El Caso de Reencarnación de Jenny Cockell

Jenny Cockell
Jenny Cockell

El caso de Jenny Cockell es una prueba viva de la reencarnación, y es uno de los más conocidos por su repercusión mediática, en varias publicaciones, documentales y en la conmovedora película Los Hijos del Ayer, interpretada por Jane Seymour.

Jenny Cockell es una podóloga inglesa que a mediados de la década de 1990 saltó a la fama por los recuerdos que tenía de su reencarnación anterior, recuerdos que fueron investigados y le llevaron a encontrarse con sus hijos de la vida anterior.

Jenny desde muy pequeña supo que había vivido otra vida. Sabía que su nombre era Mary, una joven que había vivido en la dura Irlanda de los años 30. Y lo peor de todo, que su muerte temprana había dejado desamparados a sus seis hijos. Unas reminiscencias y recuerdos que mantenían su actual existencia en una constante amargura.

Ni sus padres ni posteriormente otras personas de su entorno dieron importancia a sus “historias”. Hasta que al cumplir los 40 años, que sus hijos ya no eran niños, disponía de más tiempo y tenía el apoyo de su esposo, para llegar al fondo de la cuestión e investigar definitivamente aquello que sus sueños le repetían.

Mary Sutton y Jenny Cockell
Mary Sutton y Jenny Cockell

Contaba Jenny:

Yo sentía la necesidad de saber, si mis hijos de la vida pasada se encontraban bien y no podía estar tranquila sin esclarecer este hecho. Cuando observé el mapa de la región de Malahide, al norte de Dublin, sentí intuitivamente que había vivido allí con el nombre de Mary.

El extenso reportaje publicado en 1994 en la revista People, tuvo una gran repercusión en todo el mundo. En el reportaje aparecía junto a sus hijos de otra vida. Ellos mismos, a pesar de ser católicos, se rindieron a las evidencias, reconociendo en aquella joven a su auténtica madre reencarnada. Sonny, uno de los hijos, declaró:

Jenny Cockell y Mary Sutton
Aquí se puede apreciar el cierto parecido entre las dos reencarnaciones

¿Cómo podría ella saber tantas cosas sobre nuestra casa?

Antes de encontrarse, Jenny y Sonny Sutton (el hijo mayor de Mary) acordaron que la BBC (la cadena pública inglesa de Radio y TV) investigase los recuerdos de Jenny por separado. Ella demostró saber particularidades de la casa de Mary Sutton, hasta su particular modo de enhebrar la aguja de costura o una anécdota de cuando sus hijos atraparon vivo a un conejo. La conclusión a que llegaron los investigadores fue del 98% de acierto.

Tras la terapia regresiva mediante la que logró visualizar su vida como Mary Sutton, y convencida de que ella era en realidad esa mujer, emprendió la búsqueda de su anterior familia y la halló en la pequeña localidad de Malahide, donde pudo confirmar que esa Sutton había existido realmente y falleció en el hospital de Rotunda de Dublín el 24 de octubre de 1932, veintiún años antes de que Jenny naciera. Algunos de los hijos de Mary Sutton, ya muy mayores, reconocieron en Jenny a su madre reencarnada, mientras que otros creyeron que su madre utilizaba a Jenny, a modo de médium, para comunicarse con ellos, desde el más allá.

Jenny Cockell junto a Sonny, uno de sus hijos de otra vida
Jenny Cockell junto a Sonny, uno de sus hijos de otra vida

Jenny Cockell relató toda esa interacción de dos vidas unidas mediante la ley de la Reencarnación en el libro Across time and death, A través del Tiempo y la Muerte, en su versión en castellano.

En 1932 Mary Sutton se estaba muriendo, aterrada y sola, en un hospital de Dublín. Sólo tenía 35 años, pero las complicaciones que le siguieron al parto debilitaron gradualmente su cuerpo. Los recuerdos de su hogar evocaron imágenes de sus hijos, y a pesar de que la elevada fiebre distorsionaba el tiempo y la realidad, un miedo dominaba cada pensamiento: “¿Qué será de mis hijos cuando yo muera?”

El 24 de octubre, la muerte la liberó de una vida difícil, pero dejaba a ocho hijos que debían seguir su camino sin su protección.

