaría de coordinar y compilar las comunicaciones obtenidas en diversos lugares del mundo. De la concordancia de las respuestas de los espíritus, y del estudio de los hechos espíritas, surgió el Espiritismo, gracias a su intermedio. El famoso astrónomo Camille Flammarión lo definió como el sentido común encarnado.

Para más información ver biografía completa de Allan Kardec


¿Cómo puedo empezar a conocer el Espiritismo?

El libro ¿Qué es el Espiritismo? es lo más recomendable para empezar o tras la lectura de estas preguntas frecuentes.

A partir de lo cual si hay interés en seguir profundizando se recomiendan estos libros que constituyen esencialmente la revelación espírita,  publicados por Allan Kardec, por orden cronológico:

El Libro de los Espíritus

El libro de los Médiums

El Evangelio según el Espiritismo

El Cielo y el Infierno

La Génesis

Pero un curso regular, que desgrane este conocimiento, de forma pedagógica, es un complemento ideal para adentrarse con la suficiente seriedad y profundidad en el Espiritismo. Y es precisamente lo que pretendemos en https://cursoespirita.com


¿Qué otros libros aparte de estos serían recomendables para profundizar más en este conocimiento?

Todos los considerados clásicos espíritas, con autores como León Denis, Camilo Flammarión, Gabriel Delanne, Rochas, Lombroso,  Bozzano, Conan Doyle, Geley, Richet, Russel Wallace, Amalia Domingo Soler, Torres-Solanot, etc.

Una buena guía puede ser Catálogo razonado para la creación de una biblioteca espírita que nos dejó Allan Kardec y en el que podemos encontrar libros de varias materias, incluidos aquellos contrarios.

La Revista Espírita editada por Allan Kardec (1858-1869)

Hay también muchos libros mediúmnicos que pueden ser más o menos recomendables. En esta web intentamos entre otras cosas enriquecer todo lo posible el número de obras espíritas que se pueden descargar gratuitamente desde este listado.


Todos morimos, ¿Viviremos después? ¿Estaremos mejor o peor? Ser o no ser, ¿Cuál es la alternativa?

¿Habrá algo más desesperante que la idea de la aniquilación absoluta? Los afectos, la inteligencia,  el saber, todo quedaría destrozado, ¡Perdido! Una secreta intuición nos dice que eso no es posible.

La religión ya no tiene poder contra la incredulidad, ella dice blanco y los hechos dicen negro, ¿o no?

Necesitamos hechos positivos no fe ciega, necesitamos datos positivos de la ciencia. O estamos abocados al materialismo. En estos tiempos y circunstancias el Espiritismo viene a poner dique a la invasión de la incredulidad no solo por el razonamiento, sino por los hechos materiales, que permiten ver y tocar el alma y la vida futura. El Espiritismo trae los hechos.

Hay tres alternativas, la nada, la integración en un todo perdiendo nuestra individualidad, o la individualidad del alma antes y después de la muerte. Ser o no ser: ¿no ser?, ¿estar sin ser? o ¿ser, estar y haber sido?

La lógica nos guía hacia la individualidad del alma y nos indica otra consecuencia: su destino, que depende de sus cualidades personales. Pues sería irracional admitir que el alma atrasada del salvaje, así como la del hombre perverso, estuvieran en el mismo nivel de la del científico y la del hombre de bien. Según la justicia, las almas deben ser responsables de sus actos, pero para que sean responsables es preciso que sean libres de elegir entre el bien y el mal. Sin ese libre albedrío habría fatalidad, y si hubiese fatalidad no podría haber responsabilidad.

Todas las religiones han admitido, la felicidad o desdicha futura, del alma después de la muerte. Las penas y los goces futuros, en los que se resume la doctrina del Cielo y el Infierno, que la encontramos en todas partes, de diferentes maneras y con diferentes deberes para llegar a uno u otro. Durante siglos esas fórmulas satisfacían a la razón, pero cuando ha llegado a nosotros la luz de una razón más amplia, enriquecida por la cultura y el acceso a la información, hemos sentido el gran vacío que esas fórmulas dejan, y como las religiones no llenándolo nos hacen cada vez menos o nada religiosos.

Queremos saber de dónde venimos y hacía donde vamos. Si se nos muestra un objetivo que no se corresponde con nuestras aspiraciones y con la idea que nos hemos formado de lo que sí podría ser Dios, así como los datos positivos que la ciencia nos proporciona, y si además para conseguir ese objetivo se nos imponen condiciones que la razón impugna, rechazaremos todo. Y sólo entonces el materialismo y el panteísmo, el no ser o el estar sin ser, nos parecen más racionales, porque con ellos al menos se razona y discute. Es un razonamiento falso, es verdad, pero preferimos razonar erróneamente a no razonar en absoluto.

Pero si se nos presenta un porvenir cuyas condiciones sean lógicas, digno en todo de la grandeza, la justicia y la bondad del Creador, abandonaremos el materialismo y el panteísmo cuyo vacío sentimos en nuestro interior, y que si en algún momento aceptamos fue a falta de una doctrina mejor. Creemos instintivamente en el porvenir, pero hasta ahora no contábamos con una base firme para definirlo. El Espiritismo nos la trae con la fuerza del razonamiento y la sanción de los hechos que se despliegan ante nuestra vista, y que por la fuerza de las cosas, poco a poco nos conducirá a la unidad de creencias. Y habremos resuelto el viejo dilema, ser o no ser, he ahí la cuestión. Sí viviremos después y nuestro estado será cada vez mejor, la era del saber nos conduce a la del ser, la de ser y saberse inmortal.


¿Por qué los espíritas no temen a la muerte?

El conocimiento espírita modifica por completo la manera de encarar el porvenir, ya no es una hipótesis sino una realidad. El velo se ha descorrido, el mundo espiritual se nos aparece en la plenitud de su realidad práctica. No es el consuelo de la esperanza sino el de la certeza. Los espíritas saben que la vida futura no es más que la continuación de la vida presente, aunque en mejores condiciones. Como no hay duda el miedo pierde su razón de ser y se ve venir como una liberación, pues se trata de la puerta de la vida y no de la nada.


¿Qué son los Espíritus?

«Los seres inteligentes de la creación»…responden. El ser humano tiene una doble naturaleza, por el cuerpo físico participa de la naturaleza animal y por el alma (espíritu encarnado) de la espiritual.

Todos los habitantes de este planeta somos espíritus encarnados, y llegada la hora de la desencarnación, es decir la muerte del cuerpo físico, volvemos temporalmente al plano espiritual, que no habíamos abandonado completamente durante la vida física, ya que en ciertos momentos como el sueño o el coma, nos liberamos parcialmente de la influencia de la materia y así podríamos decir que en cierta forma «morimos» cada noche. Durante el sueño nuestro cerebro físico generalmente no registra estos desdoblamientos, y los sueños son más bien estrambóticos y sin sentido, pero excepcionalmente algunas personas si tienen un recuerdo más vivo y preciso de ellos, y esto constituye en sí mismo un tipo de mediumnidad, siendo el porqué de toda esa suerte de sueños proféticos y premoniciones que se han dado en todas las épocas.

Esta doble naturaleza también queda reflejada por otro tipo de experiencias como pueden ser los desdoblamientos conscientes, durante la vigilia, más conocidos como viajes astrales, por las experiencias cercanas a la muerte, que evidencian que la conciencia va más allá de la vida, y que tanto la inteligencia como nuestra personalidad no están constreñidas en el cuerpo físico, y no son por tanto fruto de interconexiones neuronales o de la materia gris que contenga nuestro cerebro físico, que serían apenas su medio de expresión.


¿Los Espíritus son inmateriales?

Según los propios Espíritus inmaterial no es la palabra, ya que son algo, una materia quintaesenciada, indetectable aún por nuestros sentidos y tecnología, de momento. Incorporales sería más exacto.


¿Los Espíritus viven en un mundo aparte al nuestro?

