BIOGRAFÍA DE ALLAN KARDEC

La vida de Denizard Rivail (1804-1854)

El discípulo de Pestalozzi (1804-1814)

Denizard-Hipolyte-León Rivail (Allan Kardec*) nació en la ciudad de Lyon, Francia, el 3 de octubre de 1804, a las 7 de la tarde,  descendiente de  una antigua familia lyonesa. *La biografía de Allan Kardec es la de Rivail ya que Allan Kardec era su pseudónimo.

Hijo de Jean-Baptiste Rivail, hombre de leyes,  juez,  y  de  su  esposa Jeanne Duhamel,  por  aquel entonces domiciliados en la calle Sala n.º 76.

Buena parte de sus antepasados se habían destacado en la magistratura, pareciendo que el joven Rivail había de seguir el mismo rumbo de sus mayores.

Pero nada más desacertado, pues sus inclinaciones vocacionales fueron las ciencias y la filosofía, pero fundamentalmente la pedagogía.

Provenía de familia católica, y hasta casi cumplir los diez años de edad cursó los primeros estudios en su ciudad natal, mas al completar los mismos en Yverdun, Suiza, donde concurrió al Instituto de Educación Pestalozzi, recibió una fuerte influencia protestante.

En 1814 los padres de Denizard H. L. decidieron enviar a su hijo a Yverdún  (Suiza). Los motivos que impulsaron a sus padres a tomar esta decisión fueron el renombre que había adquirido dicha escuela en toda Europa, regida por Juan Enrique Pestalozzi, así como la situación política que atravesaba el país, cuando el emperador Napoleón perdía la batalla de Waterloo.

Se dice que en esta escuela desarrolló las ideas que más tarde hicieron de él un observador atento y minucioso, un pensador prudente y profundo. Fue bachiller en letras y ciencias, doctor en medicina, hablaba alemán e inglés con fluidez, y podía expresarse fácilmente en holandés. Muy a menudo, cuando Pestalozzi se ausentaba de Yverdún, confiaba a Hipólito León Denizard Rivail la dirección de la escuela.

Yverdún fue decisivo para el joven Rivail. Toda su actividad futura, su vida de director de institución escolar y de autor de libros didácticos, que fue continua durante treinta años (1824-1854) tuvo sus raíces en los años transcurridos en Yverdún. Tuvo allí un pequeño universo humano que lo ha marcado para siempre, y la figura del maestro se convertirá para él en la imagen misma del jefe que dirige y educa a los hombres.

 

La escuela de Pestalozzi ( 1814-1818)

Yverdún fue un lugar de reunión para los niños del mundo entero. Era la escuela del universalismo, de la fraternidad de los niños que llegarán a ser, a su tiempo, hombres cargados de responsabilidad. Pestalozzi era el educador atento, el maestro a la vez severo y dulce, justo y caritativo. En su doctrina y en su ejemplo Rivail encontró el modelo del hombre íntegro que fue luego él mismo y que se volvió igualmente el ideal de la moral espírita.

¿Cuáles son los principios generales de la educación pestalozziana?

Es el mismo Rivail quien lo explica:

«Ha tomado al niño al salir de manos de la naturaleza para seguirlo en sus desarrollos; ha considerado la manera en la que sus ideas se desenvuelven; ha estudiado sus necesidades y sus facultades; y después de numerosas observaciones, estableció un método que tiende esencialmente a aprovechar las facultades que ha recibido de la naturaleza, para darle un juicio sano y habituarlo a poner en orden sus ideas.»

Lo que quería Pestalozzi era enseñar al niño el arte de aprender.

Pestalozzi, como instructor, trataba de desarrollar en los niños el espíritu de observación y la memoria. Porque el niño nace observador y su espíritu de curiosidad y de análisis no pide más que una ayuda mínima. Es suficiente, dice Denizard Rivail, con «ser dulce y severo».

Y allí fue, en efecto, donde él aprendió el verdadero sentido de la educación en todos sus términos. Todos los niños que  allí estudiaban formaban una gran familia, una familia formada por chicos de  todas las nacionalidades, creencias, colores y  razas, una familia universal. Esto lo podremos comparar más tarde con el sistema  educativo del Espiritismo,  el cual guarda notables similitudes con el aprendizaje en Yverdún.

Ciertamente, a este método, que guió sus primeros pasos en la actividad pedagógica, Allan Kardec agregó sus propias ideas. Rivail prefería, por otra parte, desde 1824, combinar el método Pestalozzi con el método ordinario, a saber:

Hacer continuar la abstracción con la intuición, de modo que si el alumno, instruido de acuerdo con este método, pasaba súbitamente a otro, no se encontraría en él como un extraño, mientras que el que salía del de Pestalozzi tenía que hacer un estudio enteramente nuevo.

Retengamos entonces, como conclusión del paso de Denizard Rivail por la escuela de Pestalozzi, los comentarios de su primer biógrafo, Henri Sausse:

«Es en esta escuela donde se han desarrollado las ideas que debían más tarde hacer de él un observador atento, meticuloso, un pensador prudente y profundo.»

 

El estudiante (1818-1824)

Sabemos muy pocas cosas sobre esta etapa de su vida. ¿Cuánto tiempo permaneció todavía en Yverdún? En 1818 contaba ya catorce años, es decir, la edad del límite escolar. Fue posible, sin embargo, que durante algún tiempo reemplazara a Pestalozzi, llamado desde todas partes de Europa para fundar institutos semejantes al de Yverdún. En esa época, un joven de quince años era ya bachiller.

Henri Sausse informa acerca de algunas referencias suministradas por M. G. Leymarie, según las cuales el discípulo de Pestalozzi no se habría contentado con sus bachilleratos en letras y en ciencias, y habría proseguido estudios de medicina y aun presentado su tesis, con brillantez. Por otra parte, a André Moreil le parece más probable que el joven institutor, de regreso a Francia, tuviera premura de poner en práctica las enseñanzas de Pestalozzi. La educación de los niños en la edad escolar le interesaba más que la curación de los enfermos físicos. Reencontrará la medicina en la segunda parte de su vida. Ésta será una medicina del alma, el Espiritismo práctico.

Sea como fuere, Denizard Rivail se hallaba en París en 1824, fecha de la publicación de su primer libro.

 

El pedagogo  (1824-1848)  

En esta etapa  de su vida, Rivail  parecía haber encontrado su vocación. Se entregaba a fondo, no economizaba sus esfuerzos.

Un número importante de libros de carácter didáctico, de planes, métodos y proyectos propuestos a los diputados, gobiernos y universidades concernientes a la eterna Reforma de la enseñanza francesa, en una palabra, una actividad pedagógica, tomaba lugar en su vida privada.

En 1824 publicó su primera obra, Curso práctico y teórico de aritmética, en cuyo discurso preliminar leemos: «Deseando hacerme útil a la juventud…». A los veinte años, este espíritu altruista deseaba ponerse al servicio de los niños de su país.