A través del Tiempo y la Muerte

Veintiún años después, Jenny Cockell nació en una familia de clase media de Inglaterra. Era una niña solitaria, retirada en su propio mundo apacible. Sus días estaban llenos de imágenes de otro tiempo y espacio, sus noches colmadas de un sueño horrible, el sueño de saber la angustia de una mujer destinada a morir antes de que sus hijos crecieran. Yo lloraba como ella lloraba; reconocía su dolor como el mío. Tenía miedo por los niños y preocupación sobre cómo saldrían adelante. La ira y la injusticia pesaban más que cualquier dolor que la muerte causara. Porque la muerte llegaba, inevitable y repetidamente, a través de esos sueños.

A través del Tiempo y la Muerte es la historia de estas dos vidas, la primera finalizada antes de tiempo, la segunda con un solo objetivo: encontrar de nuevo a esos niños que se dejaron atrás y saber de sus vidas, viajar a un tiempo pasado y curar los sentimientos de culpabilidad y separación. En el transcurso de ese viaje, Jenny Cockell descubriría la profundidad de su propia vida interior. Ella uniría a una familia por mucho tiempo dividida, para luego tejer para el mundo una historia tan cautivadora como una novela de ciencia-ficción.

Cuando era muy joven, Jenny Cockell pensaba que todo el mundo sabía acerca de las vidas pasadas. Sus emociones estaban dominadas por las alegrías y los temores de la que ella siempre conoció como Mary. Sus días y noches estaban llenos de escenas… de la casa de Mary, pequeña y de color marrón claro, protegida del camino por un muro de piedra, con acres de terrenos pantanosos por detrás, mi riachuelo, y un huerto de hortalizas. Mary pasaba la mayor parte del tiempo cocinando; las patatas y la harina de avena constituían la dieta diaria ya que no había dinero para carne. Muy cerca había un pueblo más grande con una estación de ferrocarril, una carnicería y una iglesia. Había a cada lado de una calle paradas de mercado que vendían cosas que ella nunca podía comprar.

La pequeña Jenny
La pequeña Jenny

Jenny siempre supo que el período de tiempo transcurría desde aproximadamente 1898 hasta los años treinta, esos fueron los años en que vivió Mary. También sabía que su vida transcurrió en Irlanda.

Un día, de niña, sentí con toda seguridad que si pudiera mirar un mapa de Irlanda sabría, con certeza, dónde estaría situado el pueblo y podría compararlo con los mapas que había estado dibujando desde que fui lo suficientemente mayor para sostener un lápiz. Hice varios intentos, y cada vez volvía al mismo sitio en el mapa. El lugar se llamaba Malahide, y estaba justo al norte de Dublín.

Los más vivos recuerdos hacían referencia a los niños. El hijo mayor de 13 años, seguro de sí mismo pero sin dejar de ser amable; una niña que era lista en la escuela, paciente y servicial en casa. Tres muchachos más pequeños, una niña pequeña de cinco años, era rubia y muy bonita, y a un recién nacido.

Mary Sutton vivió en Malahide, Dublín
Mary Sutton vivió en Malahide, Dublín

Existían recuerdos de la misma Mary, con jerséis de media manga y faldas negras de lana, cabello largo estirado recogido en un moño. En una escena, se vio a sí misma esperando sola en un embarcadero de madera, arropada con un manto por el frío y mirando hacia el mar. Parecía como si fuera allí a menudo, pero Jenny nunca pudo recordar por qué o a quién estaba esperando.

Cuando tenía cuatro años, Jenny le preguntó a su madre por qué su profesor de catequesis nunca mencionaba las vidas pasadas cuando hablaba de la vida y la muerte. A pesar de que la actitud de la madre fue comprensiva, Jenny aprendió que la reencarnación se consideraba una creencia, no un hecho, y no era generalmente aceptada en Inglaterra.

Esta revelación – que mi verdad no era una verdad a los ojos de otros, y que yo era distinta – fue un gran golpe para mí, y hacía que me preocupara y me cuestionara constantemente a mí misma.

