Ernesto Bozzano fue uno de los más eruditos sabios del último siglo. Fue profesor de filosofía de la ciencia en la Universidad de Turín e investigador espírita italiano. Se destacó como un contribuyente activo en la literatura mundial sobre fenómenos paranormales. Fue uno de los pocos investigadores italianos nombrados miembros honorarios de la Sociedad para la Investigación Psíquica (SPR), American Society for Psychical Research (ASPR) y el Institut Métapsychique International (IMI).
Nació en Savona, provincia de Génova, Italia, el 9 de enero de 1862, falleció a la edad de 81 años en su ciudad natal, Savona, el 24 de junio de 1943.
Infancia y Juventud
Cuarto hijo de un total de cinco hermanos, nació en una familia acomodada.
Desde los primeros años demostró un amor apasionado por el estudio, tanto que, a los cuatro años, importunaba a su madre para que le enseñara a leer acerca de una importante obra sobre la historia genovesa. Y aunque un niño de cuatro años no estaba a la altura de comprender lo que intentaba, todavía se acuerda todavía del amor con que sostenía en las manos aquel grueso y misterioso volumen.
En 1948, escribió Bozzano al doctor Dr. Humberto Torres:
Habiendo nacido en una familia espírita tuve a mi disposición los numerosos libros que mi padre adquirió y además tuve, durante toda mi vida, la ventura de presenciar varios de los interesantes fenómenos.
Su pasión literaria comenzó a los doce años y, aunque muy joven, prosiguió sistemáticamente en ese estudio.
Leyó con mucho amor una historia de la literatura italiana, la de Maffei, dirigiendo su educación para esa disciplina e inició con el estudio de los trecentistas, que se ponía a leer en la biblioteca de la Universidad de Génova, convertida durante muchos años en su domicilio. Y así, por medio de esas lecturas, prosiguiendo de siglo en siglo, con un método que no padeció objeción, se formó en él una gran erudición literaria.
Profunda impresión provocaron en su ánimo las lecturas del Gerusalemme Líberata, del Ossian, en la traducción magistral de Cesarotti, de la Feroniade de Vincenzo Monti. De este modo, pasaron por su mente todos nuestros mayores poetas y literatos, desde los primeros de nuestros grandes hasta Parini, Fóscolo, Monti, Giusti, Aleardi, D’Annunzio.
Habiendo leído también en las traducciones de Maffei y de Isola los poemas cortos de Lord Byron, que lo habían entusiasmado, decidió emprender el estudio de la lengua inglesa, cuyos primeros rudimentos había aprendido en la escuela técnica. Y se dedicó con tal ardor al estudio de esa lengua que, después de apenas cuatro meses, estaba en condiciones de leer y comprender muy bien los célebres poemas.
Del mismo autor, leyó enseguida el Manfredo, drama fantasioso, realista, pujante y el Don Glovanni, poema de satánicos contrastes; dos creaciones que le causaron gran impresión y que centuplicaron su admiración por aquel gran genio.
Viene después el turno de Milton, Shelley, Moore y de Shakespeare. De este último hizo un estudio tan profundo que lo puso en condiciones de leer corrientemente los pujantes dramas en una lengua que no era la suya.
También los estudios científicos le fascinaron desde los primeros años de Bozzano. De hecho, ya a la edad de quince años, su curiosidad le llevó a las grandes ciencias, en aquella ocasión del inicio de la formación, como la astronomía, la paleontología, la psicología y la filosofía científica.
Con tan solo 16 años de edad, Bozzano ya se interesaba por temas que abarcaban estudios filosóficos, psicológicos, astronómicos, ciencias naturales y paleontológicas. Además, desde su juventud sentía inusitada atracción hacia los problemas de la personalidad humana, principalmente los que conducían a las causas de los sufrimientos, la finalidad y la razón de la vida humana.
Fue enviado a una escuela técnica, pero aunque era evidente su vocación para aprender, su padre le impidió estudiar. Muchas fueron sus lágrimas, pero la pasión de saber no se extinguió; por el contrario, se agudizó siempre más y el firme propósito de conseguir también la formación de una gran cultura y de convertirse en alguien en la vida, se hizo una ley para aquel muchacho.
Tuvo al principio un período literario poético, publicando hasta dos libritos de versos bajo el pseudónimo de Ligurio Itálico. Pero no tardó en sentir, irresistiblemente, la necesidad de investigar todo, de saber todo: literatura, filosofía, psicología, fisiología, astronomía, geología, paleontología y en general todas las ciencias naturales constituyeron el estudio asiduo de su juventud hasta la edad de treinta años.
Pero, sobre todas las cosas, un gran problema lo prendía y lo fascinaba: su convicción íntima del problema del ser, del misterio de la vida, del misterio de la personalidad humana, del porqué de la existencia.