Ya hemos hablado de los elogios que el joven Rivail hace de sus maestros Pestalozzi y de M. Boniface, discípulo de Pestalozzi, maestro de Rivail y director de una escuela en el barrio  de Saint Germain, en París.  Durante mucho tiempo, el pedagogo siguió los consejos del educador de Yverdún y firmó sus obras con la mención: «discípulo de Pestalozzi».

El joven institutor fundó en París, en el 35 de la calle Sévres, un establecimiento semejante al de su maestro de Yverdún: «L’Institution Rivail».

El discípulo de Pestalozzi tenía planes de educación que estimaba eficaces y necesarios para la enseñanza del francés.  En 1828 redactó el Plan propuesto para el mejoramiento de la Educación Pública. En él, según sus costumbres, el profesor Rivail resume en algunas proposiciones sus puntos de vista, que sometería a consideración por parte de los miembros del Parlamento. Entre Rivail, el educador, y Allan Kardec, el codificador, no hay ninguna diferencia ni de método ni de rigor científico.

Más tarde, en 1831, la Academia Real de Arrás lo premió por un trabajo presentado en concurso, al que tituló: ¿Cuál es el sistema de estudios más en armonía con las necesidades de la época?

En este mismo año publicó una Gramática francesa clásica según otro nuevo plan. Este plan es justamente una Memoria que Rivail dirigió a los «señores miembros de la Comisión encargada de revisar la legislación universitaria y de preparar un proyecto de ley sobre la enseñanza». Espíritu metódico, animado de un verdadero deseo de ayudar a las autoridades competentes en la elaboración de una ley eficaz sobre la educación escolar, Denizard Rivail no ahorró su tiempo. Se vio recompensado por un premio muy codiciado: la academia Real de Arras honró su proyecto.

Fue en esta misma época cuando sucedió un feliz episodio en la vida del director de «L’Institution Rivail» de la calle Sévres: entabló conocimiento con Amelia Boudet, quien un año después será su esposa.

En el mundo de las letras y  la enseñanza que Denizard Rivail frecuentaba en París, conoció a Mlle. Amélie Boudet, que era institutriz diplomada de primera clase. Pequeña, muy bien formada, gentil y graciosa, rica por parte de sus padres, inteligente y vivaz, supo hacerse notar por su sonrisa y sus cualidades a M. Rivail, en el que ella adivinó, bajo el hombre amable, en el buen humor fresco y comunicativo, al pensador sabio y profundo, aliando a tales cualidades una gran dignidad en el vivir.

Amélie-Gabrielle Boudet era la hija única de Julien-Louis Boudet, propietario y ex escribano, y de Julie-Louise Seigneat de Lacombe. Nacida en Thiais, en el Seine, el 23 de noviembre de 1795, era  por tanto nueve años mayor que Denizard Rivail.

El 6 de febrero de 1832 contrajeron matrimonio y los jóvenes esposos se instalaron en el Instituto técnico, ubicado en el número 35 de la calle de Sèvres.

De su vida conyugal lo ignoramos todo; pero se puede suponer que ambos esposos se entendían muy bien, puesto que la colaboración entre ambos no sufrió ningún tropiezo. Amélie secundó a su marido, tanto en la actividad pedagógica como en la fundación del Espiritismo científico.

Al cabo de un par de años, y debido a que el tío de Denizard, socio capitalista, había perdido en el juego casi todo su dinero, «l’Institution Rivail tuvo que cerrar.

Pero, superado el doloroso acontecimiento, Allan Kardec pronunció su último gran discurso de fin de año. El 14 de agosto de 1834, ante sus colaboradores y sus alumnos reunidos, expresó:

«Vengo, según mi costumbre, a aprovechar esta solemnidad para rendiros cuenta de mi gestión. Ansioso de justificar vuestra confianza, me esfuerzo en  reformar lo que me parece defectuoso, en añadir lo que me parece útil, de aprovechar, en una palabra, las observaciones que hago cada día; porque la educación es la obra de mi vida, y todos mis  instantes están empleados en meditar sobre este asunto; feliz cuando encuentro algún medio nuevo o cuando descubro nuevas verdades.»

El Instituto Técnico de la calle de Sévres debió cerrar sus puertas. Después de la liquidación del negocio, saldaron una cierta cantidad de francos que inviertieron en un negociante, amigo íntimo de la familia. Desgraciadamente, éste quebró, pero la pareja no se dejó llevar por la desesperación.

M. Rivail buscó y consiguió llevar las contabilidades de tres casas de comercio, ganando, con su cargo de tenedor de libros, más que suficiente para vivir bien. Terminada la jornada, este trabajador infatigable concebía durante la noche gramáticas, aritméticas, volúmenes para los estudios superiores pedagógicos. Traducía, asimismo, obras inglesas y alemanas.

 

Sus obras didácticas

La lista de obras didácticas escritas por él es bastante larga. He aquí una escueta relación, en orden cronológico:

– Plan para el mejoramiento de la instrucción pública (1828).

– Curso práctico y teórico de aritmética (1829).

– Gramática francesa clásica (1846).

– Manual de exámenes para la certificación de capacidad (1846).

– Catecismo gramatical de la lengua francesa (1848).

– Programa de los cursos usuales de química, física, astronomía y fisiología (1849), en el que resumía los cursos que dictaba en el Liceo Polimático.

– Grammaire normale des examens o soluciones de todas las cuestiones sobre
gramática francesa.

– Curso para cálculos de memoria, según el método de Pestalozzi (para uso de las madres e instructores).

– Tratado de aritmética.

– Solución de los ejercicios y problemas del Tratado completo de Aritmética.

– Cuestionario gramatical, literario y filosófico.

– Manual de exámenes para certificados de capacidad.

Desde 1835 hasta 1848 estuvo dedicado al trabajo escolar. Organizó también, en su domicilio, cursos gratuitos de química, física, astronomía, anatomía comparada… todo lo que no había podido enseñar en su instituto técnico.

Al cabo de un  año presentó sus dos últimas obras de pedagogía:

– Dictados normales.

– Dictados especiales para las dificultades ortográficas.

La Universidad de Francia adoptó sus obras, con lo cual coronó, en cierta forma, una actividad de un cuarto de siglo al servicio de la educación pública, constituyéndose una holgada situación económica.

Por otra parte, Rivail no renunció a sus Planes y Proyectos, y en 1847 publicó otro  Proyecto de reforma.

Al término de una actividad y de una experiencia pedagógica, vemos a Rivail preparado para otra tarea, la fundación científica del Espiritismo.

 

El hombre universal (1848-1854) 

Gracias a la experiencia acumulada al escribir obras de aritmética, geometría, química, física, historia, literatura, etc., Rivail se convirtió en un hombre muy instruido.

Nada le era desconocido. Era un hombre que daba a su curiosidad un método de investigaciones  sólido.

Aunque Rivail trabajaba para la educación de los niños de su país, no dejaba de transformarse él mismo en un hombre sin patria ni ataduras particulares.