Carátula Los Hijos del Ayer
La historia se llevó al cine en la película Los Hijos del Ayer, interpretada por Jane Seymour

A la edad de ocho años, las premoniciones reveladas en sueños renovaron su confianza en sí misma porque podía ver físicamente como sus sueños se cumplían. Empezó a desarrollar su propio sentido de la normalidad, y compartía su vida secreta con sólo unos pocos. Íntimamente ella vivía en el mundo de Mary. En la adolescencia, Jenny empezó a formarse una existencia en su vida presente. Acabó sus estudios y se convirtió en podóloga diplomada. Se casó con Steve, su actual marido, y se asentaron en las afueras de un pueblo. Tuvieron dos hijos y su vida era feliz. Las incursiones en el pasado se hicieron menos frecuentes, pero de vez en cuando surgían fragmentos del pasado.

Estos recuerdos, sus dibujos de la infancia de iglesias y mapas, y sus muchos sueños, estaban cuidadosamente guardados en libros de notas. Ella sabía que algún día el tiempo y el dinero le permitirían seguir completamente el recuerdo de Mary. El estímulo que necesitaba llegó en 1980 cuando encontró un mapa detallado de Malahide. Por primera vez vio la evidencia física que verificaba sus dibujos. Las carreteras y lugares destacados estaban situados correctamente, la distancia a escala. La estación de ferrocarril y la carretera a Dublín correspondían exactamente.

Jenny estudió el tema de la reencarnación y le hablaba a todos aquellos que escuchasen su historia.

En 1988 un hipnoterapeuta le pidió que participara en una investigación sobre vidas pasadas. Esto implicaba una exposición a un nivel aún más profundo. La hipnosis iniciaba una época de participación que casi duplicaba su obsesión de la infancia.

Surgieron nuevas escenas. Una imagen de una mañana temprano y niños excitados que la llamaban fuera. Colgado de las patas había un conejo que ellos habían atrapado con una trampa. Parecía demasiado largo, estirado y asustado. Ella gritó con sorpresa: “¡Todavía está vivo!”

Jane Seymour junto a la tumba de Mary Sutton
Jane Seymour junto a la tumba de Mary Sutton

Otra vez revivió la muerte de Mary. En una ocasión se sintió por encima del cuerpo, mirando fijamente hacia abajo, a su cascarón vacío. Vio a su marido al lado de la cama inclinado, desesperado. Para ella la hipnosis abrió una caja de Pandora, tanto positiva como dolorosa.

Hasta entonces había guardado bajo llave en una parte menos visible de mi consciencia, mi frustración de no ser capaz de hacer algo para encontrar a los niños y mi furia abrumadora por la situación. Yo había tenido que hacer esto para funcionar en la vida normal. La hipnosis, sin embrago, estaba derrumbando todas esas barreras que yo me había erigido para protegerme a mí misma de parte del dolor. Aunque siempre podía recordar y sentir el dolor, había racionalizado todo para poder continuar como yo misma. La intensidad de recordar bajo hipnosis me dejaba abierta, sensible, vulnerable y confundida. Había un tremendo conflicto entre la auto-conservación y las necesidades del pasado. Desde el punto de vista psicológico es a menudo mejor afrontar las cosas que reprimirlas, pero el trauma de hacer eso no debe ser infravalorado.

En junio de 1989 finalmente pudo ir a visitar Malahide. Sus noches antes de partir estaban llenas de sueños. La pequeña casa había sido derruida y sólo permanecían los cimientos, cubiertos de flores silvestres y matas de hierba. Siempre había grupos de personas con ella, observando los restos.

Jenny Cockell en otra fotografía junto a su hijo
Jenny Cockell en otra fotografía junto a su hijo

Cuando vio Malahide, sus visiones fueron verificadas, porque conocía los alrededores. Se dirigió a la iglesia y vio el edificio que había dibujado cuando era niña. La carnicería aún estaba. No pudo encontrar la casa, sólo restos de un muro de piedra cubiertos de setos. Los terrenos pantanosos habían sido secados para una nueva urbanización.

A partir de ese punto la búsqueda tomó vida propia. Un equipo de investigación de la BBC que preparaba un documental sobre lo paranormal escuchó la historia y contribuyó con algunos detalles. Un granjero de Malahide que vivía cerca de la casa recordaba la familia y por fin proporcionó el apellido que ella nunca pudo recordar: Sutton.