Espiritismo
Su primer enfoque en el estudio del Espiritismo fue la negación del fenómeno. El estudio detallado de los mismos le llevó a convertirse más tarde en uno de sus más importantes escritores. Era un pensador positivista. Sus primeras incursiones en los estudios del fenómeno espírita, a través de los trabajos de Alexander Aksakov en Animismo y Espiritismo y los Fantasmas de la sala de Gurnes Myers, lo convirtieron definitivamente en un investigador psíquico.
De ese modo, vino implantándose para Bozzano un período de tiempo que puede llamarse su década filosófica y que va de 1882 a 1892.
A lo largo de ese decenio, procuró penetrar en el pensamiento de los mayores filósofos, de Platón a Hegel, de Descartes y Lotze a Rosmini y Gioberti; pero esas largas y laboriosas indagaciones en el dominio de la filosofía le llevaron más que nunca al abismo de la duda. A su primera rebelión de no creer por un acto de fe, se añadió una segunda, con la que rechazaba en masa todos los postulados metafísicos sostenidos en el vacío y equiparables, en todo y por todo, a los verdaderos y mismos actos de fe en los ambientes filosóficos.
En el caso de la filosofía científica, en sucesión ininterrumpida y con un ardor más que apasionado, leyó, recordó y anotó, desde el principio al final, las obras de sus luminarias: de Büchner, Moleschott, Vogt, Feuerbach, Haeckel, Huxley Comte, Taine, Guyau, Le Dantec, Morselli, Sergi y Ardigò, extrayendo los postulados positivistas de la investigación científica para luego compararlos con los suyos y organizarlos en una síntesis negativista formidable.
Pero el estudio filosófico que ejerció desde el primer momento, la mayor fascinación en la mente de Bozzano fue la del sistema de Herbert Spencer, el gran filósofo inglés que él consideraba como el Aristóteles de los tiempos modernos. Realmente, el sistema spenceriano consistía en una formidable síntesis de todo el saber científico y en una grandiosa y sucesiva utilización de cómo crear un edificio filosófico – propio para explicar todo el universo.
Durante dos años consecutivos, se dedicó a estudiar, anotar y clasificar el contenido total del importante sistema filosófico spenceriano, en el que todas las piezas del conocimiento humano convergen, aportando su contribución a la comprensión científica del universo creado.
El problema del Ser parecía resuelto para nuestro autor, y la resolución se puede resumir con sus propias palabras:
Me convertí en un positivista-materialista convencido a tal punto que me parecía increíble existieran personas de cultura intelectual, dotadas normalmente de sentido común, que pudieran creer en la existencia o en la supervivencia del espíritu. No sólo pensaba así como hasta escribía audaces artículos en apoyo de mis convicciones. El recuerdo de tal proceder me hace indulgente y tolerante hacia una clase particular de antagonistas que, de buena fe, sostienen ser capaces de refutar las rigurosas conclusiones experimentales a las que ha llegado el neo-espiritualismo, oponiéndome a las inducciones y deducciones de la Psicofisiología en las que yo creía hace 40 años.
Es necesario que se comprenda que, en los tiempos a que me refiero, yo nada conocía de las investigaciones mediúmnicas o del Espiritismo, con la excepción de breves artículos que yo leía en los periódicos, sin prestarles mayor atención y en los que se apuntaban estratagemas de médiums y se comentaba piadosamente la credulidad de los espíritas.
En aquel momento, se transformó en el apóstol de su ídolo, polemizando con cualquiera que se atreviera a dudar de los postulados mecanicistas de aquel gigante del pensamiento, ganando, a causa de su actividad, el título de Spenceriano de Italia.
De ese modo, a tal punto Bozzano se hizo positivista convencido que parecía, a su criterio, inverosímil que pudiera existir una persona culta, dotada de una medida normal de sentido común, que diera crédito a la existencia y a la supervivencia del alma. Y no solo se limitaba a pensar de ese modo, escribía también artículos apasionados y audaces en la sustentación de sus convicciones.
Sin embargo, el gran año que determinaría toda la futura orientación de su vida, entre un libro filosófico y otro, se estaba avecinando. Debería ser 1891.
En ese mismo año de 1891, recibió una carta del profesor Ribot, director de la Revue Philosophique, en la que informaba que había recibido una nueva revista titulada Annales des Sciences Psychiques, de la que era promotor el profesor Charles Richet – gran fisiólogo francés – y su director el doctor Darieux.
El profesor Ribot le exhortaba a leer atentamente el contenido y a manifestar su opinión sobre el asunto, pues se trataba de una nueva rama de investigación psicológica, tendente a demostrar la posibilidad de que el pensamiento fuera transmisible a distancia, de cerebro a cerebro.