El estudio de las ciencias y de las humanidades le habían enseñado que el hombre, para ser verdaderamente libre, debe tomar conciencia de su universalidad. El espíritu de tolerancia, de caridad, debe ser más fuerte que el de clan, de secta o de iglesia, de grupo limitado en el tiempo y en el espacio.

Pero, entre todas las doctrinas  o sistemas de educación universalistas que precedieron al Espiritismo, Rivail encontró afinidades con la francmasonería.

La Gran Logia Nacional de Francia fue fundada en 1848 y estaba compuesta por 8 logias. Era muy habitual en aquella época ser francmasón, y el maestro Rivail fue iniciado en los principios masónicos en alguna de estas logias.

He aquí la definición ideológica de la francmasonería (presentada por el Larousse del siglo XIX):

«Ella tiene por objeto el mejoramiento moral y material del hombre, por principios la ley del progreso de la humanidad, las ideas filosóficas de tolerancia, de fraternidad, de igualdad, de libertad, abstracción hecha de la fe religiosa o política, de nacionalidades y de las distinciones sociales.»

Rivail adoptó los principios masónicos, pero renunció a todo formalismo, por lo tanto, a todo aspecto de culto de la iniciación masónica. Sin embargo, el fondo de la doctrina masónica se reencuentra en el Espiritismo.

Prosiguiendo su carrera pedagógica, el profesor Rivail hubiera podido vivir feliz, honrado y tranquilo, consolidada su posición económica merced a una labor fervorosa y al brillante éxito que coronaba sus esfuerzos; pero su destino le llamaba a una más elevada tarea, a una obra mayor que habría de mostrarlo siempre a la altura y dignidad de ella.

 

La vida de Allan Kardec  (1855-1869)

Su primera iniciación espírita

Antes de conocer por primera vez algo sobre el Espiritismo, mesas giratorias-parlantes, y otras manifestaciones de la misma índole, Rivail ya se había interesado por el  magnetismo animal, y por los estudios de Mesmer sobre este tema. El que luego fue Allan Kardec escribió que el magnetismo preparó el camino del Espiritismo, y que los rápidos progresos de esta última ciencia fueron incontestablemente debidos a la vulgarización de las ideas sobre la primera.

Ya en 1854 Denizard Rivail oyó hablar por primera vez sobre las mesas  giratorias, y fue de labios del señor Fortier, amigo y compañero en los estudios relacionados con el magnetismo, como empezó a interesarse más. Fortier le comentó en cierta ocasión:

«-He aquí algo que es mucho más extraordinario, no solamente se hace girar una mesa magnetizándola, sino que se la hace hablar; se la interroga y ella responde.»

«-Esto -replicó Allan Kardec- es otra cuestión: yo creeré en ello cuando lo vea y cuando se me haya probado que una mesa tiene un cerebro para pensar, nervios para sentir y que puede volverse sonámbula; hasta entonces, permitidme no ver en ello más que un cuento aburrido.»

Es así, pues, como empieza la vida espírita de Allan Kardec: con el esceptismo más absoluto.

Pero, en el mes de enero de 1855, Rivail se encontró con un amigo suyo, el Sr. Carlotti, un hombre de veinticinco años de edad, el cual le habló de los fenómenos espíritas durante más de una hora, con un gran entusiasmo muy  propio de su carácter, pues era corso y de una naturaleza ardiente y enérgica. Él fue el primero que le habló sobre la intervención de los espíritus en esos movimientos e interrogatorios de las mesas, y aumentó, consecuentemente, las dudas que Rivail albergaba.

«Un tiempo después -explica el mismo Kardec-, hacia el mes de mayo de 1855, me hallaba en casa de la sonámbula Sra. Roger, con el señor Portier, su magnetizador; encontré allí al Sr. Patier y a la Sra. Plainemaison, quienes me hablaron de esos fenómenos en el mismo sentido que el Sr. Carlotti, pero con un tono muy  diferente.

»El Sr. Patier era un funcionario público, de cierta edad, hombre muy instruido, de carácter serio, frío y sereno; su lenguaje reposado, exento de todo entusiasmo, produjo en mí una viva impresión, y cuando me invitó para asistir a las experiencias que tenían lugar en la casa del Sr. Plainemaison, acepté de inmediato.»

El encuentro fue fijado para un martes a las ocho de la noche.

«Allí fui testigo por vez primera del fenómeno de las mesas giratorias, saltantes y corredoras, y esto en condiciones tales que la duda ya no era posible.

»He visto allí también algunos ensayos muy imperfectos de escritura  mediúmnica sobre una pizarra con la ayuda de una cestita. Mis ideas estaban muy lejos de estar definidas, pero había allí un hecho que debía tener una causa. Entreví, bajo esas futilidades aparentes y la especie de juego que se hacía con esos fenómenos, alguna  cosa seria y algo así como la revelación de una nueva ley que me propuse profundizar.

»Pronto se me ofreció la ocasión de observar más atentamente de lo que había podido hacer antes. En una de esas reuniones de la Sra. Plainemaison, trabé  conocimiento con la familia Baudin, que residía en la calle Rochechouart. El Sr. Baudin me invitó a asistir a las sesiones que tenían lugar en su domicilio, y a las cuales concurrí desde ese momento con asiduidad.

»Fue allí -expresa- donde hice mis primeros estudios sobre Espiritismo, más fundamentados sobre las observaciones que sobre las revelaciones. Apliqué a esta nueva ciencia, como lo había hecho siempre, el método experimental. Jamás senté una teoría preconcebida. Observaba con atención, comparaba, deducía y sacaba conclusiones; de los efectos me remontaba a las causas mediante la deducción y el encadenamiento lógico de los hechos, y admitiendo la viabilidad de una explicación solamente cuando ella podía resolver todas las dificultades inherentes al problema. Ese es el procedimiento que utilicé toda mi vida, desde la edad de quince o dieciséis años.

»De entrada comprendí la gravedad de la investigación que emprendía, y entreví en esos fenómenos la clave del oscuro y controvertido problema del pasado y el porvenir de la humanidad, la solución y la respuesta a todas mis búsquedas.

»Se trataba de una revolución completa en las ideas y las creencias; por lo tanto, debía actuar con circunspección y no a la ligera; ser positivista y dejar los ideales de lado para evitar afirmaciones ilusorias.»

Con todo, Rivail estuvo a punto de abandonar estos estudios, absorbido por otras ocupaciones; y eso hubiera hecho de no ser por las reiteradas solicitudes de los señores Carlotti, destacado lingüista con quien mantenía una amistad de veinticinco años; Taillandier, literato, doctor en letras y más tarde miembro de la Academia Francesa; Tiedeman-Manthese, filósofo holandés y primo hermano de la reina de Holanda; Antoine Léandre Sardou, profesor lexicógrafo y autor de varias obras escolares; su hijo Victorien Sardou, entonces joven estudiante de medicina y más tarde médium dibujante, famoso dramaturgo y miembro de la Academia Francesa; además de Pierre-Paul Didier, futuro editor de sus obras e impulsor de la famosa Librería Académica, quien proseguía el estudio de tales fenómenos desde hacía cinco años.