El granjero le contó que llevaron a los niños a orfanatos.

Un sacerdote de Dublín encontró las partidas de bautismo de seis niños Sutton: Jeffrey (1923), Philomena (1925), Christopher (1926), Francis (1928), Bridget (1929) y Elizabeth (1932). Nunca se localizaron los informes de los dos hijos mayores, Sonny y Mary.

Tumba de Mary Sutton
Tumba de Mary Sutton

En marzo de 1990 un contacto en Dublín encontró el certificado de defunción de Mary Sutton. Había muerto en el hospital Rotunda de Dublín el 24 de octubre de 1932, a causa de gangrena, pulmonía y septicemia. Por lo menos, Jenny ya tenía la prueba documental que necesitaba.

Los anuncios en el periódico finalmente dieron con la pista del tercer hijo, Jeffrey, en Irlanda. Jenny sólo habló con él una vez y sintió que no había manejado bien la situación. Sin embargo, él le dio las direcciones de sus tres hermanos: Sonny, Frank (Francis), y Christy (Christopher). Después de la llamada, algo cambió.

Fui por fin capaz de aceptar emocionalmente que los niños habían crecido. Sabía que ellos tendrían ahora de cincuenta a sesenta años, pero se necesitó el contacto real para liberarme de esa parte de mi memoria que me hacía creer que eran los niños que una vez fueron. Mis sentimientos continuaron siendo fuertemente maternales, pero pude comprender que los ‘niños’ eran ahora autosuficientes. Me sentí curiosamente libre.

Jenny Cockell junto a Sonny
Jenny Cockell junto a Sonny

Su próximo contacto fue Sonny, el hijo mayor, que vivía en Inglaterra. Explicándole que ella recordaba la familia a través de sueños, y le describió pormenorizadamente la pequeña casa en Malahide. Sonny rápidamente confirmó su descripción y parecía no tener ningún problema en aceptar lo esencial de su historia. Sonny le contó que habían sido 8 hermanos,  dos de los cuales murieron en la infancia. Los hermanos se pudieron reunir en 1985, pero el paradero de las hermanas era desconocido.

Al empezar a contarse los sucesos, Sonny recibía cada revelación sobre su infancia con entusiasmo y asombro.

Cuando ella le contó sobre el conejo atrapado y suspendido en el aire, él la miró sin comprender y preguntó cómo podía saberlo. Hablaron de Mary esperando en el embarcadero, sola al anochecer. Le dijo Sonny:

Le diré por qué usted recuerda ese embarcadero. De niño solía hacer de cadi en la isla para los jugadores de golf, y al anochecer mi madre esperaba en el embarcadero para que pudiéramos ir juntos a casa. El manto que llevaba la protegería e las frías brisas marinas.

Mary Sutton junto a su hija Phillips en 1927
Mary Sutton junto a su hija Phillips en 1927

Sonny habló de su padre y Jenny entendió porqué había borrado el recuerdo. John Sutton era un trabajador con un buen empleo, pero gastaba su dinero en el pub local. Maltrataba a Mary y pegaba a los niños con un gran cinturón con una hebilla de metal. La prudencia reservada de Mary y su eterna falta de dinero empezaron a cobrar sentido. La mayor parte del miedo que tenía por los niños debía estar motivado por el comportamiento del padre y su preocupación sobre quién cuidaría bien de ellos.

Lo mejor de todo es que llegaron respuestas a las preguntas que ella había estado persiguiendo durante 35 años:

¿Qué será de los niños cuando yo muera?

La hija más pequeña se quedó con un tío paterno. El resto a excepción de Sonny fueron llevados por las autoridades locales, ya que se juzgó que el padre no estaba en condiciones de cuidar de ellos. Los chicos fueron internados en un orfanato de Hermanos Cristianos, las chicas en una escuela de monjas en Dublín. Sonny permaneció en casa con su padre y vivió una vida desdichada durante cuatro años, trabajando largas horas fuera de casa y soportando palizas constantemente. A los 17 años se unió al ejército, y Mary, la hija mayor, volvió a casa. Después se casó, pero murió a los 24 años al dar a luz.