Sí en el mundo espiritual, plano espiritual, mundo de los Espíritus, como se le quiera llamar. Pero no están en una región determinada, es decir se los puede encontrar en todas partes, así compartimos, Espíritus encarnados y desencarnados, el mismo Universo. El plano  espiritual por tanto no tiene un lugar determinado y abarca todo el Universo. Desprovistos de la materia, por el proceso de muerte o desencarnación entramos en ese plano de vida, que es la verdadera del Espíritu. Durante la vida física nuestra realidad está muy limitada, nuestros sentidos no perciben este plano que nos rodea y nos envuelve. Es así que muchos espíritus están continuamente a nuestro lado, nos observan e inspiran sin que lo sepamos.


¿Cuál es el objetivo de la encarnación y reencarnación de los Espíritus?

Llegar a la perfección, para unos es una prueba, para otros una misión. No hay un número determinado de encarnaciones para lograr esa perfección pero depende de nuestra voluntad acelerar ese proceso. Y queramos o no, estamos todos sometidos a la ley del progreso.

Somos creados simples e ignorantes, es decir, sin ciencia y sin conocimiento del bien y del mal, pero con la misma aptitud para todo. Al principio se encuentran en una especie de infancia, sin voluntad propia y sin conciencia plena de su existencia. Y a través del contacto con la materia, a través de la reencarnación, ese principio inteligente, el Espíritu, va evolucionando progresivamente en inteligencia y en valores morales.

Aunque los Espíritus también progresan en el plano espiritual, pero necesitan poner en práctica durante la vida corporal aquello que conquistaron en ciencia y en moralidad. Los que se quedaron estacionados vuelven a comenzar una existencia análoga a la que dejaron; los que han progresado se hacen merecedores de una encarnación de orden más elevado.

Todos los Espíritus tienen pues el mismo origen y el mismo destino. Las diferencias que existen entre ellos no constituyen especies diferentes, sino grados diversos de adelanto.

En cada nueva existencia, el Espíritu realiza un progreso mayor o menor, y cuando adquirió en la Tierra la suma de conocimientos y la elevación moral de que es susceptible nuestro globo, lo deja para ir a vivir en un mundo más elevado, donde aprenderá cosas nuevas.

Por lo que el progreso de los Espíritus sólo se realiza con el tiempo, y no es más que paulatinamente que se despojan de sus imperfecciones y adquieren los conocimientos que les faltan. Sería tan ilógico admitir que el Espíritu de un salvaje o de un criminal puede convertirse de repente en sabio y virtuoso, como sería contrario a la justicia de Dios suponer que continuará perpetuamente en ese estado de inferioridad.

Si bien en cada existencia un velo cubre el pasado del Espíritu, este no pierde ninguna de sus conquistas anteriores: apenas olvida el modo por el cual las obtuvo.


¿Por qué no recordamos las otras vidas que hayamos podido tener?

Excepcionalmente sí que se puede recordar la última existencia, hay numerosos casos que así lo demuestran. Pero en el estado evolutivo en el que nos encontramos lo normal es que sólo conservemos ciertas ideas innatas.  No hay por tanto recuerdos, sino excepcionalmente, pero siempre tenemos esas ideas innatas, esa facilidad de hacer ciertas cosas, somos los mismos que fuimos, en otro cuerpo, y aunque no recordemos mantenemos nuestras aptitudes, el mismo carácter y estado moral, exactamente donde lo dejamos.

Ese olvido temporal durante esta existencia, nos ofrece grandes ventajas. Porque somos de nuevo moldeables a través de la educación de la vida. 

La nueva vida nos aporta una nueva hoja en blanco para escribir mejor y quitar los borrones de las existencias anteriores. Con el bagaje que nos aporta cada nueva existencia, las líneas de nuestras acciones son cada vez más firmes.

El recuerdo vivo de lo que fuimos nos perjudicaría por diversas razones.

Habría que sumar a nuestros problemas de hoy los de ayer, los dolores de conciencia culpable, de los errores cometidos.

Reconoceríamos entre los que nos rodean al enemigo de antaño, que frecuentemente se encuentra muy cerca nuestro, incluso entre nuestros familiares, con el fin de reconciliarnos, de devolver con bien el mal hecho.

Conservaríamos rencores, quizá deseos de venganza.

La diferencia de estado social podría enorgullecernos o humillarnos en exceso.

Tenderíamos a repetir la misma profesión, las mismas costumbres, impidiéndonos llevar a cabo las labores y experiencias que nos corresponden en esta existencia.

Sería también por ejemplo un conflicto psicológico encontrarnos con un sexo diferente al que fuimos en otra existencia, cambio que a veces se da entre una encarnación y otra, dependiendo de las pruebas o experiencias que hayamos de pasar.

¿De verdad queremos recordar?

Frecuentemente es simple curiosidad, una curiosidad que en este caso puede ser malsana y hasta perjudicial. Aunque se da la excepcionalidad que en ciertos problemas o traumas, las regresiones se convierten en una herramienta terapéutica que soluciona hoy los traumas internos del ayer, pero no deja de ser algo muy delicado.

Sí podemos saber, o más bien deducir, qué género de vida o cómo hemos sido, por nuestras tendencias, a través de la poderosa herramienta del conocimiento de uno mismo. Es la forma natural y saludable de saber un poco más del pasado, sin informaciones concretas de las que por norma general sale más malo que bueno.


¿Recuperaremos al morir el recuerdo de otras existencias?

Más tarde, en el plano espiritual, recordaremos todo, aunque solo poco a poco y dependiendo de nuestro estado evolutivo. Allí también es necesario incluso como terapia psicológica y es un recurso que también utilizan los buenos espíritus para ayudarnos a comprender ciertas cosas, entender ciertos porqués, pero hasta que no estemos lo suficientemente evolucionados nos presentan solo lo necesario, de modo terapéutico.


¿Conservamos algún vestigio físico de otras existencias?

El cuerpo se destruye y el nuevo no tiene ninguna relación con el anterior. Sin embargo el Espíritu se refleja en el cuerpo, y se modela conforme a las capacidades del Espíritu que le imprime cierto carácter, principalmente en el rostro. La similitud de gustos e inclinaciones también puede dar un «aire de familia». Es común ver a un niño siendo el vivo reflejo de su abuelo, o cualquier otro familiar ya desencarnado, lo cual es normal desde el punto de vista genético. Pero a veces el parecido en la mirada, en los gestos, carácter, etc., llega a tal extremo que los familiares sin haber admitido nunca la idea de la reencarnación dirían que parece a todas luces la reencarnación de ese abuelo o familiar. Muchas veces dicen una gran verdad. Podemos también reflejar ciertas marcas o birthmarks como denominó Ian Stevenson, y que por ejemplo algunas manchas en la piel características sean antiguas cicatrices, fruto de accidentes impactantes para nuestro Espíritu, como la que nos pudo dejar la herida que nos provocó la muerte. Hay amplia bibliografía al respecto con casos muy sorprendentes.

No nos equivocamos tampoco cuando decimos que los ojos son el espejo del alma, pero también ciertos rasgos faciales. Sirva de ejemplo el caso llevado al cine bajo el título Los hijos del ayer, que interpreta Jane Seymour. La película está basada en hechos reales, véase el libro autobiográfico de Jenny Cockell llamado «A través del tiempo y la muerte» (Across time and death), publicado en 1994. Jenny tiene desde la infancia sueños recurrentes con otra mujer irlandesa llamada Mary Sutton (madre de cuatro niños) que sufre violencia de género. Entre sueños, investigaciones, recuerdos e hipnosis regresiva, Jenny resuelve una parte de lo que fue su pasado y se llega a encontrar con quiénes fueron sus hijos en la anterior existencia. Véase el gran parecido.

Reencarnación
Mary Sutton
Reencarnación de Mary Sutton
Jenny Cockell
Jenny-Cockell con sus hijos de otra vida, como Mary Sutton
Jenny-Cockell con sus hijos de otra vida

 


¿Me puedo reencarnar en un animal como dicen algunas religiones?

No, hay una ley progresiva, y si bien nuestro Espíritu se ha elaborado en reinos inferiores, no volvemos a ellos.

«El alma duerme en el mineral, sueña en el vegetal, se mueve en el animal y despierta en el hombre» decía Léon Denis.

El Libro de los Espíritus en las preguntas 607 y 609, explica que el Espíritu proviene del principio inteligente que se elabora en estos reinos inferiores, y que en las primeras encarnaciones como Espíritu conserva vestigios de esa animalidad.