Sin embargo, la lectura de los primeros fascículos de la revista en cuestión produjo una desastrosa impresión en su criterio de positivista intransigente, pues le parecía un escándalo científico que ciertos representantes de la Ciencia oficial discutieran seriamente la transmisión del pensamiento de un continente a otro, fantasmas telepáticos de naturaleza verdadera y de casos reales de infestación.
Sus conceptos, ya profundamente radicalizados, de positivista materialista, le impedían asimilar la nueva verdad, aunque esta última resultase estar fundamentada sobre datos de hechos que no padecieran objeción.
Y así sucedió que él escribiera una «carta de fuego» al profesor Ribot, declarando insensato el contenido de la nueva revista y expresando su admiración por el hecho de que estudiosos que poseían un nombre en el campo científico, creyeran en semejante mentira.
He aquí que cuando su ánimo de indagador se había calmado, por estar persuadido de haber resuelto el problema, apareció en la Revue Philosophique un largo artículo del profesor Rosenbach, de Petersburgo. En él el autor se lanzaba con violencia contra la intrusión del nuevo misticismo en el Arca Santa de la psicología oficial, explicando, en cambio, los hechos nuevos con la hipótesis alucinatoria, combinada con una «fortuita coincidencia», imaginación exaltada y cuestiones de ese género.
Pero esa refutación del profesor Rosenbach le pareció repentinamente un tanto deficiente e insostenible, y produjo en su propio ánimo el efecto contrario al que había sido propuesto por el autor del artículo en cuestión. En el fascículo siguiente de la Revue Philosophique, se mostró favorable a un artículo del profesor Charles Richet, en el que se rechazaban, punto por punto, las afirmaciones y consideraciones erróneas del profesor Rosenbach, artículo que sirvió para reforzar mucho su convicción sobre la realidad de los hechos y sobre el gran misterio que envolvía las manifestaciones.
Fue el hecho que hizo Ernesto Bozzano comprender que, si la argumentación para una oposición a la naciente Nueva Psicología era la del profesor Rosenbach, entonces tenían razón los otros, visto como estos últimos se valieron de hechos, mientras que los primeros se oponían a los hechos sólo con una argumentación negativista y nada más.
Un inmenso problema a resolver apareció entonces delante de Bozzano; se trataba, nada menos, de enfrentar, bajo bases absolutamente nuevas en la historia de todos los tiempos, el Problema del Alma, de la Muerte, de la Supervivencia. Él, como filósofo, una vez tomando conciencia de que el problema podía ser seriamente situado, no podía, ni de lejos, pensar descuidarlo: el gran Enigma debía ser resuelto, en los términos permitidos por las limitaciones humanas, en toda su historia extensión y profundidad.
En aquel momento – año 1891 – se inicia el gran y fecundo trabajo de nuestro autor, por medio del cual, a través de cincuenta años de pacientísimas investigaciones, logró demostrar, bajo datos de hechos sin posibilidad de objeción, la supervivencia humana y la comunicación de los muertos con los vivos.
En ese mismo año aparece, por obra de Marillier, la traducción francesa del libro Phantasms of the Living (Fantasmas de los Vivos), llevando el título modificado de alucinaciones Telepáticas fue justamente esa obra – constituida por una porción enorme de casos escogidos y documentados con seriedad sin anteriores por Gurney, Myers y Podmore – que acabaron por convencer a Bozzano de la real existencia de los fenómenos telepáticos.
¡El primer paso estaba dado! Pero su fe de positivista-materialista no había sido todavía suficientemente sacudida, pues la explicación científica de los fenómenos telepáticos, según la cual tenían origen en las vibraciones del pensamiento que viaja al infinito en ondas concéntricas, satisfacía suficientemente su criterio de neófito.
Con esa concesión, sin embargo, esa primera concesión hecha al asunto de la fenomenología supranormal, lo había fatalmente encaminado a un nuevo sector de investigación, que debería conducirlo en dirección diametralmente opuesta a la del positivismo materialista que él había profesado con tanto entusiasmo y tenacidad.
El período de crisis de conciencia ya se le había abierto, y la primera sacudida a sus adquisiciones científicas fue dada por el imponente tratado de Alexander Aksakov, publicado en Lipsia, en 1890, en edición original, bajo el título Animismus und Spiritismus, aparecido inesperadamente, y luego traducido en lengua francesa.
Se siguió entonces a Bozzano, un período en cierto modo penoso, de perturbación moral, pues, aunque la nueva orientación filosófica se realizara en el sentido de una fe científica, de hace mucho tiempo más consoladora que aquella hasta entonces profesada, no podía ver, sin malestar, la demolición cruel de todo un sistema de convicciones filosóficas adquiridas lentamente y al precio de largas meditaciones y por las que ya estaba encerrada la adaptación ética y psicológica de su espíritu.