Estas personalidades habían reunido cincuenta cuadernos de comunicaciones diversas, que era necesario estudiar y catalogar.

Conociendo la capacidad de síntesis de Rivail, entregaron a éste los mismos, pidiéndole que los analizara y cotejara sobre la base de un plan orgánico.

Rivail se puso manos a la tarea: Tomó los cuadernos, los anotó cuidadosamente, suprimió las repeticiones y puso en su lugar los dictados de cada sesión.

«Hasta entonces -dice él mismo-, las sesiones en casa del señor Baudin no tenían una finalidad determinada; decidí por ello darles un giro preciso y obtener respuestas que me interesaban desde el punto de vista de la filosofía, la psicología y la naturaleza del Mundo Invisible

Llegaba a cada sesión con una serie de preguntas preparadas y metódicamente ordenadas, las que siempre fueron respondidas con precisión, profundidad y de una forma lógica. Estas comunicaciones, desarrolladas y completadas, luego formaron la base de El Libro de los Espíritus.

En 1856 Rivail asistió a las reuniones mediúmnicas que tenían lugar en la casa del señor Roustan, con la señorita Japhet, sonámbula, como médium que obtenía interesantes comunicaciones.

Por intermedio de ella hizo revisar las obtenidas anteriormente.

Allan Kardec manifestaba que no quedó del todo satisfecho con esta revisión, lo que le movió a consultar a otros médiums, siendo el caso que en preguntas espinosas de El Libro de los Espíritus llegaron a colaborar hasta diez médiums distintos, como manifiesta en dicho libro.

 

El anuncio de su misión

El 25 de marzo de 1856 Allan Kardec estaba en su gabinete de trabajo preparando El Libro de los Espíritus, cuando oyó repetidos golpes contra el tabique; trató de averiguar la causa sin descubrirla. Al día siguiente, siendo un día de sesión en la casa del Sr. Baudin, relató el hecho y solicitó de los espíritus una explicación. Se le dijo que era su espíritu familiar, que le advertía de que estaba cometiendo un error en lo que estaba corrigiendo, que lo revisara; al preguntarle Kardec por su nombre, le dijo:

«Para ti seré La Verdad, y todos los meses, aquí, durante un cuarto de hora, estaré a tu disposición.»

El 30 de abril del mismo año, en casa del Sr. Roustan, con la Srta. Japhet como médium, la cestita se puso a escribir espontáneamente:

«…No habrá mas religión y hará falta una, pero verdadera, grande, bella y digna del Creador. Los primeros fundamentos de la misma están ya colocados. Tú, Rivail, ésta es tu misión….»

El 7 de mayo, en casa del Sr. Roustan, Rivail interrogó al espíritu de Hahnemann, preguntándole la confirmación de su misión.

«Sí –respondió el espíritu–. Si interrogas tus aspiraciones, tus tendencias y el objeto casi constante de tus meditaciones, ello no debe sorprenderte…»

Un mes después, el 12 de junio, la médium Alice C. lo puso en presencia del Espíritu de la Verdad, su guía, el cual, preguntado por Rivail, afirmó: «Yo confirmo lo que te han dicho, pero te comprometo a mucha discreción si quieres tener éxito. No olvides que tanto puedes triunfar como puedes fallar; en este último caso, otro te reemplazaría, porque los designios de Dios no reposan sobre la cabeza de un hombre… Tu misión no puede ser justificada más que por la obra cumplida, y tú no has hecho todavía nada…»

Una tarde de 1857, un espíritu protector le dio una comunicación enteramente personal: dijo haberle conocido en una existencia precedente, cuando en el tiempo de los druidas vivían ambos en las Galias. Su nombre era el de Allan Kardec.

A partir de ese momento, Denizard Rivail firmó todos sus libros con el pseudónimo de Allan Kardec.

Miss Ana Blackwell, traductora inglesa de las obras de Allan Kardec, le describe en los siguientes términos:

«Allan Kardec es de mediana estatura, robusto, de cabeza amplia, redonda, firme, con facciones muy marcadas y ojos grises claros; más que francés parece alemán. Es enérgico y tenaz, pero de temperamento tranquilo, precavido y realista hasta la frialdad, incrédulo por  naturaleza y por educación, razonador lógico y preciso, y eminentemente práctico en ideas y acciones, estando igualmente distanciado del misticismo que del entusiasmo. Grave, remiso en el hablar, sin amaneramientos, pero con cierta tranquila dignidad resultado de la serenidad y de la independencia de criterio, que son los rasgos distintivos de su carácter; sin buscar ni evitar las discusiones, pero sin aceptar críticas sobre el asunto al cual ha consagrado toda su vida, recibe afablemente a los innumerables visitantes que acuden de todas  las partes del mundo a hablar con él acerca de las ideas de las cuales es el exponente más autorizado, contestando a consultas y objeciones, resolviendo dificultades, y dando informes a todos los investigadores serios con quienes habla libre y animadamente, muestra en ocasiones un rostro radiante, placentero y genial, si bien a causa de la sobriedad natural en sus maneras, nunca se le vio reír.

»Entre los miles de personas que le visitan, las hay de alto rango en el mundo social, literario, artístico y científico. El emperador Napoleón III, cuyo interés por los fenómenos espiritistas no es ningún misterio, le mandó llamar varias veces, sosteniendo con él largas conversaciones en las Tullerías acerca de las doctrinas que expuso en El libro de los Espíritus

(Sir Arthur Conan Doyle, The History of Spiritualism.)

 

El trabajo incesante

Cuando, después de múltiples revisiones y correcciones de las comunicaciones recibidas, todo le pareció ser la expresión clara de la Doctrina, Rivail publicó El libro de los Espíritus, que salió a luz el 18 de abril de 1857, en París, bajo el pseudónimo de Allan Kardec.

Esta primera edición constaba de 501 preguntas.

Ella se agotó en poco tiempo, demorándose la segunda edición hasta 1860 para ser «enteramente refundida y considerablemente aumentada» -según lo anunció el Maestro en la Revue Spirite de marzo del mismo año- pues la edición definitiva consta, como sabemos, de 1.018 parágrafos. En agosto de 1860 apareció la tercera edición, y en febrero de 1861 la cuarta, todo un éxito editorial, tres ediciones en menos de un año.

En el año 1858 Kardec observaba que faltaba algo entre todos los espíritas,  ya que era manifiesta la necesidad imperiosa de tener un interlocutor entre todos, para que hubiera una comunicación constante y se ensancharan los conocimientos entre la multitud espírita.