El principio inteligente para llegar a ser espíritu pasa por otras especies, por otras formas y vidas que aún estamos lejos de conocer, porque hay eslabones perdidos, nos faltan piezas en este puzzle evolutivo, que no existen hoy en día porque han dado paso a otras por la selección natural, y porque esta evolución no se da únicamente en este planeta.

Teniendo en cuenta únicamente nuestro planeta y lo que dice la Ciencia hoy en día, hay una evidente evolución biológica, una selección natural, es lo que hoy se conoce como la teoría sintética que agrupa las teorías de Darwin y Wallace con las de Mendel.

Y lo que dice el Espiritismo es que el principio inteligente se elabora en estas y otras diferentes especies de este y otros mundos, que hay también habitados en diferentes procesos evolutivos, como los que ha pasado nuestro planeta desde la célula procariota.

Hay por tanto una evolución física sometida a leyes físicas y una evolución espiritual que se vale de esa evolución física para que evolucione el principio inteligente, finamente el Espíritu, a través de la reencarnación.

Muchas religiones tienen y han tenido en la reencarnación uno de sus principios fundamentales, aunque bajo aspectos erróneos como el de la metempsicosis (que sería la posibilidad de encarnar en animales). Otras religiones solo tuvieron la reencarnación en sus inicios, erradicándose posteriormente, como es el caso del Cristianismo.


¿Cristianismo y Reencarnación?

Los primeros cristianos eran reencarnacionistas. Hasta que en el segundo Concilio de Constantinopla, el quinto ecuménico de la Iglesia Católica, celebrado en el año 553, en el reinado del emperador bizantino Justiniano I, se declararon catorce anatemas, entre ellos el que prohibía a los católicos postular la herejía de la preexistencia de las almas y las reencarnaciones. Creencia postulada sobre todo por Orígenes, que era en ese entonces el más reconocido, respetado y amado Padre de la Iglesia cristiana original.
El Concilio, bajo el total control del Emperador y en la ausencia del Papa, elaboró una serie de anatemas en contra de las tres escuelas de pensamiento a las que calificaron como heréticas, cuyas creencias Justiniano veía como enemigas de sus intereses políticos y que tenían a Orígenes como su teólogo más respetado.
El poder de Justiniano fue más que suficiente para hacer que su decisión personal de proscribir la reencarnación del canon cristiano prevaleciera por encima de las creencias del mismo Papa.
Los sucesores de Virgilio, incluyendo a Gregorio el Grande (590-604), aunque se ocuparon de diversos asuntos que surgieron a partir del quinto Concilio, no mencionaban en absoluto nada acerca de los conceptos de Orígenes relativos a la doctrina de la reencarnación.
Lo que Justiniano hizo, fue forzar la aceptación de su decisión personal a lo que parece ser meramente una sesión de obispos que nunca fue realmente un concilio, ya que no contó ni con la presencia ni con la aprobación del Papa.
Es a partir de entonces que la noción de la reencarnación desapareció del pensamiento cristiano.
Pero la reencarnación está presente y clara en muchas de las palabras de Jesucristo, y en la creencia de los judíos a quienes también iban dirigidas.

“Cuando descendieron del monte [después de la transfiguración], Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: Es cierto que Elías debe venir y que habrá de restaurar todas las cosas. Pero yo os digo: Elías ya vino y no lo reconocieron. Así también padecerá el Hijo del Hombre. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.[1]

[1] San Mateo, Cap. 17: 9 a 13.  

Si efectivamente Juan el Bautista era Elías, hubo, por tanto, reencarnación del Espíritu o alma de Elías en el cuerpo de Juan el Bautista.

Es muy explícito en este pasaje.

“Respondió Jesús [a Nicodemo] le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y volver a nacer?

Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es. No te asombres cuando te digo: Os es necesario nacer de nuevo”.[1]

[1] Evangelio de San Juan. Cap. 3:3 a 7

En sus obras Josefo, el historiador judío, manifiesta su fe en la reencarnación y cuenta que esta idea era también aceptada entre los fariseos.
Muchas veces los apóstoles le preguntan a Jesús sobre ello. Los discípulos creían que se podía haber pecado en una vida anterior y Jesús participaba de esta creencia. No la rectifica sino que la explica.
Los libros sagrados de los hebreos afirman la reencarnación. Así el Talmud explica que el alma de Abel pasó al cuerpo de Set y después al de Moisés. El Zohar dice “Todas las almas están sujetas a la prueba de la transmigración.”. Y la Cábala expresa claramente: “Son los renacimientos los que permiten la purificación de los hombres”


¿Es dolorosa la separación del alma y el cuerpo?

No hay dolor físico como mucho moral, por lo que dejamos, pero que pasa pronto cuando descubrimos “el nuevo mundo”.

Dice El Libro de los Espíritus en la pregunta nº154:

No, a menudo el cuerpo sufre más durante la vida que en el momento de la muerte.

Tanto por las experiencias cercanas a la muerte, en realidad una muerte física y cerebral de la que se regresa, como por las manifestaciones mediúmnicas de los que ya están en el otro lado, sabemos que la muerte no duele, solamente la enfermedad previa que ha podido llevar a ella.

La muerte es un desprendimiento del cuerpo físico y de los dolores que le acompañan, por tanto, al contrario de dolor se siente liberación. En ciertos casos, excepción hecha de accidentes y muertes repentinas, el espíritu comienza a liberarse antes del proceso llamado muerte. He ahí la explicación de muchas de las visiones que tienen los moribundos en los últimos momentos y la extraña lucidez que recuperan, en la que se pueden producir fenómenos de comunicación mediúmnica, debido a ese desprendimiento que ya ha comenzado, y el mismo desahuciado sirve de intermediario de espíritus amigos y familiares, con el fin de consolar a los familiares.

Todas las noches vivimos en realidad un proceso parecido a través del sueño, porque nuestro espíritu aprovecha el descanso del cuerpo para liberarse parcialmente y vivir durante unas horas en su verdadero hogar, es decir el plano espiritual.


¿Encontramos al morir a los seres queridos que han muerto antes que nosotros?

Sí, según el afecto que sentíamos mutuamente. A menudo acuden a recibirnos y nos ayudan a desprendernos de las envolturas de la materia. Podemos también visitar a los encarnados que quedaron en la Tierra. Aunque todo esto dependerá de nuestro estado espiritual y moral.


¿Cuánto tardamos en volver a reencarnar tras la muerte?

A veces casi inmediatamente, pero lo normal, en este planeta, es tras intervalos más o menos prolongados, que van desde algunos meses hasta muchos años, mientras que en los mundos superiores la reencarnación es casi siempre inmediata. Que en algunos casos sea un tiempo muy prolongado no implica que sea perpetuo. La duración depende del libre albedrío del Espíritu, pero sea o no su voluntad, tarde o temprano, regresará a una nueva existencia para seguir la ley del progreso, así hasta que haya alcanzado el nivel evolutivo en el que ya no necesite reencarnar.

En ese intervalo entre encarnaciones se encuentran por tanto espíritus más o menos elevados, entre los cuales por ejemplo están nuestros guías y espíritus protectores, que pueden estar guiándonos más de una encarnación.

En el plano espiritual también se progresa, especialmente en el campo intelectual, pero es en la existencia corporal donde se ponen en práctica las nuevas ideas adquiridas. Así pues, el Espíritu no está inactivo en ese intervalo y sigue aprendiendo y llevando a cabo labores muy variadas, como puede ser por ejemplo la preparación de su próxima reencarnación. Para el espíritu en realidad es esa su verdadera vida y las encarnaciones físicas son los intervalos difíciles, los cursos necesarios e inevitables para progresar.


¿Antes de encarnar el Espíritu elige el tipo de vida que tendrá?

Depende de su evolución. Por lo general, en nuestro estado evolutivo, nos son impuestas ciertas pruebas o expiaciones, en realidad consecuencia de nuestras propias elecciones, al momento de cometer ciertas acciones, que han generado unas consecuencias, a través de la ley de causa y efecto.

Existe un planeamiento reencarnatorio, que nos sitúa exactamente en el lugar que nos corresponde, en el que podemos colaborar si estamos suficientemente evolucionados.