En la afanosa búsqueda de la nueva verdad, leyó las obras de los autores más conocidos de esa época, como Allan Kardec, Delanne, Denis, D’Assier, Nus, Gibier, William Crookes, Wallace, Du Prel y Brofferio. Pero verificó, de repente, que el problema que se manifestaba ante sus ojos era de tal manera grande que necesitaba ir hasta el fondo y remontarse a los orígenes históricos del gran movimiento.
Fue así que escribió para Londres y para Nueva York para buscar las principales obras publicadas sobre los orígenes del movimiento, hasta 1870, época en la que las indagaciones comenzaron a tener investigadores también en Europa. Con la llegada de las obras requeridas, comenzó para él el período verdaderamente fecundo de su sistemática actividad en el campo metapsíquico.
De ese período, él mantuvo un indeleble recuerdo, pues, precisamente a través de estas investigaciones hechas con fervor y perseverancia, logró asentar bajo bases científicas, de modo inquebrantable, sus nuevas convicciones espiritistas.
Dado su inusitado interés por el estudio del Espiritismo, a cuyo afán dedicó la mitad de su proficua existencia de 81 años, mereció el apodo de Gran Maestro de la Ciencia del Alma.
Trabajando 14 horas diarias, durante cincuenta y dos años, elaboró un estudio que, si fuese compilado en un libro de tamaño mediano, resultaría en un volumen de 15.000 páginas. Para llevar a cabo sus estudios contó con el concurso valioso de 76 médiums, habiendo además dejado nueve monografías inconclusas.
Entre las obras que más ejercieron decisiva influencia sobre nuestro autor, se pueden citar las siguientes: Robert Dale Owen: Footfalls en el Boundary of another World (Transponiendo los Límites de otro Mundo); Robert Dale Owen: The Debatable Land… (La Tierra de Contrastes entre este Mundo y el Próximo); Epes Sargent: Planchette, Despair of Science (Planchette, Desesperación de la Ciencia); De Morgan: From Matter to Spirit (De la Materia al Espíritu); el doctor Wolfe: Startling Facts in modern Spiritualism (Hechos Sorprendentes en el Espiritismo Moderno).
Sobre la historia del movimiento espírita encontró, por el contrario, una gran ayuda en la obra verdaderamente magistral de Emma Hardinge Britten: Modern American Spiritualism (El Moderno Espiritualismo Americano). Para la historia de los precursores del mismo campo, se valió, con provecho, de la obra en dos volúmenes de William Howitt: Historia de lo Sobrenatural.
Desde el punto de vista de la fenomenología mediúmnica de efectos físicos, los relatos de Mrs. Speer sobre las famosas sesiones experimentales con William Stainton Moses (años 1892-1893, de la revista Light, relatos preciosísimos, pero que nunca vieron su publicación en volúmenes, ni siquiera en Inglaterra) fueron los que ejercieron la mayor eficacia sobre sus convicciones con respecto a la intervención indudable de los muertos también en los fenómenos de orden físico del mediumnismo superior.
Experimentación
Sin embargo, una vez formada una visión total del problema espiritista, Bozzano quiso también experimentar; y fue así que, de acuerdo con el Dr. Giuseppe Venzano, fundó el Círculo Científico Minerva, en Génova.
Ambos fueron al director del Siglo XIX, Luigi Arnaldo Vassallo (conocido por el seudónimo de Gandolin), para manifestarle su propósito y para rogarle al mismo tiempo que fuera el presidente. Vassallo aceptó pidiendo una sola condición: que se experimentase con criterios rigurosamente científicos. Como era ese el principal objetivo justamente de Bozzano y de Venzano, el acuerdo fue establecido inmediatamente.
Por el empeño de Vassallo, también el profesor Enrico Morselli, de la Universidad de Génova, se unió, atraído por la promesa de que debería poder experimentar con Paladino. Después de él, entró, en esta misma lista, también el profesor Francesco Porro, de la Universidad de Génova.
Bajo estas óptimas bases, fue fundado el Círculo Científico Minerva que, de enero de 1899 a 1904, tuvo cuatro años de vida gloriosa, haciendo que hablara de él toda la prensa italiana y extranjera. Allí se realizaron casi todos los fenómenos físicos de alto mediumnismo, comprendiendo la materialización contemporánea de seis figuras claramente visibles por todos.