La idea en cuestión era la creación de una revista, en la cual se trataran todos los puntos y problemas relacionados con el Espiritismo. Allan Kardec pidió entonces ayuda financiera al señor Tiedeman,  pero este dudaba.  Pidió consejo a sus guías, y éstos le dijeron que la idea era buena y que la podía realizar. No consiguiendo fondos, decidió costear él mismo el primer número, y así, el 1 de enero de 1858 apareció por vez primera la Revue Spirite.

La revista tuvo un gran éxito y los números se sucedieron uno tras otro a partir de entonces. Más adelante el propio Allan Kardec reconoció que fue una gran suerte que nadie le ayudara económicamente, pues hubiera tenido que consultarlo todo, y de esta manera no hubiera tenido la misma calidad que tuvo entonces.

Hasta el 1 de abril de 1858  todas las conferencias se hacían en casa de Allan Kardec, pero ésta no podía albergar a más de quince personas, por eso se buscó un local para crear una sociedad donde pudieran acudir todas las personas que se interesaran por el Espiritismo.

El 1 de abril de 1858 tuvo lugar la inauguración del centro, el cual llevaba por nombre Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas. Ésta se ubicó en la galería de Valois, en el Palais-Royal. Un año después, se cambió el local a la galería Montpensier. Y recién entrado 1860, se estableció la sede de la sociedad en su ubicación definitiva, pasaje de Santa Ana nº 59.

Llegamos al año 1859; Allan Kardec trabaja mucho, pues de todas partes llegaban comunicaciones e historias verídicas para realizar la Revue Spirite. Pidió a la S.P.E.S. que se le rebajara de tanto trabajo, pero no accedieron, pues Kardec era el único indicado para realizar bien todo el trabajo de Presidente y otras ocupaciones. Durante esta época recibió toda clase de burlas y sátiras, pero él permaneció impasible sin contestarles, ya que pensaba que con gente de mala fe no se podía razonar. Pero también tuvo sus satisfacciones, tales que hacen emocionar al corazón más duro. Un día, un señor de Lima, llamado Fernando Guerrera, le escribió una carta diciéndole lo importante que era para su vida El Libro de los Espíritus; se lo enseñaba a los indígenas, y ellos lo aprendían más o menos bien; un día uno le  preguntó:

-¿Cuando estemos muertos, podremos renacer entre los blancos?

-Seguramente -le respondió.

-Entonces, ¿tú eres tal vez uno de nuestros parientes?

-Es posible.

-Sin duda, ¿es por eso que tú eres bueno y nosotros te amamos?

-Es también posible.

-Entonces, ¿cuando nosotros encontremos un blanco, no hay que hacerle daño, porque puede ser uno de nuestro hermanos?

Aquí se observa la emoción que debemos de sentir al oír estas palabras.

En este año de 1859 publicó ¿Qué es el Espiritismo?

En septiembre de 1860 Kardec efectuó una gira por el Sur de Francia (Sens, Macon, Lyon y Saint-Etienne). Sin lugar a dudas, en Lyon es donde obtuvo más éxito, pues Lyon era la ciudad que mantenía viva la fe espírita, y era donde mejor  se comprendía el fin moralista del Espiritismo. De regreso a París siguió trabajando en su segundo libro, El Libro de los Médiums.

1861 a 1865: Éstos fueron años de duro y rudo trabajo para el Espiritismo. Kardec terminó y publicó el 15 de enero de 1861 El Libro de los Médiums. Esta obra trata sobre el Espiritismo científico, con un rigor y simplicidad admirables.

En esta época el Espiritismo fue objeto de duros ataques, provenientes particularmente de la iglesia católica. Allan Kardec rebatió todos ellos, consiguiendo una contundente victoria sobre la hipocresía religiosa.

Por estas fechas Kardec realizó una gira por Sens, Macon, Lyon y Burdeos. Tuvo un gran éxito, pues cada vez había más centros y más adeptos sinceros.

En octubre de 1861 tuvo lugar el auto de fe de Barcelona, donde, por orden del obispo  de la ciudad, se efectuó la quema de trescientos libros y folletos enviados por Allan  Kardec a un librero español llamado Maurice Lachatre, por considerarlos perniciosos para la moral católica. Kardec reclamó sus derechos como ciudadano francés, pero al  final se olvidó el asunto. Este hecho tuvo gran repercusión popular, y contribuyó a la propagación del Espiritismo.

Cuando el obispo de Barcelona desencarnó, se comunicó espontáneamente en una sesión ante Allan Kardec,  y le dijo:

«Está escrito: tú has quemado las ideas, y las ideas te quemarán. Orad por mí; orad, porque es grata a Dios la oración que le dirige el perseguido por el perseguidor. El que fue obispo y no es más que un penitente.»

En 1862  Kardec fue reconocido con el título de Presidente de honor por la Sociedad Espírita de Viena.

El 15 de enero de 1862 editó El Espiritismo en su más simple expresión. En abril  de 1864 publicó Imitación del Evangelio según el Espiritismo, cambiando luego el título por el de El Evangelio según el Espiritismo.

El 5 de mayo de 1865 Allan Kardec redactó una carta donde explicaba y contestaba a todos aquellos  hombres que lo calumniaban, acusándole de que gracias al Espiritismo él se había vuelto rico y millonario. En esta carta, Kardec explicaba con claridad dónde iba a parar el dinero que recibía de sus supuestas rentas espíritas, y demostraba que tales acusaciones eran supercherías esgrimidas por personas de mala fe para intentar difamarle.

El 1 de agosto de 1865 publicó El Cielo y el Infierno o La Justicia Divina según el Espiritismo: la primera parte de esta obra contiene un examen comparado de las diferentes creencias respecto del cielo y el infierno, ángeles y demonios, penas y recompensas futuras, dogma de las penas eternas, mostrando su faz lógica y la imposibilidad material de la eternidad de las penas. La segunda parte aporta numerosos ejemplos en apoyo de las teorías, mejor dicho, aquéllos han servido para establecer dichas teorías.

En enero de 1868 apareció La Génesis, los milagros y las predicciones según el Espiritismo.

Paralelamente a su obra literaria, Kardec realizó numerosos viajes y conferencias, no sólo a lo largo de toda Francia, sino incluso fuera de su país natal. De ello es posible encontrar extensa información en su libro Viaje Espírita en 1862.

 

Su desencarnación

El cuerpo de Allan Kardec, aunque robusto y sano, acusaba la fatiga de la laboriosa actividad a que era sometido. Allan Kardec ya había sido advertido y aconsejado durante el proceso de una anterior enfermedad por el espíritu del Dr. Demeure: «Vuestra enfermedad actual no es sino resultado de un desgaste incesante de fuerzas vitales que no da lugar a que se  realice la reparación, y de un recalentamiento de la sangre producido por la falta absoluta de reposo. Nosotros os sostenemos, sin duda, pero con la condición de no deshacer lo que nosotros hacemos. ¿De qué sirve correr? ¿No le ha sido dicho tantas veces que cada  cosa llegaría a su tiempo y que los espíritus encargados del movimiento de las ideas sabrían hacer surgir las circunstancias favorables cuando el momento de actuar hubiera llegado?