Por lo tanto algunos espíritus con cierta evolución pueden participar en el plano espiritual de ese planeamiento reencarnatorio, es decir de la planificación previa de su siguiente encarnación. Pueden solicitar el género de vida y hasta la familia y cuerpo físico en el que vayan a encarnar, pues las imperfecciones de ese cuerpo son para el espíritu pruebas que lo ayudarán a su adelanto si las supera. Pero la decisión última de esa planificación no depende de él.

La literatura espírita es muy rica en ejemplos y casos de este tipo, pero nunca podemos generalizar que un tipo de vida vaya a generar otra, ni que un crimen conlleve una expiación de tal o cual clase, porque cada caso es muy particular; y la justicia divina analiza hasta el más mínimo detalle, dando a cada uno exactamente lo que le corresponde, y con el claro objetivo de hacerle progresar.


¿En qué momento se une el Espíritu al nuevo cuerpo?

En el momento de la concepción. Es a partir de ese preciso instante que el Espíritu se une fluídicamente al cuerpo, y hasta que el niño nace ese lazo fluídico se va estrechando cada vez más.

Es una unión definitiva desde el momento de la concepción hasta el cese de la vida física, y ningún otro Espíritu podría habitar ese cuerpo. Durante ese intervalo entre la concepción y el nacimiento una turbación comienza a apoderarse del Espíritu, que estaría en el mismo estado que el Espíritu de un encarnado durante el sueño, y a medida que se acerca la hora del nacimiento sus ideas se diluyen, al igual que el recuerdo de su pasado. Entra en una turbación mayor que la del momento de la muerte, y sobre todo más prolongada; con la muerte, el Espíritu sale de la esclavitud, con el nacimiento ingresa en ella.

Provocar la interrupción de la vida a partir del primer instante de la concepción es un gran error. Según las circunstancias de cada caso, con sus agravantes y atenuantes, habrá mayor o menor culpa, pero los responsables tendrán siempre que, como mínimo, reparar el daño cometido, en esta o en futuras existencias. El aborto provocado es una transgresión a la ley divina, los responsables cometen un crimen al quitarle la vida al niño antes de que nazca, e impiden al alma afrontar las pruebas que le corresponden. Ante la ley divina no es tampoco justificable un aborto en razón de ciertas enfermedades, de taras físicas o mentales del niño que va a nacer; pues tras esas difíciles situaciones hay pruebas y expiaciones necesarias para el Espíritu y su entorno familiar. Solo sería justificable un aborto en los excepcionales casos en los que la vida de la madre esté en peligro, y los Espíritus informan que ante el supuesto de que hubiese que elegir salvar una vida u otra, habría que salvar la vida de la madre.


¿Qué es la turbación espírita?

Cuando nos separamos del cuerpo tras la muerte o desencarnación, no recuperamos de inmediato la conciencia y estamos durante algún tiempo en un estado de turbación. Es una especie de adormilamiento, todo es confuso al inicio, estamos aturdidos, como cuando acabamos de salir de un profundo sueño y tratamos de percatarnos de la situación. A medida que se va borrando la influencia de la materia se va borrando esa especie de niebla que oscurece los pensamientos, y vamos recuperando la lucidez de las ideas y el recuerdo del pasado.

Esto puede durar desde algunas horas hasta muchos meses e incluso años. Es un estado menos prolongado entre quiénes se identificaron durante su encarnación con la vida futura y es calmado, con un despertar apacible, en aquellos que hicieron el bien.

Esa turbación tiene también que ver con el tipo de muerte. En los casos de muerte violenta, por suicidio, accidente, o cualquier otro tipo de muerte repentina, el Espíritu se encuentra sorprendido, y es común que no se crea haber muerto y hasta se obstine, a pesar de las señales, en la idea de que sigue vivo. Es una ilusión que mantiene hasta que su periespíritu no se desprende por completo.

La turbación no es penosa para el hombre de bien, que es serena y parecida a la de un apacible despertar. Para aquel cuya conciencia no es pura, la turbación está llena de ansiedad y angustia, y esto aumenta cuando se reconoce a sí mismo.

En las muertes naturales, cuando antecede una larga enfermedad, es frecuente que la turbación comience antes del momento de la muerte, y el Espíritu no sea realmente consciente del último suspiro, ni de las agonías y dolores que le puedan acompañar, a no ser que los tenga que padecer por expiación.

El conocimiento del Espiritismo influye también en el tiempo que pueda durar la turbación, porque ayuda a comprender por anticipado esa situación. Pero sin duda la mayor influencia la ejerce la práctica del bien.


 ¿Por qué cuando leo los libros de Allan Kardec siento que todo esto ya lo sabía, habré sido espírita en otra encarnación?

Es posible, pero puede haber otras razones.  Los principios de estas enseñanzas son tan antiguos como el mundo, por eso se encuentra en todas partes. También sucede que aunque estemos encarnados conservamos la intuición de nuestro estado de Espíritu, en el que hemos podido saber y estudiar estas cuestiones. A veces aparecen personas así que sin tener un conocimiento previo del Espiritismo, en los primeros estudios que hacen del mismo despiertan un conocimiento ancestral, que a ellos les lleva a sentir que eso ya lo sabían. Pero al resto a preguntarse ¿cómo es posible que alguien que apenas si acaba de acercarse al centro espírita tenga un conocimiento mayor que ellos mismos, que llevan muchos años estudiando Espiritismo?


¿Qué es un médium?

Por definición sería todo aquél que puede servir de intermediario para la comunicación con los espíritus. Hay más de 60 tipos de mediumnidad reconocidos, por ejemplo, dos de las más comunes y conocidas son la psicofonía, cuando el espíritu transmite su pensamiento a través de la palabra del médium, o la psicografía, que es aquella en la que el médium recibe esa influencia a través de la escritura.

Desde que el ser humano existe en este mundo ha podido comunicarse con los Espíritus. Siendo que somos Espíritus encarnados, siempre hemos podido establecer contacto con nuestros iguales. Es por eso que los fenómenos de comunicación se han dado en todas las épocas de la humanidad. Y de ello la historia ha dejado numerosos vestigios en todas las culturas y religiones, incluso entre aquellas que hoy niegan por sistema esta posibilidad de comunicación

El médium, a diferencia de la creencia popular, no es un superdotado, que puede saberlo y adivinarlo todo, que puede comunicar con quien quiera y cuando quiera, y no es tampoco un curandero que puede sanar todos los males, ni solucionar todos los problemas.

Es sencillamente un instrumento que permite, de formas muy variadas, establecer un canal entre dos mundos. Un puente entre este plano y el espiritual, por el que inteligencias tan sabias o ignorantes, tan bondadosas o perversas, como las que han habitado en este planeta, nos traen de una u otra forma el gran mensaje de la inmortalidad.

La facultad mediúmnica como tal es neutra y sus buenos frutos dependen de factores como el estudio y el cultivo de las virtudes morales, el esfuerzo continuo del médium por hacerse mejor instrumento del bien.

Así encontraremos médiums que simplemente pueden percibir parte de la realidad espiritual, otros que escriben mensajes de solo ciertos espíritus, otros que tienen premoniciones, etc., etc., es decir porciones más o menos incompletas que requieren ciertos elementos para ser verdaderamente útiles.

Elementos que los propios Espíritus han indicado en El Libro de los Médiums de Allan Kardec. Que se ha elaborado valiéndose precisamente de miles de médiums, en muy diversos lugares, y que en conjunto presenta solo las verdades concordantes, aquellas que han seguido la universalidad de la enseñanza de los Espíritus. Esta revelación que entre otras muchas cosas ha traído el libro de instrucciones que requiere la práctica mediúmnica, las condiciones necesarias y adecuadas.

Con el Espiritismo aprendemos que la mediumnidad es un trabajo serio, que debe realizarse en grupo, que su buen uso tiene como condición sine qua non el estudio, y que los buenos frutos solo provienen de aquellos sintonizados con los buenos espíritus por la práctica del bien y el esfuerzo en vencer sus malas inclinaciones.