El Círculo Científico Minerva se disolvió posteriormente por los disgustos entre los socios que habrían querido asistir a todos juntos – ellos eran 70 – las experiencias con Eusapia Paladino y con aquellos que se encontraban en los grupos en los que se descubrieron óptimos médiums. Él que era absolutamente contrario al desarrollo regular de las experiencias a realizarse, no podía permitirlo. Sin embargo, la actividad experimental del Círculo fue la causante de la siguiente serie de publicaciones: los relatos del profesor Porro publicados en folletos en el Siglo XIX, los relatos del profesor doctor Venzano, que se publicaron en una serie de fascículos de la Revista de Estudios Psíquicos, Cesare Vesme; los dos gruesos volúmenes (1040 páginas completas) del profesor Enrico Morselli bajo el título (Torino, 1908); y, por último, la obra de Ernesto Bozzano: Hipótesis Espíritica y Teórico-Científica (Génova, 1903), en un volumen de 500 páginas.
Él tomó parte activa en las sesiones de «voz directa», realizadas en Millesimo, con la poderosa mediumnidad del marqués Centurione-Scotto, en los años 1927-1928. En esas sesiones, además de la voz directa, se realizaron los más variados fenómenos de la casuística metapsíquica, tales como telekinesia, materializaciones, desmaterializaciones y aportes. Sin embargo, para mayores informaciones al respecto, quedan los relatos publicados por Bozzano en los años 1927-1928, de Luz y Sombra.
Entretanto, un trágico hecho había perturbado la paz de Bozzano: su adorada madre murió de un carcinoma, el 3 de julio de 1892, en Génova. Él se ocupaba desde hacía apenas dos años de estudios mediúmnicos espíritas y, a pesar de haber leído mucho y también experimentado un poco, permanecía, sin embargo, titubeante, perplejo, escéptico sobre lo que se refería a la interpretación espiritualista de los fenómenos.
Sus convicciones positivistas-materialistas estaban tan profundamente arraigadas en él para poder ser fácilmente removidas por la fuerza de las nuevas investigaciones. Diez años de estudios filosóficos asiduos e ininterrumpidos, profundos y sistemáticos, habían demolido totalmente para Bozzano la interpretación espiritualista del universo. Sólo la concepción mecanicista como la del filósofo Herbert Spencer dominaba soberanamente su pensamiento.
Tal fue su perplejidad y la duda en ese período de transición del materialismo hacia el espiritualismo, atravesando un lúcido intervalo en el que entrevía la nueva verdad, que se reflejó en las cinco poesías escritas aquel año, en memoria de su santa madre, poesías inspiradas como un verdadero desahogo a su inconsolable dolor por haberla perdido.
¡Ah! Por muchos años he perseguido con ansia
También la Esfinge que se llama Verdad.
Pero el horizonte se extendía y el Infinito
Esta más allá de los confines: todo es misterio.
La Nueva Ciencia y el Nuevo Credo constituían la aparición de los estudios espíritas -con todas las consecuencias teóricas que de ellos derivaban-a los que, como ya dijo, Bozzano se dedicaba, dos años antes de que su madre desencarnase.
En esas penosas agitaciones de espíritu él perseveró durante un año, después de la muerte de su madre, hasta que asistió a una modesta sesión mediúmnica que alteró sus dudas.
Él formaba parte de un pequeño grupo de experimentadores que se reunían semanalmente en casa del canciller comunal de Génova, el Sr. Luigi Montaldo. Sirvió de médium su esposa, la señora Attilia, elegante escritora de fábulas para niños y de cuentos para los jóvenes, bajo el pseudónimo de Fata Nix. Y en el que se manifestaba una mediumnidad de psicografía de orden superior, por la cual se manifestaba una entidad que no quería decir quién era y firmaba con el pseudónimo de Nerone, dando consejos morales, sociales y psicológicos elevadísimos. Algunos resúmenes de esas comunicaciones fueron publicados por Bozzano en una revista de Roma, dirigida por el publicista Enrico Carias.
En la tarde de la que se trata, allí se encontraban cinco personas: la pareja Montaldo, el señor Felice Avellino, el doctor Venzano y Bozzano. Era la tarde del aniversario del fallecimiento de su madre.
De improviso, la señora Montaldo exclama:
¡Oh, pero qué cosa me está pasando, me siento como circundada por una influencia del paraíso, oh, que calma, que serenidad, qué felicidad me invade! Indudablemente está presente una entidad muy elevada, purísima, angelical.
Y, así comenzó a escribir algunas palabras que, con un impulso automático, dirigió a Bozzano. Él lee y permanece aturdido; estaban escritos los dos últimos versos del epígrafe que aquella misma mañana Bozzano había dejado escrito en una pequeña nota en la sepultura de su madre con motivo del primer aniversario de su muerte.
Los versos son estos:
Ahora y siempre
¡Invocándote!, ¡Oh! madre.
