Era mujer, era negra, era esclava, pero era poeta

La Negra Casilda
Esta imagen suele vincularse erróneamente con Wheatley, pero se trata en realidad de La Negra Casilda, una líder malí, que lideró fugas de esclavos en Colombia.

Phillis Wheatley (1753 – 5 de diciembre de 1784), fue la primera escritora afroamericana en publicar un libro en los Estados Unidos. Su obra Poems on Various Subjects (Poemas sobre Varios Asuntos) fue publicada en 1773, dos años antes de que comenzara la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, y es vista como uno de los primeros ejemplos de la literatura de género afro.

Nacida en lo que sería Senegal, más tarde instalada en lo que sería Gambia, fue capturada y sometida a la esclavitud cuando tenía siete años de edad. La llevaron a América sobre el 1760.

En Boston, los negreros la pusieron en venta:

-¡Tiene siete años! ¡Será una buena yegua!

Muchas manos la palparon, desnuda.

Finalmente John y Susannah Wheatley de Boston, Massachusetts la compraron y la educaron. Era una familia de comerciantes que se aseguraron de que la chica intelectualmente dotada recibiera una buena educación, incluyendo estudios de latín, griego, mitología e historia. Pronto dominaría el inglés, con su primer poema publicado hacia 1767 a la edad de 13, en el Newport Mercury.

Fue llamada Phillips, porque así se llamaba el barco que la trajo, y Wheatley, por ser el apellido de los compradores.

Pronto dominaría el inglés, con su primer poema publicado hacia 1767 a la edad de 13, en el Newport Mercury. Era intelectualmente dotada, lo que fue un aliciente para convertirse en la mujer que fue.

A los trece años, ya escribía poemas en una lengua que no era la suya. Nadie creía que ella fuera la autora.

Phillis Wheatley
Pintura de Phillis Wheatley por Robbins

A los veinte años, Wheatley tuvo que defender su capacidad literaria en las cortes. Fue examinada por un grupo de intelectuales de Boston, entre ellos John Erving, el reverendo Charles Chauncey, John Hancock, Thomas Hutchinson, el gobernador de Massachusetts, y su teniente gobernador Andrew Oliver. Tuvo que recitar textos de Virgilio y Milton y algunos pasajes de la Biblia, y también tuvo que jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados. Desde una silla, rindió su largo examen, hasta que el tribunal la aceptó: era mujer, era negra, era esclava, pero era poeta.

Concluyeron que, ella era la autora de los poemas adscriptos a su persona y firmaron un certificado que fue publicado en el prefacio a su libro de Poems on Various Subjects, Religious and Moral, editado en Aldgate, Londres en 1773.

Este hecho supuso el primer reconocimiento en la historia de los Estados Unidos de la igualdad intelectual entre blancos y negros. Un hecho que parece nimio en nuestros días, pero que en su momento supuso todo una revelación, y la chispa que originó multitud de reivindicaciones que no pedían nada más que algo que caía por su propio peso, el reconocimiento de los mismos derechos que, como persona, les correspondía.

George Washington admiraba su poesía, llegándose a referir a ella por su «gran genio poético». Y si esta se caracterizaba muchas veces por su contenido cristiano, se debe a que fue convertida a esta fe a través de John y Susannah Wheatley, sus compradores.

Phillis se convirtió en una escritora reconocida. Viajó a Inglaterra en 1773 junto a Nathaniel Wheatley y allí conoció a un número de notables como Benjamin Franklin, el conde de Darthmouth y el alcalde de Londres. Además, recibió una copia de Paradise Lost de John Milton, la traducción de Don Quijote de Smollett, y Selina Hastings, condesa de Huntingdon y famosa misionera abolicionista, le mostró su apoyo para que continuara publicando poemas. Ese mismo año Phillis Wheatley regresó a América, donde compró su libertad y publicó Poems of a Various Subjects, Religion and Moral. 

Estatua de Phillis Wheatley
Estatua de Phillis Wheatley en Boston

Tras la muerte de John y Susannah Wheatley, Phillis contrajo matrimonio con un negro liberto llamado John Peters. Luego de que su marido la abandonara, realizó tareas domésticas como sirvienta. Ni el trabajo duro ni su habilidad artística le brindarían prosperidad, lo que desembocaría en su temprano deceso a la edad de 31, sumida en la pobreza, y muriendo su tercer hijo unas horas después.

Muchos de sus poemas están dedicados a personalidades famosas. Escasa vez menciona su propia situación en los poemas que escribe. Uno de los pocos que tratan la esclavitud es «On being brought from Africa to America» :

Sobre el ser traída desde África hasta América

Fue la gracia la que me trajo desde mi tierra pagana,
le enseñó a mi ignorante alma a entender
que hay un Dios, que hay un Salvador también:
Una vez no he buscado ni sabía de la redención.
Algunos ven a nuestra oscura raza con ojo desdeñoso,
«Su color es un hito diabólico.»
Recordad, cristianos, negros, tanto como Caín,
Podrán ser refinados, y unirse al angélico tren.

Imaginación

¡Imaginación! ¿Quién podría cantar tu poderío?
¿Y quién describiría la velocidad de tu carrera?
Elevándonos a través del aire para encontrar la radiante morada,
El empíreo palacio del tronante Dios,
Sobre tus alas aventajamos al viento,
Y dejamos atrás el rodante universo.
De estrella a estrella el ojo mental vaga,
Mide los cielos y recorre las regiones superiores;
Allí en un panorama abarcamos el magnífico todo,
O con nuevos mundos asombramos el alma infinita.

Sus poesías son una continua oda a la muerte, que en definitiva era dónde ella colocaba sus esperanzas de una verdadera libertad y un mundo mejor.

¡He aquí tu hermano con los muertos! 
De la esclavitud liberada, el espíritu exultante vuela.

Sonríe en la tumba, y calma el dolor furioso. 
En las regiones más abiertas fija tu mirada anhelante

Historias como esta muestran que nuestro genio no está restringido a nuestro origen, donde nacemos, y que independientemente de las dificultades que pasemos, o gracias a ellas, el ser milenario que llevamos dentro, brota, evidenciando sutilmente la realidad de la reencarnación.

Era mujer, era negra, era esclava, pero era poeta…

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