Decía Léon Denis en su obra En lo Invisible:

La mediumnidad es una flor delicada que para crecer necesita atenciones y cuidados asiduos. Necesita método, paciencia, altas aspiraciones y nobles sentimientos. Necesita, especialmente el tierno cuidado de un espíritu bueno que le envuelva en su amor y en sus fluidos estimulantes. Pero casi siempre queremos que produzca frutos prematuros, y entonces se desvanece, se seca bajo el aliento de los espíritus atrasados.


¿Puedo comunicar con mi familiar o amigo fallecido? (Pregunta frecuente más habitual posiblemente)

A priori la respuesta más prudente ante esta cuestión probablemente sería no, porque son muchas las posibilidades de que no vayas a poder, estés o no asistido por un médium. No es nada recomendable ir detrás de ciertos tipos de médiums tras esa comunicación deseada por varios motivos.

Si te haces esta pregunta es que desconoces la realidad espiritual y posiblemente hay detrás una carga emocional que va a quedar a expensas de un médium que te puede engañar o ser él mismo engañado, si es que verdaderamente recibe comunicaciones de los espíritus. Todo aquel que obtiene algún tipo de lucro haciendo de «médium» directamente está engañando, porque aún en el supuesto de que tenga algún tipo de facultad, los espíritus raramente se valen de estas «herramientas», o si lo hacen son aquellos espíritus inferiores que sintonizan con ellos y se hacen pasar por quienes no son. Cuando un médium cobra o acepta «la voluntad» está ofreciendo un servicio que pocas veces podría llevar a cabo, y ¿qué sucede entonces? en la mayoría de los casos teatralizan el contacto o la comunicación y explotan la ignorancia y la poca o mucha información que hayan extrapolado del consultante.

Los buenos médiums generalmente no se prestan a este tipo de evocaciones particulares a sabiendas de las dificultades que conllevan y ante la posibilidad de que ciertos espíritus malévolos se hagan pasar por quienes no son, generando un daño emocional a los familiares o amigos que pretendan tal comunicación. Pero si son este tipo de médiums los que ofrecen   comunicaciones espontáneas de espíritus cercanos, familiares y amigos de los presentes en este tipo de reuniones.

El espíritu en particular no siempre estará en condiciones de comunicarse. El tránsito hacia el plano espiritual requiere un tiempo de adaptación más o menos extenso durante el cual le puede estar directamente vetado comunicarse. Pero aunque haya transcurrido mucho tiempo desde su muerte o desencarnación puede haber otras razones que se lo impidan, como por ejemplo estar reencarnado de nuevo.

Sentado todo esto diremos sí, es posible. Cualquier espíritu se puede comunicar a través de un médium, si tiene permiso para ello y se dan las condiciones adecuadas. Siendo que lo más recomendable en este tipo de comunicaciones es que sean encontradas más que buscadas, es decir, que es más seguro que sean espontáneas. Entretanto sería preferible que se indague todo lo que se pueda sobre la realidad espiritual, porque quizá solo con esto se logren encontrar más rápidamente las respuestas a lo que se buscaba: ¿realmente hay vida después de la muerte? ¿fulanito sigue vivo? ¿está bien?, cuestiones ocultas tras otras justificaciones o autoengaños: despedirse, pedir perdón, etc.

En esencia lo que pretendemos decir: es mejor emprender un camino de búsqueda de respuestas espirituales, que andar por el de la búsqueda de médiums. No pocas veces una vez iniciado el primero se alcanza el segundo de forma directa a través de uno mismo.


¿Qué puedo hacer para ayudar a un ser querido que acaba de morir?

En primer lugar habría que decir que la pena de aquí suele ser mayor que la de allí, es decir que los familiares y seres queridos, en mayor o menor grado, aún ignorantes de la vida espiritual, sufren por la pérdida.

Y es común que los que se han marchado lamenten ese desconocimiento de sus familiares, y la pena de estos agríe su nuevo destino.

Por eso una de las mejores formas de ayudar al ser querido que se acaba de marchar, si es lo que pretendemos, es ahondar lo suficiente en el conocimiento espírita para entender que nuestro ser querido sigue viviendo. Lo que además de ayudarnos a nosotros, va a ser de gran satisfacción para el que ya se ha ido. Muchos al desencarnar tienen una sensación agridulce, por un lado descubren la realidad y maravillas de la nueva vida, dejando atrás las dificultades y tribulaciones de la materia, pero por contrapartida sufren al ver sufrir a sus familiares, no pudiendo hacer nada para aliviar sus dolores, que no sea inspirarles que siguen viviendo. Y frecuentemente son precisamente ellos quiénes nos llevan a buscar la verdad.

El estado del Espíritu que acaba de desencarnar es algo que difícilmente se puede presuponer con acierto, pero sabemos que aquellos que no han sido verdaderamente buenos y caritativos en su existencia van a pasar cierto estado de turbación hasta que despierten a la nueva realidad. Y si bien, en términos generales, la realidad del plano espiritual es mejor que la de aquí, puede haber ciertos espíritus para los que nuestra ayuda sincera pueda ser beneficiosa.

Hablamos concretamente de la oración. Las oraciones que parten de corazones sinceros, con las propias palabras y pensamientos, llenas de sentimiento, son de gran ayuda en esos momentos. Alivian y atenúan las dificultades del tránsito y ayudan al Espíritu en su adaptación a la nueva realidad.

Por eso Allan Kardec nos dice que las oraciones por los Espíritus que acaban de dejar la Tierra, no tienen solo por objeto darles un testimonio de simpatía, sino que tienen también el fin de ayudar a su desprendimiento, y por lo tanto, abreviar la turbación que sigue siempre a la separación y darles más calma al despertar. Pero también en ésta, como en cualquier otra circunstancia, la eficacia está en la sinceridad del pensamiento y no en la abundancia de palabras dichas con más o menos pompa y en las cuales muchas veces el corazón no toma ninguna parte.

Las oraciones que parten del corazón, resuenan alrededor del Espíritu, cuyas ideas están aún confusas, como las voces amigas que nos sacan del sueño.


¿Es lo mismo un espírita o espiritista que un médium?

No, médium es todo aquel que tiene la facultad de comunicación con los espíritus o percibe la realidad espiritual. Mientras que espírita o espiritista es el que sigue y estudia la filosofía espírita y que puede o no ser médium.

El Espiritismo no hace a alguien médium, cuestión que depende de condiciones y predisposiciones orgánicas. Ni el Espiritismo ni nadie puede hacer desarrollar lo que no se tiene. Si puede ayudar a su eclosión y posterior desarrollo. Y es especialmente en las informaciones espíritas donde podremos encontrar todos los elementos necesarios para su buen uso.

Los hay que se autodenominan espiritistas cuando quieren decir médiums, que se anuncian como tales y que en realidad no conocen el significado de la palabra espiritista ni lo que implica. Generalmente son estos los que, sin conocimiento y frecuentemente sin  mediumnidad de ningún tipo, se aprovechan de la ignorancia y la buena voluntad de las personas para lucrarse.

Ni un espiritista de verdad, ni un buen médium van a utilizar sus conocimientos o sus facultades, para otra cosa que no sea una ayuda desinteresada.

Médiums ha habido en todas las épocas de la humanidad, pero no espíritas. Antes del Espiritismo que nació en el año 1857 con la publicación de El Libro de los Espíritus, no podía haber espiritistas, pues no existía el Espiritismo ni términos como el de espírita.

Concluyendo, ¿puede haber espíritas que no sean médiums? Si. ¿Puede haber médiums que no sean espíritas o espiritistas? Evidentemente, pero es dentro del conocimiento espírita que se pueden encontrar las mejoras pautas para orientar correctamente la mediumnidad. En definitiva nunca se debería llamar espiritista a un médium que ni conoce ni ha estudiado el Espiritismo.


¿Los espíritas cobran?

No, su labor es altruista y totalmente desinteresada, y ni un médium ni un espírita debe aceptar ni tan siquiera la lucrativa voluntad que ha enriquecido a tantos jugando con la buena voluntad de las personas. En el Espiritismo se sigue la máxima de Jesucristo dar de gracia lo que de gracia hemos recibido.


¿El Espiritismo tiene algún tipo de jerarquías o líderes?