Su conmoción no tuvo límites. Sentía, o mejor, tenía la absoluta certeza de que, a su lado, se hallaba su madre. Pero hay algo más, en aquella época, estaba afligido con disgustos serios e íntimos, tan íntimos que no le fue posible externarlos en presencia del grupo. La única criatura que habría podido serle una buena consejera era su madre.
Más que nunca, conmovido y tembloroso, dirigió una invocación mental sobre un consejo. Este fue exacta y rápidamente dado y fue de tal forma que lo llevó a suponer no haber ningún equívoco. Después de lo cual, le dijo:
Estoy contenta contigo, sigue en el noble camino en que sé que te has comprometido, esta es tu misión en la tierra, te beso.
Fue éste el pequeño acontecimiento personal que disipó las pocas dudas que le restaban tras la preparación metapsíquica de los dos años anteriores (1891-1893).
A propósito de la frase: «Esta es tu misión en la tierra», pronunciada por la entidad afirmándose madre de Bozzano, es interesante recordar un curioso episodio biográfico.
Profecía cumplida
De vuelta de un paseo en las montañas de Génova, Bozzano, cuando contaba con 18 años, encontró a una gitana que se ofreció para leerle el destino. Aunque no estaba dispuesto a creer, no supo negarse y escuchó la siguiente profecía:
Te veo muy viejo, entre los 70 … los 72 … los 74 … los 76 … después veo nublado… Ahora estás comprometido con una bella señorita que no es de las nuestras … no es de nuestra raza, pero tú no la desposarás… no la podrás desposar… porque ella se casará con otro, tú estudiarás durante toda tu vida… escribirás muchos y muchos libros … ¡Los escribirás sobre un asunto que es como este por el que ahora te hablo! Justo este asunto, te convertirá en el apóstol de un gran ideal espiritual. Entre libros y libros escritos por ti, toda tu vida será dedicada, cambiando la familia por un alto Ideal…
Esta fue la profética exposición de la adivina, que fue de una impresionante precisión. De hecho, Bozzano estaba realmente comprometido con una señorita que no era de nuestra raza (término impropio pero expresivo) y no la pudo desposar porque ella, viajando a París, desposó allí a un oficial de la guardia republicana. La otra predicción posterior relativa a la misión particular de estudioso y su verdadero y propio apostolado a favor de un alto Ideal, se realizó de un modo inconcebiblemente sorprendente.
De hecho, no se podía pensar que él hubiera sugestionado en ese sentido, consciente o subconscientemente, a la sensitiva, visto como ignoraba, a los 18 años, cuál debería ser su futuro destino y, sobre todo, no podía pensar en convertirse en el apóstol de una ciencia de la que ignoraba hasta la existencia.
Las particularidades con respecto a su edad no se puede decir que se cumplieran exactamente. La adivina había lentamente computado el número de años, asegurando que sólo después de los 76 veía nublado. Finalmente viviría hasta 81 años. La Italia de 1880, año del encuentro con la gitana, tenía bajos porcentajes de ancianos en su seno: los mayores de 60 años eran cerca del 7% y quienes sobrepasaban los 80 menos del 1%, cifras que no variaron sustancialmente durante buena parte del siglo XIX (ver al respecto el estudio Pinnelli y Golini, 1993)
En el período que va de 1891 a 1921, Bozzano, siempre en Génova, continuó incesantemente su preparación con método y perseverancia. Pero los innumerables amigos que poseía en su ciudad lo distraían del estudio asiduo más allá de los límites, por ordenarle explicaciones o aclaraciones en cuanto a la casuística mediúmnica, por la búsqueda de ayuda en el estudio de la mediumnidad.
Estando las cosas así, él no podía producir, durante ese período cuánto habría podido y querido. El profesor Morselli, por ejemplo, estaba frecuentemente en su casa porque, debiendo compilar los dos gruesos volúmenes Psicología y Espiritismo, y no poseyendo ninguna clasificación analítica y pocos casos sobre la materia, encontraba todo lo que le era necesario en los compendios de Bozzano que generosamente suministraba a Morselli – aunque fervoroso antiespírita – todo el material útil.
Pero en 1922, su hermano adquirió una villa en Savona, en una hermosa situación en una colina frente al mar. Allí se estableció también nuestro autor que, de aquel momento en adelante, hallándose en una ciudad en la que era desconocido por todos y por eso completamente libre de los amigos y de las obligaciones, pudo dedicar, alma y mente – en el sentido más literal del término – a la Metapsíquica y a la Ciencia Espírita.
La serie de sus más importantes monografías sobre el tema se inició más exactamente en su residencia en Savona y, después de aquel tiempo, de 1922 en adelante, su producción se convirtió en una actividad inagotable.