Durante estos últimos años de su existencia, innumerables detractores han  intentado trabar la marcha victoriosa del Espiritismo. Allan Kardec ha luchado contra  la mala fe, la calumnia y la maldad. ¿Pero, qué será del Espiritismo después de su muerte?

Como el cristianismo, la nueva doctrina se ha expandido con una fuerza fulminante.

El número de los adversarios también se ha acrecentado. Allan Kardec piensa entonces  en una organización administrativa del movimiento, que corre el riesgo de perderse en  querellas o errores si el Comité Central no pone las cosas en orden.

Entonces, este hombre, en el crepúsculo de su vida, escribe su testamento filosófico. Éste se refiere en primer lugar a la nueva organización de la Sociedad Espírita, y quedará  siempre como un ejemplo para todas las demás sociedades espíritas.

El tiempo apremiaba. Pese a su enfermedad, Allan Kardec trabajaba febrilmente. Se apresuraba a terminar su obra. Para que la misma fuera debidamente cumplida, preparaba los conceptos generales concernientes a la organización, la administración y el futuro del Espiritismo.

La idea más preciada que él acariciaba en este momento era la de lograr construir seis casitas con jardín en el terreno que había comprado hacía tiempo en la avenida Ségur.

Esperaba poder retirarse él mismo a la Villa Ségur y llevar con él, en las otras viviendas, a los defensores indigentes del Espiritismo.

En la mañana del 31 de marzo de 1869, el corazón de Allan Kardec se detuvo para siempre a consecuencia de la ruptura de un aneurisma. Al día siguiente, debía mudarse por fin a la Villa Ségur, en la que ya habían finalizado las obras de construcción  de las seis casitas… Pero su cita era en otra parte.

Veamos algunos detalles dados por Muller:

«Amigos -escribe el espírita-, Allan Kardec ha muerto esta mañana entre las once y las doce del mediodía, súbitamente, se ha desplomado sobre sí mismo sin proferir una sola  palabra, estaba muerto; estaba solo en su casa, ordenando libros y papeles para su  mudanza, que había comenzado y que debía terminarse el día siguiente. Su conserje acudió a los gritos de la criada y de un empleado, lo levantó, nada, nada más; Delanne, que acudió a toda prisa, lo friccionó, lo magnetizó, pero en vano, todo había terminado.

»Acabo de verlo, he penetrado en la entrada, toda obstruida por utensilios caseros; la puerta de la sala de sesiones, enteramente abierta, me ha dejado ver el desorden de los aprestos para la mudanza; introducido en el saloncito que conocéis bien, con su tapiz rojo y sus muebles antiguos, he divisado en primer término a la Sra. Kardec, sentada en el lugar del canapé frente a la chimenea; M. Delanne al lado; frente a ellos, sobre dos colchones en el suelo, yacía el cuerpo, restos inanimados de aquel a quien todos amamos; por la expresión de su semblante, parecía reposar tranquilamente y gustar  del placer dulce y calmo del deber cumplido.

»Era triste, y sin embargo, un sentimiento de dulce quietud penetraba el alma; todo en la casa era desorden, caos, muerte; y todo allí parecía calmo, sonriente y dulce; forzosamente, frente a esos restos, se pensaba en el porvenir.»

También es Muller quien describe los detalles de la ceremonia:

«A mediodía, exacto, el cortejo se ponía en movimiento; un coche fúnebre modesto, solo, abría la marcha, llevando tras de sí, apenas presurosa, la muchedumbre. El duelo era presidido por M. Levent, vicepresidente de la Sociedad; a su izquierda, M. Tailleur, a su derecha, M. Morin; después venían los médiums, el Comité, la Sociedad en pleno, después la masa de amigos, los simpatizantes, etc. En total, de mil a mil doscientas personas.

El vicepresidente, M. Levent, habla en nombre de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas. La Sociedad se compromete a continuar sus trabajos. Y después de un emotivo discurso, concluye:

»En el nombre de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, nosotros te decimos no adiós, sino hasta la vista, hasta pronto.»

El mismo «hasta la vista» fue pronunciado por el ilustre Camilo Flammarion, quien habló del Espiritismo y la Ciencia. Rememoró, en primer lugar, la obra de Allan Kardec, «ese pensador laborioso», y recalcó el «buen sentido encarnado» del fundador del Espiritismo científico.

«Porque, señor -exclamó- el Espiritismo no es una religión, sino una ciencia, ciencia  de la cual nosotros apenas conocemos el abc, el tiempo de los dogmas ha terminado.

»Pero esta nueva ciencia reconoce la inmortalidad, la cual es la luz  de la vida.»

Después de Camilo Flammarion, fue Alejandro Delanne quien tomó la palabra en nombre  de los espíritas de los centros distantes. Habló de «este pionero emérito» al que los espíritas del mundo entero le dirigen un «gracias» mil veces repetido.

Muller habló en nombre de los familiares y amigos:

«Yo hablo en el nombre de su viuda, la que fue su compañera fiel y feliz, durante treinta y siete años, de una dicha sin nubes y sin interferencias, de la que participó de sus creencias y sus trabajos, así como de sus vicisitudes y sus alegrías; de quien al quedar sola, ahora, está orgullosa  de la pureza de las costumbres, de la honestidad absoluta y del desinterés sublime de su  esposo…»

Muller recordó una parte de la actividad pedagógica desarrollada por el profesor Rivail, cuya extraordinaria utilidad y eficacia en el dominio de la instrucción hemos visto.

¿Qué pensar de todos esos discursos llegados desde el fondo del corazón? Como debía  ser, y por intermedio de varios médiums, el espíritu de Allan Kardec dictó algunas  instrucciones:

«Cómo agradeceros, señores, vuestros buenos sentimientos y las verdades elocuentemente  expresadas sobre mi despojo mortal; vosotros no podéis ponerlo en duda, yo estaba  presente y profundamente feliz, emocionado por la comunión de pensamientos que nos  unían de corazón y de espíritu.»

El cuerpo del codificador, desencarnado el 31 de marzo de 1869, recibió sepultura provisional en el cementerio de Montmartre, el 2 de abril de 1869, siendo exhumado el 29 de marzo de 1870 para ser llevado al cementerio de Pére Lachaise, en donde al año de su  desencarnación -el 31 de marzo de 1870- se inauguró el dolmen que preside la sepultura de sus restos mortales. Es el lugar más bonito de todo el cementerio, rodeado continuamente  de innumerables ramos de flores frescas, renovadas en la actualidad por esa interminable lista de personas que han encontrado en la Filosofía Espírita el consuelo y la esperanza de toda su vida.

Las obras de Allan Kardec

Enero de 1858: Fundación de la Revue Spirite.