No, el Espiritismo no tiene jefes, líderes, ni sacerdotes, ni ningún tipo de jerarquía.

Para profundizar en el conocimiento espírita puede bastar el estudio en solitario y de forma individual. Pero como en todas las cuestiones de la vida y como «animales sociales» que somos necesitamos el intercambio de ideas, compartir nuestros conocimientos, e incluso, en algunos casos, divulgarlos. Es por lo que desde el origen del movimiento espírita surgieron asociaciones. Desde el momento que hay un grupo de personas que se reúnen y llevan a cabo actividades, de acuerdo a la legislación de cada país es necesaria cierta organización, generalmente establecida y definida en las leyes de asociaciones. Así podremos encontrarnos cargos directivos en las asociaciones espíritas, como puede haberlos administrativamente en cualquier otro tipo de asociación. En el caso particular del movimiento espírita serán necesariamente cargos gratuitos y exentos de cualquier ánimo de lucro.

La mayoría de estas asociaciones, en mayor o menor grado, y por propia iniciativa, llevan a cabo tareas de estudio y divulgación de los principios espíritas, y abren sus puertas en el sentido más amplio de la expresión para ayudar a todo el que lo pueda necesitar, ya sea por problemas mediúmnicos, necesidades morales, espirituales y hasta materiales. Haciendo efectivo el principio espírita y humanitario más importante que pueda llevar a cabo el ser humano, la caridad.


¿Qué es un centro espírita?

Una asociación espírita (ver pregunta anterior).

Asociación, sociedad, centro, grupo, son formas diferentes de decir lo mismo.

Si encontramos asociaciones autodenominadas espíritas pero apellidadas templo, iglesia, o cualquier otro tipo de apelativo religioso, de una cosa podemos estar seguros y es que desconocen algunas cuestiones esenciales del Espiritismo o de no ser así no se habrían apellidado de esta manera. Esto generalmente está ocasionado por ciertos atavismos religiosos y culturales, muy presentes en algunos países. El Espiritismo ni es religión ni tiene rituales, ni altares, ni vestimentas, ni templos.


¿Qué se hace en un Centro Espírita?

Básicamente estudios, coloquios, conferencias sobre el conocimiento espírita. Algunas asociaciones o centros espíritas desarrollan proyectos de ayudas sociales, y la mayoría morales. Sus actividades son siempre gratuitas y sin ánimo de lucro.

Un centro espírita puede contar con reuniones mediúmnicas ya sea experimentales, ya sea como medio de instrucción directa del plano espiritual o ya sea para colaborar en el auxilio a espíritus necesitados tras el proceso de turbación que acompaña a la desencarnación.

Es también el lugar idóneo donde orientar a los médiums en sus inicios, normalmente poco agradables y rodeados de ciertos desequilibrios y perturbaciones.


¿Qué finalidad tiene la mediumnidad?

Mostrar la posibilidad de comunicación con los seres del mundo espiritual, demostrarnos fehacientemente la prueba de la inmortalidad. El simple hecho de que el ser humano se pueda comunicar con los seres del mundo espiritual trae consecuencias incalculables de la mayor gravedad, se nos revela un mundo nuevo al que todos iremos sin excepción. El conocimiento de ese hecho no puede dejar de acarrear, al generalizarse, una profunda modificación en las costumbres, el carácter, los hábitos y las creencias. Es una revolución total la que se opera en las ideas, revolución tanto mayor y más poderosa cuanto que no está circunscripta a un pueblo ni a una casta, visto que alcanza simultáneamente a todas las clases, a todas las nacionalidades y a todos los cultos.

Aunque los fenómenos mediúmnicos han existido en todos los siglos y épocas, es ahora con el desarrollo de la ciencia que podemos desembarazarlos de la superstición y las interpretaciones ridículas. Y al no estar ya sometidos bajo el yugo de la religión, que durante siglos ha condenado y perseguido inquisitorialmente la mediumnidad, es solo cuestión de tiempo que estos hechos se evidencien cada vez más.

Por la mediumnidad obtenemos no solo la prueba material de la existencia y de la individualidad del alma, sino que también comprendemos la solidaridad que vincula a los vivos con los muertos de este mundo, y a los de este mundo con los de otros planetas. Conocemos la situación de ellos en el mundo de los Espíritus; los acompañamos en sus migraciones; somos testigos de sus alegrías y sus penas; sabemos por qué son felices o desdichados, y conocemos la suerte que a nosotros mismos nos está reservada, según el bien o el mal que hayamos hecho. Esta comunicación nos inicia en la vida futura, que podemos observar en todas sus fases, en todas sus peripecias; el porvenir ya no es una vaga esperanza, sino un hecho positivo, una certeza matemática. A partir de entonces, la muerte ya no tiene nada de aterrador para nosotros, porque significa la liberación, la puerta de la verdadera vida.

A través del estudio de la situación de los Espíritus, sabemos que la felicidad y la desdicha en la vida espiritual son inherentes al grado de perfección o de imperfección; que cada uno sufre las consecuencias directas y naturales de sus faltas y esas consecuencias negativas cesan con el arrepentimiento y la reparación. Que el perfeccionamiento depende exclusivamente de uno mismo, y a través del libre albedrío, uno puede prolongar o abreviar los padecimientos, del mismo modo que el enfermo sufre por sus excesos hasta que no les pone término.

Pero los Espíritus no siempre saben más que nosotros, o no nos dicen todo lo que saben, y a menudo se abstienen de darnos aquello que podemos obtener mediante el trabajo; porque hay cuestiones que no les está permitido revelarnos. Si pueden iniciarnos en lo relativo a la vida futura, a un gran número de cuestiones que ignoramos y que no podemos aprender en el ámbito en que nos hallamos. En asuntos que de otra forma solo podríamos formular hipótesis, o interpretaciones erróneas como la del cielo y el infierno. Por la mediumnidad son los testigos oculares, los protagonistas mismos de la vida de ultratumba quienes vienen a decirnos en qué consiste esa vida, y sólo ellos podían hacerlo. Por consiguiente, sus manifestaciones han servido para darnos a conocer el mundo invisible que nos rodea y del cual ni siquiera sospechábamos; y ese único conocimiento sería de capital importancia, en el supuesto de que los Espíritus no pudiesen enseñarnos nada más.

La mediumnidad en sus múltiples manifestaciones y tipos se puede convertir también en una herramienta para ayudar y hacer el bien. Esta facultad es un préstamo temporal para el médium que si quiere hacer buen uso de ella debe entender la necesidad de estudio y práctica en las condiciones más adecuadas, desde la humildad, comprendiendo la gran falibilidad que tiene todo médium. Ya que el mejor médium es el que menos veces es engañado, pues todos lo son en algún momento, aunque sea como prueba y aprendizaje, de ahí la necesidad de un trabajo en grupo, con estudio y análisis de las comunicaciones. El buen médium no es el que está preocupado en dar más o menos comunicaciones, es el que sirve de intermediario del bien, haciendo o no uso de la mediumnidad; y a cada instante médiums y no médiums pueden hacer mucho bien sin necesidad de entrar en trance.


¿Es el Espiritismo una religión?

No. El Espiritismo es una doctrina filosófica que tiene consecuencias religiosas como toda filosofía espiritualista, y por esto mismo toca forzosamente las bases fundamentales de todas las religiones: Dios, el alma y la vida futura; pero no es una religión constituida, dado que no tiene culto, rito ni templo, y que entre sus adeptos ninguno ha tomado ni recibido título de ningún tipo. El Espiritismo no posee dogmas, ni cultos, ni ritos, ni ceremonias, ni jerarquías; no pide, ni admite ninguna fe ciega, quiere que todo sea comprendido. Está basado, pues, en principios independientes de toda cuestión dogmática. El Espiritismo no es por tanto una religión porque no hay una palabra para expresar dos ideas diferentes, y que, en la opinión general, la palabra religión es inseparable de culto, despierta exclusivamente una idea que el Espiritismo no tiene. No teniendo el Espiritismo ninguno de los caracteres de una religión en la acepción usual del vocablo, no podía ni debía adornarse con un título sobre cuyo valor inevitablemente se habría equivocado. Es por esto por lo que simplemente se dice doctrina filosófica y moral. No obstante sus consecuencias morales están implícitamente en el Cristianismo, porque es la moral que recomiendan los espíritus, y la más alta expresión de caridad y amor al prójimo que encontramos. (Extraído de Qué es el Espiritismo de Allan Kardec).