Lleva una vida de verdadero fraile. Se levanta al amanecer y después de un poco de jardinería en la estación propicia, se sienta a la mesa, con la máquina de escribir, en la amplia habitación del palacete y allí pasa 14 horas al día, anotando o clasificando nuevas obras, o despojándose de sus voluminosos compendios para escribir nuevos trabajos.
El Compilador
A propósito de estos compendios es oportuna una explicación. Al final de la época en que se ocupaba de filosofía, Bozzano había sentido la necesidad de clasificar analíticamente el entero contenido de la obra que había leído. Esta necesidad se hizo sentir, más que nunca, imperiosa en la Metapsíquica, en la que se trataba de tener presente, en breve tiempo y en orden, toda una enorme casuística que, proveniente de los fenómenos simples anímicos, iban hasta los espíritas, o a los de mediumnismo superior. Y porque se trataba casi siempre de precisar en un campo en trabajo de formación, entonces la necesidad de clasificar analíticamente el material metapsíquico mundial se tornaba una necesidad imprescindible.
Así él emprendió, con la paciencia digna de un monje, la clasificación de toda su biblioteca, sea de los libros, sea de las revistas publicadas en todo el mundo y, si pensamos que Bozzano colocó en orden en compendios todo el material contenido en los libros de su biblioteca que contenía cerca de 3.000 libros, se comprende cómo había sido necesario el sacrificio de la jornada completa de 50 años de vida.
Pero fue así que se había colocado frente al mundo metapsíquico, en una posición del todo particular, porque todos los estudiosos serios del mundo -de acuerdo o no con él en la interpretación de los hechos- si estuvieron siempre de acuerdo al considerarlo el mayor erudito vivo en el campo de los estudios metapsíquicos.
Como se puede claramente percibir, el material psíquico resultó en una subdivisión en varios capítulos, en los que, para facilitar la columna numerada, se encuentra el contenido teóricamente importante de las páginas correspondientes. De esta manera, recorriendo rápidamente un capítulo especial, tal como, por ejemplo: Telepatía, Clarividencia o Aportes, se puede tener ante los ojos, en una visión sinóptica, todo lo que de interesante sobre el tema especial fue dicho en el libro objeto de nuestra atención.
Se comprende enseguida que, sin ese trabajo metódico y paciente de preparación, no es absolutamente posible ponerse a escribir cualquier cosa sensata de una materia tan difícil y ardua como la Metapsíquica.
Estas consideraciones explican suficientemente porque Bozzano aprovechó bien nueve años de preparación antes de poner las manos en la pluma. De hecho, su primer artículo titulado Espiritualismo y Crítica Científica en el que rechazaba, con hechos, la hipótesis formulada por los opositores contra la interpretación espiritista de las manifestaciones de los difuntos-, se publicó en diciembre de 1899, en la Revista de Estudios Psíquicos dirigida por Vesme. Sus dotes naturales de escritor accesible, y sobre todo clarísimo, sirvieron de complemento para esa preparación sin igual.
Como polemista, alcanzó una enorme notoriedad. Basta recordar su polémica con el profesor Enrico Morselli después de la publicación de su gran obra en dos volúmenes Psicología y Espiritismo; con el Dr. William Mackenzie, provocada por la publicación de su libro Metapsíquica Moderna; con el profesor R. Lambert, después de la sesión de «voz directa» de Millesimo, tomada con el marqués Centurione-Scotto; y finalmente, aquella famosa con René Sudre, tras la publicación del libro Introduction à la Métapsychique Humaine. Para responder a este último, lo hizo con un libro de 238 páginas publicado en Nápoles, en 1927, bajo el título: Por la Defensa del Espiritismo, también traducido en castellano como La Verdad sobre la Metapsíquica Humana.
No es absolutamente posible dar una lista de la producción de Bozzano, pues se trata de cientos y cientos de artículos esparcidos por las revistas metapsíquicas publicadas en todo el mundo. Pero si se hace el cálculo con lápiz en mano, resultan las siguientes cifras: cinco mil páginas en libros y monografías y otras cinco mil páginas de artículos variados y pequeños estudios en monografías. ¡Publicando toda su Opera Omnia – como quiso el profesor Richet insistiendo para que eso se hiciera en Italia!, en una serie de volúmenes en un formato actual, habría un número de unas 15 mil páginas. Es preciso convenir que se trata de un número respetable.