En 1858, Allan Kardec acomete varias importantes realizaciones. La primera de ellas es la publicación de una revista; sin contar con la ayuda financiera de nadie (lo que lejos de ser un problema fue una circunstancia muy ventajosa para él, ya que así nadie pudo coaccionarle nunca en su labor al frente de la revista), sin tener ningún suscriptor, y con el beneplácito de sus colaboradores espirituales lanza, el 1 de enero de 1858, el primer número de la Revue Spirite, journal d’Etudes Psychologiques. Ese primer número tenía 36 páginas.

La “Revue” fue un poderoso auxiliar para el complemento y el desarrollo de sus obras doctrinarias; fue un campo de ensayos destinado a sondear la opinión de los hombres y de los espíritus acerca de ciertos principios antes de admitirlos como verdades constitutivas de la doctrina.

La “Revue Spirite” llegó, en menos de un año, a los más distantes lugares. Y tanto aumentaron los suscriptores que, a petición de los mismos, tuvo que reimprimir por dos veces los números correspondientes a 1858, 1859 y 1860.

 

Abril de 1858: Constitución de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas.

Veamos, en boca del mismo Kardec, cómo se gestó la formación de esta Sociedad:

Hacía 6 meses que se reunían todos los martes en mi casa algunos adeptos de la idea. El principal médium de que disponíamos era Mlle. E. Dufaux. Aunque el local no permitía mayor concurrencia que 15 ó 20 personas, veces hubo que llegamos hasta 30. Estas reuniones ofrecían un gran interés por su carácter serio y la suma trascendencia de los problemas que se elucidaban. Acudían a ellas frecuentemente príncipes extranjeros y otros personajes de distinción. El local, además de poco cómodo por su disposición, evidentemente era muy exiguo. Algunos propusieron imponernos una cuota para alquilar otro más adecuado.

(Obras Póstumas: Fundación de la Sociedad Espiritista de París)

Así se formó aquella Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas (SPEE). Allan Kardec fue nombrado presidente de la misma, cargo que ocupó hasta su desencarnación, aunque en 1859 quiso renunciar a ese cargo, lo que no fue aceptado por los miembros de la Sociedad.

El número de visitantes, franceses y extranjeros, que Kardec recibía en su casa, se multiplicaba cada año (Z. Wantuil y F. Thiesen mencionan que alrededor del año 1862, la cifra de visitantes superaba los 1.200). Considerando Kardec que esas visitas era mejor que fuesen recibidas en la sede de la Sociedad, en 1860 se traslada a vivir allí, sin dejar por ello su propia casa.

Desafortunadamente, la SPEE sobrevivió pocos años después de la desencarnación de su primer presidente.

 

1858: Manual Práctico de las Manifestaciones Espíritas.

 

1859: ¿Qué es el Espiritismo?

 

1862: El Espiritismo en su más simple expresión y Viaje espírita en 1862.

 

El Libro de los Espíritus (1857)

Con este libro, el 18 de abril de 1857 se inició para el mundo la Era Espírita. En él se cumplía la promesa evangélica del consolador, del Paracleto o Espíritu  de Verdad.  Decir esto equivale a afirmar que El Libro de los Espírituses el código de una nueva fase de la evolución humana. Y es esa exactamente su posición en la historia del pensamiento. No se trata de un libro común, que se pueda leer de un día para otro y después olvidarlo en el rincón de una biblioteca. Es una obra que merece nuestra atención para estudiarlo y meditarlo, leyéndolo y releyéndolo de continuo. Sobre este libro se levanta todo un edificio: el de la Doctrina Espírita. Constituye la piedra fundamental del Espiritismo, su primer hito. Es el núcleo central de la Doctrina Espírita, y al mismo tiempo el andamiaje o estructura general. Si se le examina en relación con las restantes obras de  Kardec que completan la Codificación, se comprueba que todos esos libros tienen su  punto de partida en el contenido de El Libro de los Espíritus.

La obra está dividida en cuatro grandes partes:

1. Las causas primeras.En ella se desarrollan los capítulos sobre Dios, espíritu y materia, la Creación y el Principio vital.

2. Mundo Espírita o de los Espíritus. En ella se explica el origen, naturaleza y órdenes de espíritus. Encarnación, desencarnación y reencarnación de los espíritus. Emancipación del alma, intervención de los espíritus en el mundo corporal.

3. Leyes Morales. En ella se abordan en profundidad las Leyes de Adoración, Trabajo, Reproducción, Conservación, Destrucción, Sociedad, Progreso, Igualdad, Libertad, Justicia, Amor y Caridad, y un amplio capítulo sobre la perfección moral.

4. Esperanzas y consuelos. En esta parte se desarrollan las penas y goces terrenos y las penas y goces futuros.

 

El Libro de los Médiums (15 de enero 1861)

El Libro de los Médiums es la  obra más rigurosa concerniente a la vertiente científica del Espiritismo.

Es un auténtico tratado de Espiritismo experimental. En el mismo se manifiesta el rigor científico que puso Kardec en el estudio de los  fenómenos y de todas las teorías equívocas, negativas o afirmativas, que son el fruto de una mala observación, elaborando, con la colaboración de los espíritus, como él resalta, un verdadero método positivo para salvar los escollos que se presentan en el  ejercicio  providencial de esta  facultad.

Si El Libro de los Espíritus expone los fundamentos teóricos de la doctrina, El Libro de los Médiums, como su nombre indica, aborda las consecuencias prácticas de la teoría.

Con la edición de este libro, Kardec consideró superada la Instrucción Práctica; era su deseo que los espiritistas estudiaran más a fondo el problema mediúmnico.

Como indica Allan Kardec, esta obra contiene: «La enseñanza especial de los espíritus sobre la teoría de todos los géneros de manifestaciones, los medios de comunicar con el mundo invisible, el desarrollo de la mediumnidad, las dificultades y los escollos que se pueden encontrar en la práctica del Espiritismo.»

Esta obra está dividida en dos grandes partes:

1. Nociones preliminares. Trata sobre la existencia de los espíritus, lo sobrenatural y lo maravilloso y sobre el  método y los sistemas.

2. De las manifestaciones espiritistas. Hace un exhaustivo análisis sobre las diversas clases de manifestaciones y un detallado estudio de las diferentes clases de médiums.

 

El Evangelio según el Espiritismo (1864)

La primera edición de El Evangelio según el Espiritismo apareció en 1864. El autor analiza en veinticinco capítulos las máximas morales del Evangelio y las aplicaciones espíritas de las enseñanzas.

Allan Kardec reconoce que la Biblia encierra «grandes y bellas cosas». La alegoría ocupa en ella un lugar considerable, y bajo este velo oculta verdades sublimes que aparecen si se busca el fondo del pensamiento, porque entonces lo absurdo desaparece.

Las consecuencias del Espiritismo se desarrollan en este tercer gran volumen de la Codificación.

