Diablo

    (diable) [del griego diabolos: delator, acusador, maldiciente, calumniador]. Es un ser alegórico que no existe sino en la imaginación de las personas. Dios no podría condenar a un ser al mal eterno. No tiene sentido su existencia, sería un fracaso en la creación divinina. Según la creencia vulgar, es un ser real, un ángel rebelde, el jefe de todos los demonios, y que tiene un poder lo bastante grande como para luchar contra el propio Dios, que conocería nuestros más secretos pensamientos, inspira todas las malas pasiones y adopta todas las formas para inducirnos al mal. Según las enseñanzas de la Doctrina Espírita sobre los demonios, el diablo es la personificación del mal; es un ser alegórico que resume en sí todas las malas pasiones de los Espíritus imperfectos. De la misma forma que los Antiguos daban a sus divinidades alegóricas atributos especiales: al Tiempo, una guadaña, un reloj de arena, alas y la figura de un anciano; a la Fortuna, una venda sobre los ojos, una rueda bajo uno de los pies, etc., así también el diablo ha debido ser representado con los rasgos característicos de la bajeza de las inclinaciones. Los cuernos y la cola son los emblemas de la bestialidad, es decir, de la brutalidad de las pasiones animales.

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