¿Es el Espiritismo una filosofía?

Sí pero no es solo una filosofía ya que tiene un triple aspecto de ciencia, filosofía y las consecuencias morales que resultan.

Según la definición de Allan Kardec: El Espiritismo es la ciencia que trata sobre la naturaleza, el origen y el destino de los espíritus y las relaciones que pueden establecer con el hombre.

De las informaciones y análisis que resulta de la observación de los hechos y de las comunicaciones con los espíritus se adentra de lleno en el campo filosófico, explicando y resolviendo de forma racional innumerables cuestiones no explicadas anteriormente sin chocar con el sentido común.


Si el Espiritismo no es una religión, ¿Puedo ser católico o de cualquier otra religión y ser espírita a la vez?

Por supuesto, esta es una elección individual y personal. Desde sus orígenes han surgido, tanto médiums como espíritas, entre personas de culturas, religiones y países de lo más dispares. El Espiritismo respeta todas las creencias y religiones, y si bien choca frontalmente con algunos principios de algunas religiones, por supuesto deja a cada cual, en su criterio individual y en su librepensamiento la opción personal de ser o no espírita, de ser espírita sin abandonar sus anteriores creencias religiosas, etc.

Participar de una asociación espírita, de un curso espírita, etc., no implica otra cosa que obtener un conocimiento, y es una opción personal aplicárselo en el campo íntimo o moral en la medida de lo que dicte la propia conciencia. Lo que si nos enseña el Espiritismo es que poco importa considerarse espírita, católico o de cualquier otra creencia o religión y que lo único verdaderamente importante  que nos llevaremos de aquí (de esta encarnación) serán nuestras buenas obras y acciones, aplicando una máxima común a muchas religiones, enunciadas de muy diversas formas a lo largo de la historia y que se puede resumir como dijo Jesucristo en esta frase: haz al prójimo lo que te gustaría que se hiciese contigo. La moral que nos enseñan los espíritus no es diferente de esta.


¿Por qué al Espiritismo se le llama también Doctrina Espírita?

Según la RAE, doctrina es una enseñanza o un conjunto de ideas. No ha de confundirse con adoctrinar, que sería inculcar a alguien determinadas ideas o creencias, y el Espiritismo no tiene  interés proselitista.

La Doctrina Espírita sería pues la enseñanza de los espíritus, contenida en la revelación espírita, que encontramos fundamentalmente en los libros de Allan Kardec, también llamados codificación espírita: los 5 libros resultado del trabajo de coordinación de los mensajes recogidos por Allan Kardec.


¿Qué diferencia hay entre espiritismo y espiritualismo?

El espiritualismo es el término opuesto al materialismo, y todo el que cree que tiene en si mismo algo más que materia, es espiritualista; pero no se sigue de aquí que crea en la existencia de los espíritus o en sus comunicaciones con el mundo visible. Y para hacer esta diferenciación Allan Kardec creó la palabra Espiritismo


¿Qué utilidad real tiene el Espiritismo?

Viene a traer al ser humano las respuestas existenciales más importantes que pueda tener. Muestra de una forma razonada el porqué de tantos dolores y sufrimientos en apariencia injustos que asedian la vida de muchos en este planeta. Pero sobre todo al traer la certeza en la inmortalidad del alma y al mostrar las consecuencias de nuestras acciones viene a guiarnos hacia un camino de perfección moral y de felicidad venidera que se puede sentir desde el preciso instante que nos dedicamos a hacer el bien desinteresadamente.


¿Por qué no soy feliz?

La felicidad no es de este mundo decía Jesucristo. Lo cierto es que podemos encontrar muchos momentos felices al lado de grandes amarguras, conquistar una meta que pensábamos que nos traería el summum de la felicidad y sentirnos entonces más vacíos que nunca.

Continuamente vamos tras la búsqueda de este santo grial, una búsqueda que generalmente sólo viene a tratar de satisfacer alguna de nuestras imperfecciones…

Orgullo: tener una posición mejor, ser más reconocido.

Egoísmo: tener más, vivir en un mejor sitio, llenar nuestra cuenta de números, que en lugar de hacernos más felices nos hacen más ambiciosos y temerosos de perder lo que ya tenemos.

Es un gran error buscar la felicidad por estos caminos.

Podremos sentirnos satisfechos, orgullosos, henchir nuestro pecho de gozo observando el paisaje desde nuestra lujosa casa, disfrutar de la conducción de nuestro último modelo de 100 mil euros, y quizá nos sintamos más orgullosos al comprobar que otros nos miran con envidia; tranquilos porque ya no tendremos necesidades y podemos contemplar el futuro sin preocupaciones y dedicarnos a lo que nos apetezca. Tendremos los mejores especialistas y nuestra salud estará también más asegurada. Posiblemente tengamos más amigos, algunos incluso muy orgullosos de nosotros, que nos apreciarán y respetarán por lo que hemos conseguido.

Todo esto suena muy bien en apariencia, es lo que nos han enseñado y vendido continuamente pero lo que ignora la mayoría es que las personas que tienen todo esto no son tan felices como aparentan e igual que el resto de los mortales en lo más íntimo de su corazón se pueden sentir infelices y hasta desgraciados, y más frecuentemente vacíos, sin entender muy bien por qué, si lo han conseguido «todo».

Al lado de las leyes físicas hay otras leyes universales que atañen al campo moral, entre ellas por ejemplo la ley de causa y efecto, la ley de amor, etc. La fórmula de estas leyes no dice Mansión + Yate + Posición social + otros etcéteras materiales = Felicidad. En realidad es muy al contrario porque frecuentemente ese tener más no solo nos ata más a la materia sino que salvo raras excepciones alimenta más nuestras imperfecciones, ese orgullo y egoísmo ya referido. Cuanto más imperfectos moralmente más infelices, es lo que nos dice la aritmética espiritista.

La fórmula que resuelve esta difícil ecuación no es nueva, Jesucristo y muchos otros profetas ya nos habían dado sus claves. Amar, perdonar, conocimiento de uno mismo, humildad, hacer el bien a los demás. Estos sumandos de la fórmula son los mismos que ahora repiten los Espíritus, tratando de despertar nuestras conciencias, dormidas y engañadas por las cuestiones efímeras de la materia.

Si bien la felicidad no es de este mundo si podemos alcanzar ciertas cotas de una felicidad relativa, ciertos atisbos de la verdadera felicidad aumentando el número de nuestras virtudes. A mayor número de virtudes más felicidad, a mayor número de imperfecciones más desgraciados seremos.

En el camino del bien, de las buenas obras, no basta no hacer mal, es necesario ir a la búsqueda del mal ajeno y tratar de aliviarlo, es entonces que estaremos iniciando el camino, dando los primeros pasos hacia la felicidad verdadera.

El bien y el mal que hacemos es producto de las buenas y malas cualidades que tenemos. No hacer bien cuando estamos en disposición de hacerlo es resultado de una imperfección. Si toda imperfección es una causa de sufrimiento, sufriremos no sólo por todo el mal que hayamos hecho, sino también por todo el bien que pudimos hacer y no hicimos.

Para aumentar el número de nuestras virtudes los Espíritus nos recuerdan otra vieja fórmula, muy conocida gracias a Sócrates, era una inscripción en el templo de Delfos: Conócete a ti mismo, y con una parte menos conocida que decía No a los excesos.

El conocimiento de nosotros mismos nos hará detectar las imperfecciones que tenemos que trabajar, día a día, para poco a poco arrancarlas de nuestro ser, como graves enfermedades que tarde o temprano nos harán sufrir. Con la medicina del cultivo del bien, de las buenas obras, del estudio diario de nosotros mismos, analizando que bien pudimos hacer y no hicimos, qué errores pude cometer, y qué puedo hacer mañana para mejorarme.

He ahí el camino de la felicidad. Ni exige una ingeniería, ni dinero para invertir, sólo requiere voluntad y perseverancia.


¿Hay algo de sobrenatural en el Espiritismo?