«Los fenómenos –ha dicho Kardec- lejos de ser la parte esencial del Espiritismo, no son más que la accesoria; un medio suscitado por Dios  para vencer la incredulidad que invade a la sociedad.» Y su espíritu guía le anuncia con  respecto a esta obra: «Se acerca la hora en que tendrás que presentar al Espiritismo como  es él realmente, mostrando a todos dónde se encuentra la verdadera doctrina que Cristo enseñó. Al escogerte, los espíritus conocían la solidez de tus convicciones y sabían que tu fe, cual un muro de acero, resistiría todos los ataques.»

Como indica Kardec, esta obra contiene las máximas morales de Cristo, su concordancia con el Espiritismo y su aplicación en las diversas situaciones de la vida.

 

El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo (1865)

Durante el año 1865 Allan Kardec publica El Cielo y el Infierno. Como de costumbre, en él pone de manifiesto cuánto hay de retrógrado en el pensamiento de los hombres.

El libro contiene el examen comparado de las doctrinas sobre el  tránsito de la vida corporal a la vida espiritual, las penas y las recompensas  futuras. Se logra un conocimiento real de la naturaleza de los ángeles y los demonios,  se prueba la sinrazón del dogma de las penas eternas, a la vez que se evalúa la grandeza del código penal que después de la muerte rige a los espíritus;  seguido de numerosos ejemplos  reales sobre la situación del alma durante y después de la muerte.

Denominado también La Justicia Divina según el Espiritismo, este libro ofrece un examen comparado de las doctrinas sobre el pasaje de la vida corporal a la vida espiritual.

En la primera parte, son expuestos varios asuntos: causas del temor de la muerte, por qué los espíritas no temen a la muerte, el cielo, el infierno, el infierno cristiano imitado del paganismo, los limbos, cuadro del infierno pagano, esbozo del infierno cristiano, purgatorio, doctrina de las penas eternas, código penal de la vida futura, los ángeles según la iglesia y según el Espiritismo. Aborda también varios puntos relacionados con el origen de la creencia en los demonios, según la Iglesia y el Espiritismo, intervención de los demonios en las modernas manifestaciones, la prohibición de evocar a los muertos, etc.

La segunda parte de este libro está dedicada a testimonios; Kardec reunió varias disertaciones de casos reales, a fin de demostrar la situación del alma durante y después de la muerte física, proporcionando al lector amplias condiciones para que pueda comprender la acción de la Ley de Causa y Efecto, en perfecto equilibrio con las Leyes Divinas; por lo que encontramos en esta parte narraciones de espíritus felices, espíritus en condiciones medias, sufrientes, suicidas, criminales y espíritus endurecidos.

El Cielo y el Infierno coloca al alcance de todos el conocimiento del mecanismo por el cual se procesa la Justicia Divina, en concordancia con el principio evangélico: «A cada cual, según sus obras.»

 

La Génesis, los milagros y las profecías según el Espiritismo (1868)

En enero de 1868 apareció el último libro de  Allan Kardec: La Génesis, los milagros y las profecías según el Espiritismo.

Esta nueva obra, aclara Kardec, es un paso más en el terreno de las consecuencias y de las aplicaciones del Espiritismo. Conforme su título indica, ella tiene por objeto el estudio de los tres puntos, hasta ahora diversamente interpretados y comentados: La Génesis, los milagros y las profecías, en sus relaciones con las nuevas leyes derivadas de la observación de los fenómenos espíritas.

Así, en sus 18 capítulos, se destacan los temas: carácter de la revelación espírita, existencia de Dios, origen del bien y del mal, destrucción de los seres vivos unos por otros; se refiere  a la uranografía en general, con varias explicaciones sobre leyes naturales, la creación y la vida en el Universo, la formación de la Tierra, el diluvio bíblico y los cataclismos futuros; en seguida, presenta un estudio interesante sobre la formación primaria de los seres vivos, el principio vital, la generación espontánea, el hombre corpóreo y la unión espiritual a la materia.

En lo tocante a los milagros, expone un amplio estudio, en el sentido teológico y en la interpretación espírita; realiza comentarios sobre los fluidos, su naturaleza y propiedades, relacionándolos con la formación del periespíritu, y, al mismo tiempo, con la causa de algunos fenómenos tenidos por sobrenaturales.

De esta forma, da explicación a varios «milagros» contenidos en los evangelios, entre ellos: El ciego de Betsaida, los diez leprosos,  el paralítico de la piscina, Lázaro, Jesús caminando sobre las aguas, la multiplicación de los panes, entre otros.

Posteriormente, expone la teoría de la Presciencia y de las Predicciones del Evangelio, esclareciendo sus causas, a la luz de la Doctrina Espírita.

Finalizando, este libro presenta un capítulo titulado «Los tiempos son llegados», en el cual aborda la marcha progresiva del Globo, en el campo físico y moral, impulsada por la Ley del Progreso.

Con este libro se completa el conjunto de las Obras Básicas de la Codificación Espírita, también denominado «Pentateuco Kardeciano».

 

Obras póstumas (1890)

Este libro fue publicado 21 años después de la desencarnación de Allan Kardec.

Consta en él la biografía de Allan Kardec (transcrita de la Revue Spirite de mayo de 1869) y el discurso de Camille Flammarion, pronunciado junto a la tumba de Allan Kardec.

Al lado de las obras de la Codificación Espírita que forman el «Pentateuco Kardeciano», Obras Póstumas constituye una valiosa contribución al esclarecimiento de varios temas fundamentales del Espiritismo, como: Dios, el alma, la creación, caracteres y consecuencias religiosas de las manifestaciones  de los espíritus, el periespíritu como principio de las manifestaciones visuales, transfiguración, emancipación del alma, aparición de personas vivas, bicorporeidad, obsesión y posesión, segunda vista, conocimiento del futuro, introducción al estudio de la fotografía y de la telegrafía del pensamiento.

Allan Kardec presenta un vasto estudio sobre la naturaleza del Cristo, bajo diferentes ángulos, e incorpora a este estudio la opinión de los apóstoles y la predicación de los profetas, con relación a Jesús.

Paralelamente, trata también de la teoría de la belleza, extendiendo los comentarios a la música celeste, la música espírita, y cierra la primera parte de este libro con la exposición del tema «Las alternativas de la Humanidad».

En la segunda parte relata, en detalle, su iniciación en el Espiritismo, la revelación de su misión, la identificación de su Guía espiritual, además de otros actos relacionados con acontecimientos personales.

Complementando, hace la presentación de la «Constitución del Espiritismo», destacando la necesidad de establecer una Comisión Central para orientar el desenvolvimiento doctrinario.

 

Zona de descarga de los libros de Allan Kardec

Estos son los libros y otras obras de Allan Kardec que puede descargar directamente desde aquí o desde la sección biblioteca, en la que hay muchos otros libros espíritas.

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Bibliografía:

André Moreil, Vida y obra de Allan Kardec

Allan Kardec, Obras Póstumas

Allan Kardec, ¿Qué es el Espiritismo?

Henri Sausse, Biografía de Allan Kardec

Zêus Wantuil y Francisco Thiesen, Allan Kardec, El Educador y el Codificador (2 vol.)

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