Jenny Cockell al lado de su hija Phillips
Jenny Cockell al lado de su hija Phillips, 71 años después, en 1994. Sus propios hijos dijeron que los trazos fisonómicos se asemejaban a los de su madre Mary Sutton, ya fallecida.

La primera hija que encontró fue Elizabeth, o Betty, la más joven. Un anuncio en el periódico llamó su atención. Parecía caído del cielo porque lo primero que supo fue que había sido adoptada a la edad de 17 años, y siempre había querido seguir el paradero de su familia. La segunda fue Philomena, o Phyllis. Ella leyó un artículo en el periódico que describía una reunión de miembros de una familia en Irlanda y el papel inusual que Jenny había desempeñado. Cuando Phyllis se encontró con Jenny por primera vez trajo un precioso obsequio, la única foto conocida de su madre Mary, sosteniendo cariñosamente a Phyllis cuando tenía dos años. El marido de Bridget, la tercera hija que quedaba por encontrar, fue finalmente hallado en Australia. La familia supo que ella había fallecido hacía veinte años.

Al final Jenny llegó a conocer a cinco de los hijos. Jeffrey murió en 1993 antes de que se pudieran encontrar. Cada hijo ha entendido el papel de Jenny a su manera. Algunos creen en la reencarnación y otros creen que Mary habla a través de Jenny para reunir a la familia. Todos han encontrado un lugar para la aceptación.

Posteriores visitas a Malahide han permitido localizar restos de la casa de campo que Jenny no había visto en su primera visita. Los trozos de la pared de piedra que daban a la carretera, las columnas de la entrada, los cimientos y paredes que llegaban al nivel de la cintura todavía siguen intactos.

En la primavera de 1994, un equipo periodístico americano invitó a Jenny, Sonny y Phyllis al programa de televisión Phil Donalme. Sonny, con 75 años, y Phyllis, con 68, reconocieron de forma conmovedora a Jenny como su madre. La hija de Sonny, Kathleen, estaba entre el público. Nacida en el mismo año que Jenny, ella también admitió la posibilidad de que Jenny hubiera sido su abuela.

Jenny-Cockell con sus hijos de otra vida, como Mary Sutton
Jenny Cockell con sus hijos de otra vida

Una revista de noticias de televisión americana(20-20), reunió a la familia en Malahide para celebrar el 75 cumpleaños de Sonny. Cuando visitaron la casita, Christy se conmovió visiblemente al volver a la casa que no veía desde su infancia. De pie en el mismo lugar en donde había visto a su madre por última vez, describió los sentimientos de un niño de seis años:

Recuerdo ese día como si fuera ahora. Puedo recordar aquellos dos hombres llevándose a mi madre en una camilla, subiéndola en una ambulancia y llevándosela. Nunca regresó.

Luego, señalando a Jenny, dijo:

Pero ha vuelto ahora – ella está ahí.

Ambos estaban a punto de llorar.

Jane Seymour junto a Jenny Cockell
Jane Seymour junto a Jenny Cockell, su hijo Sonny y el actor que lo representó en la película

Ahora la familia está en paz. Las reuniones son animadas, llenas de risas y bromas. Se intercambian fotos de nietos y bisnietos. Todos comparten una herencia con Jenny que pocos actualmente pueden reclamar. La misma Jenny está en paz.

Parece como si hubiera atravesado una puerta. Después de años de seguir un camino tortuoso, donde mis propios miedos y sentimientos de incapacidad me retenían tanto como los impedimentos reales, he llegado a un punto en el que se me permite hablar de mis pensamientos y experiencias mucho más abiertamente que nunca antes. Y ha sido extraño descubrir cuántas personas han tenido experiencias ‘extrañas’ que no han sido capaces de contarlas por miedo al ridículo. Ahora se sienten capaces de explicármelas. Todo esto me hace preguntar si las experiencias ‘paranormales’ ocurren en realidad a más personas de las que sabemos, pero no se discuten abiertamente.

Esta historia también ha sido llevada a la televisión en una película titulada Los Hijos del Ayer (Yesterday’s Children fue el título original del libro cuando fue publicado en el Reino Unido), y que protagoniza Jane Seymour en el papel de Jenny.

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