No, el Espiritismo muy al contrario revela y explica nuevas leyes de la naturaleza desconocidas por el hombre. No hay nada de milagroso y sobrenatural son apenas fenómenos naturales dentro de unas leyes que gracias a la revelación espírita hemos podido comprender.


¿Influyen los Espíritus en nuestros pensamientos y actos?

Más de lo que imaginamos pues a veces son ellos los que nos dirigen. Tanto para el bien como negativamente, pueden influir en nuestros pensamientos y bien pueden potenciar nuestras buenas obras como potenciar y hasta provocar una depresión. Si bien todos tenemos el control de nuestras ideas (a veces influenciadas), pudiendo aceptar unas u otras, en la medida que de forma repetida nos hacemos eco de tales o cuales ideas abrimos más espacio a buenos o malos espíritus que se sintonizan con ellas. En casos extremos, en sentido negativo, se puede producir lo que los espíritas denominamos obsesión, que sería la influencia perniciosa y persistente que ejerce un espíritu poco elevado sobre una persona. El conocimiento espírita puede ser un preventivo y es de gran ayuda en este tipo de influencias, pero es la práctica del bien y el autoconocimiento la clave para solventar estos problemas, más comunes de lo que  podamos pensar. Una buena orientación espírita, ya sea desde un centro, una asociación o directamente de alguien con el suficiente conocimiento puede servir de gran ayuda en estos casos.


¿Para ser espírita hay que desarrollar la mediumnidad?

No, repetimos que ser espírita básicamente implica ser afín a este conocimiento. Mientras que la mediumnidad depende de condiciones que no se pueden desarrollar a no ser que se tengan previamente. La mediumnidad es independientemente del Espiritismo pero es gracias al Espiritismo que se obtendrá un correcto desarrollo.


Un curandero me ha dicho que soy médium y he de desarrollar mis facultades, ¿qué debo hacer?

Frecuentemente llegan personas hasta nosotros con interrogantes como éste o parecidos. Es una de las preguntas frecuentes más habituales debido a que es bastante común que este tipo de «médiums» y curanderos, desconocedores de las cuestiones espíritas, digan frases como esta o las típicas, «tienes mucha luz», «tienes que dedicarte a la curación». ¿Con qué fin hacen estas aseveraciones? generalmente es una forma de atrapar a las personas, ahondando en sus egos, haciéndoles sentir especiales, a partir de lo cual tras esa primera consulta, podrán seguir lucrándose con muchas más. Por las características ya podemos apreciar que la fuente de la que parten son poco fiables, especialmente si hay un lucro de por medio, pero es que los médiums por muy buenos que puedan ser no tienen un detector de otros médiums, y si esto nos llega a través de una comunicación mediúmnica no debemos ser menos precavidos, ya que los espíritus ni tienen toda la ciencia, ni el saber, y no siendo otra cosa que las almas de los hombres los hay igual de ignorantes que aquí. Los buenos espíritus, por otra parte, no nos revelan grandes misiones ni alaban nuestro ego, simplemente nos animan a mejorarnos, a crecer a través de la práctica del bien. Y si somos médiums, esto se revelará por sí mismo a través de los propios fenómenos.


¿Por qué el Espiritismo es aún ese gran desconocido?

Hay lugares en los cuales es justo lo contrario y es muy conocido, destacando Brasil ya que allí no se tuvieron las dificultades que por ejemplo tuvo Europa, que entre conflictos, prohibiciones políticas, intereses religiosos en su contra hizo reducir casi hasta su extinción lo que había sido un gran movimiento filosófico y social, llegando a desaparecer gran cantidad de asociaciones, periódicos espíritas, etc. En Brasil la coyuntura de grandes necesidades sociales y carencias materiales ha llevado a los espíritas brasileños a llevar a cabo importantes actividades sociales y caritativas que han mostrado que el Espiritismo lleva a las personas a hacer el bien y a ser reconocido. Actualmente hay asociaciones de médicos espíritas, de abogados espíritas, hospitales del gobierno donde se trabaja en conjunto con los espiritistas y un largo etc., contándose por miles el número de centros espíritas en ese país.

Pero España fue durante un tiempo un país puntero dentro del Espiritismo, tuvieron lugar dos congresos internacionales de Espiritismo en el 1888, el primer internacional, y en el 1934. Era una época en la que el Espiritismo había calado en todas las clases sociales, hasta en la política. Alcanzado cotas insospechadas, como fue el hecho de que en el 1873 se sometió a la aprobación de las Cortes Constituyentes una enmienda al proyecto de ley sobre reforma de la 2ª Enseñanza y Facultades de Filosofía y Letras para implantar la enseñanza del espiritismo. Pero la guerra civil y el posterior régimen político ahogaron todas las posibilidades de supervivencia de las asociaciones espíritas y hasta los años 80 no pudieron volver a legalizarse.


¿Cuál es el concepto de Dios según el Espiritismo?

Dios sería la inteligencia creadora de este universo. Un ser inteligente ha debido que crear este universo, en el que nos hallamos, ya que está lleno de armonía, previsión, belleza, coherencia, manifiestas en todas y cada una de las leyes físicas, inmutables. Ninguna mente racional puede atribuir esto a la casualidad. Sí existe una causalidad en este universo, y la causa ha debido ser inteligente, basta ver el efecto.


¿Dónde se puede encontrar la prueba de la existencia de Dios?

«En un axioma que aplicáis a vuestras ciencias: No hay efecto sin causa. Buscad la causa de todo lo que no es obra del hombre, y vuestra razón os responderá.» (…)Para creer en Dios basta con pasar la mirada por las obras de la creación. El Universo existe. Tiene, pues, una causa. Dudar de la existencia de Dios sería negar que todo efecto tiene una causa y afirmar que la nada ha podido hacer algo. (Preg. 4 de El Libro de los Espíritus)


¿Hay vida en otros planetas?

, y nosotros en la Tierra estamos lejos de ser los primeros en inteligencia, bondad y perfección. La lógica y la Ciencia (aunque aún no haya encontrado la prueba patente de la vida en otros planetas) así nos lo indican. Continuamente aparecen nuevos exoplanetas con condiciones parecidas a las de la Tierra y por lo tanto con posibilidad de vida. Nuestro planeta por tanto no tiene nada de privilegiado dentro de este Universo infinito, si tuviera límites, ¿qué habría más allá?, la nada no existe.


¿Estamos en una época de transición?

y las comunicaciones se suceden en este sentido, pero ya no nos dicen «Los tiempos están próximos», sino que aseguran «Los tiempos han llegado».

Son tiempos de cambio, de un cambio profundo, y por estas palabras no debemos entender grandes cataclismos. Las convulsiones parciales de nuestro planeta han tenido lugar en todas las épocas y se producen aún, porque tienden a su constitución, pero éstos no son los signos de los tiempos. No miremos al cielo para buscar los signos precursores porque no los hallaremos y aquellos que así lo anuncian están engañados o tratan de engañarnos. Miremos en torno nuestro, a las personas y aquí hallaremos esos signos precursores.

No vendrá un fin del mundo material, la Tierra tiene mucho que progresar aún y no será destruida. Pero la Humanidad ha llegado a uno de esos períodos de transformación, y nuestro planeta va a elevarse en la jerarquía de los mundos. Lo que se prepara es el fin del mundo moral, del viejo mundo de los prejuicios, del egoísmo, del orgullo y del fanatismo. Cada día se lleva algunos restos y se suceden nuevas generaciones que irán consolidando este nuevo edificio.

Estas nuevas generaciones se distinguirán por una inteligencia y una razón generalmente precoces, junto a un sentimiento innato del bien. Todo lo cual es signo indudable de cierto progreso anterior. No se trata de espíritus superiores pero si irán encarnando aquellos lo suficientemente elevados para secundar el movimiento regenerador. Poco a poco, generación tras generación, habrá una purga natural, y aquellos espíritus que no acompañen el progreso de este planeta ya no volverán a nacer aquí, irán a otros planetas más acorde con su estado evolutivo.


¿Y si estas preguntas frecuentes no han resuelto mis dudas?

Escríbanos a [email protected] intentaremos resolverlas, de eso sí no le quepa la menor duda.


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