A la Hora de Testimoniar por J. Herculano Pires y Chico Xavier
A la Hora de Testimoniar muestra a dos faros del Espiritismo, cada uno a su modo, J. Herculano Pires y Francisco Cándido Xavier que sumaron esfuerzos para hacer de este libro una vigorosa defensa del Espiritismo en el año 1978. Se unieron en contra de las adulteraciones, en contra de los fariseos y con la vehemencia de la verdad nos recordaron que la superioridad espiritual no está reñida con la lucha en contra de la tiranía, sea del género que sea.
Llega un momento en que tenemos que dar testimonio de nuestra convicción, de nuestra fidelidad a los principios que abrazamos. Si no somos capaces de sostenerlos y defenderlos es una traición a nosotros mismos.
Este es un libro de mensajes, crónicas, poemas y cartas, que J. Herculano Pires y Chico Xavier escogieron, para dejar documentadas sus posiciones, en cuanto a la importancia de la defensa de la obra de Kardec contra los intentos de adulteración, que ocurrían y ocurren dentro del propio movimiento espiritista.
Actualmente esta cuestión de la adulteración vuelve a ser actual por el libro de La Génesis de Allan Kardec. Y como entonces hoy algunas instituciones se mantienen «adulteradas» tratando de defender lo indefendible, y por «simpatía» cruzan el atlántico desde Brasil a España. Aunque ya no tenemos encarnado a Herculano Pires estamos seguros que desde el plano espiritual inspira a los defensores del Espiritismo sin sesgos, a los que luchan por defender la obra de Allan Kardec sin adulteraciones. Pero inspirémonos también con su legado, con sus luchas, con su ejemplo, con textos como los que contiene A la Hora de Testimoniar.
Su vehemencia y sinceridad, en la defensa de la obra de Allan Kardec, me hace pensar mucho en el cuidado que todos nosotros, los espíritas, debemos tener en la preservación de los textos referidos, bajo pena de crearnos dificultades insuperables para nosotros mismos, en el presente y en el futuro. Meditando en eso, soy yo quien me siento honrado en enviarle estas publicaciones, en un intento de demostrar en un libro-documental mi defensa y respeto en lo concerniente a la Codificación Kardeciana, que nos cabe encaminar al futuro tan auténtica como nos sea posible.
En el caso que se edite un libro con esas directrices, el apreciado profesor podrá usar, o presentar en el contexto del volumen, cualquier trozo o la total correspondencia que le he enviado sobre el asunto, pues eso podrá aclarar la actitud que tomé.
La enseñanza adulterada sólo podría llevar al medio espírita a la desfiguración de los textos de Kardec. En el plano cultural, la adulteración es un crimen que sólo puede ser disculpado por la ignorancia. En el plano espiritual es la profanación de la verdad revelada. Y en ambos planos, más particularmente en el moral, la adulteración es un acto de traición.
Hermano Saulo
La lucha de Herculano
Cuando Herculano descubrió la adulteración de El Evangelio según el Espiritismo…
– ¿Y qué quieres hacer?
Herculano Pires recordó las palabras de Allan Kardec contenidas en El Evangelio según el Espiritismo (capítulo X, ítem 21):
Conforme a las circunstancias, desenmascarar la hipocresía y la mentira puede ser un deber, pues es mejor que un hombre caiga a que muchos sean engañados y se vuelvan sus víctimas.
Y respondió:
– ¡Alertar el movimiento espírita de norte a sur! Desafortunadamente el nombre de la federación será citado, aunque la institución no tenga culpa de la irresponsabilidad de sus actuales directores.
Herculano estaba indignado, pues adulterar las obras de Kardec y darlas al pueblo es peor que quemarlas, como hizo el obispo de Barcelona.
Dijo Herculano:
Ningún espírita consciente del valor y del significado real de la Doctrina Espírita puede cruzar los brazos y callar la boca ante esa calamidad. Se trata de un gravísimo problema de cultura. Estamos reducidos, ante los hombres de cultura, a la condición de una súcita de ignorantes, de místicos retrógrados, incapaces de comprender la propia doctrina que esposan.
Y redactó inmediatamente un artículo-denuncia titulado «Adulteración de las Obras de Kardec», que O Diario de Sao Paulo estampó en su edición dominical y que tuvo el efecto de una bomba en el movimiento espírita. Días después, sorprendentemente, el confesor Alfredo Cruso, que había formado parte del directorio del Club de los Periodistas Espíritas de Sao Paulo y que dirigía una gráfica, regaló a Herculano Pires sesenta y cuatro mil folletos reproduciendo el artículo denuncia.
Es increíble – escribió Herculano – que la adulteración partió de donde partió. Pero la edición allí está, en la propia librería de la Federación, en un lanzamiento de treinta mil volúmenes para la venta a precios populares. Con ella, la Federación rompe el clima de respeto por los textos de las obras básicas del Espiritismo. De ahora en adelante, los reformadores de Kardec tendrán las manos libres para hacer las alteraciones con que vienen soñando desde hace muchos años, para adaptar, cada grupo, esas obras a su manera particular de encarar los problemas espíritas . Más grave se vuelve el caso ante la amenaza de lanzamiento de toda la Codificación en nuevas traducciones por ese mismo proceso.
Y después de mostrar ejemplos de la adulteración esparcidos por todo el libro, escribe el maestro con rotundidad:
Nadie, bajo ningún pretexto, tiene el derecho de hacer adulteraciones en los textos de Kardec o de cualquier autor de obras doctrinarias o no. Cuando se trata de obras básicas de cualquier doctrina, esta práctica es considerada criminal. Y el crimen es tanto más grave cuando se practica en obras de un autor ya fallecido y cuyos derechos de autor son de dominio público. Porque la figura jurídica del dominio público resguarda la integridad de la obra, permitiendo que sea publicada por cualquier editor sin pago de derechos de autor.
En el caso de las obras de Kardec, que constituyen el fundamento doctrinario del Espiritismo, corresponde a las instituciones espíritas velar por su integridad, impedir su desfiguración por cualquier editor irresponsable. Pero si las propias instituciones espíritas se pusieran a desfigurar esas obras, ¿quién las defenderá, quien resguardará su integridad? Y qué respeto mostramos por la Doctrina. …Sólo queda a la Federación una medida urgente: retirar la edición de circulación y sufrir el prejuicio resultante de la falta de criterio ante ese lanzamiento.
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