Sus principales trabajos y monografías:
1) El Espiritismo Ante la Ciencia – Génova, 1901 (54 págs.);
2) Hipótesis Espirítica y Teoría Científica – Génova, 1903 (509 págs.);
3) Casos de Identificación Espirítica – Génova, 1909 (370 págs.);
4) El Propósito de la «Psicología y Espiritismo» del profesor E. Morselli – Luz y Sombra, 1909 (39 págs.);
5) Fenómenos Premonitorios – Luz y Sombra, 1912 (223 págs.);
6) Fenómenos de Telestesia – Luz y Sombra, 1920 (55 págs.);
7) Los Enigmas de la Psicometría – Luz y Sombra, 1921 (84 págs.);
8) Fenómenos de Telekinesia en Relación con los Eventos de Muerte-Luz y Sombra, 1922 (46 págs.);
9) Música Trascendental – Luz y Sombra, 1922 (59 págs.).
10) Animales Manifestaciones Metapsíquicas – Luz y Sombra, 1923 (89 págs.); Ciudad de Pieve, 1941 (278 págs.);
11) Comunicaciones Mediúmnicas entre los Vivos – Luz y Sombra, 1924 (130 págs.);
12) Fenómenos de Obsesión y Posesión – Luz y Sombra, 1926 (41 págs.);
13) Manifestaciones Supranormales entre los Pueblos Salvajes – Luz y Sombra, 1926 (105 págs.);
14) Por la Defensa del Espiritismo – Nápoles, 1927 (238 págs.);
15) Pensamiento y Voluntad, Fuerzas plastificantes y Organizadoras- Luz y Sombra, 1927 (68 págs.);
16) Premoniciones, Precogniciones, Profecías – Luz y Sombra, 1927 (165 págs.);
17) Primeras Manifestaciones de «Voz Directa» en Italia – Luz y Sombra, 1929 (142 págs.);
18) La Crisis de la Muerte en las Descripciones de los Muertos Comunicadores – Nápoles, 1930 (216 págs.);
19) Algunas Variedades Teóricamente Interesantes de Casos de Identificación Espirítica – Luz y Sombra, 1930 (87 págs.);
20) Apariciones de Muertos en el Lecho de Muerte – Luz y Sombra, 1906, 1920; Ciudad de Pieve, 1930 (122 págs.);
21) Literatura del Más allá – Ciudad de Pieve, 1930 (63 págs.);
22) Visión Panorámica o Memoria Sintética en la Inminencia de la Muerte – Ciudad de Pieve, 1931 (47 págs.);
23) Gemas; Amuletos, Talismán – Ciudad de Pieve, 1931 (22 págs.);
24) Fenómenos de Aportes – Luz y Sombra, 1931 (124 págs.);
25) Niños Videntes y Apariciones de Muertos – Ciudad de Pieve, 1931 (26 págs.);
26) Marcas y Figuras de Manos abrasivas – Ciudad de Pieve, 1931 (41 págs.);
27) William Stainton Moses y la Crítica Científica – Ciudad de Pieve, 1931 (58 págs.);
28) El Propósito de las Revelaciones Mediúmnicas – Ciudad de Pieve, 1931 (37 págs.);
29) El Propósito de Fantasmas Materializados y de Revelaciones Trascendentales – Ciudad de Pieve, 1931 (32 págs.);
30) Materializaciones de Fantasmas de Tamaños Minúsculos – Ciudad de Pieve, 1932 (24 págs.);
31) Criptestesia y Supervivencia – Ciudad de Pieve, 1932 (37 págs.);
32) Telepatía y Psicometría en Relación a la Mediumnidad Sra. Piper – Luz y Sombra, 1911 – Ciudad de Pieve, 1933 (59 págs.);
33) Simbolismo y Fenómenos Metapsíquicos – Luz y Sombra, 1907 – Ciudad de Pieve, 1933 (85 págs.);
34) Mediumnidad Políglota (Xenoglosía) – La Investigación Psíquica, 1933 (176 págs.);
35) Rápida Historia de las Batidas Mediúmnicas – La Investigación Psíquica, 1933 (40 págs.);
36) En Defensa de los Fenómenos Mediúmnicos de Efectos Físicos-Ciudad de Pieve, 1933 (24 págs.);
37) Fenómenos de Bilocación – Luz y Sombra, 1911 – Ciudad de Pieve, 1934 (132 págs.);
38) Fenómenos de Transfiguración – La Investigación Psíquica, 1934 (49 págs.);
39) Experiencia Mediúmnica y Acontecimientos de Muertes en sus Relaciones con Fenómenos de Infestación – La Investigación Psíquica, 1935 (51 págs.);
40) Fenómenos de Infestación – Luz y Sombra, 1917 – Ciudad de Pieve, 1936 (247 págs.);
41) Manifestaciones Olfativas de Orden Patológico, Telepática, Supranormal – La Investigación Psíquica, 1936 (58 págs.);
42) Telepatía, Telemnesia y la ley de la «relación psíquica» Ciudad de Pieve, 1938 (33 págs.);
43) Personalidades Mediúmnicas que se declararon Personalidades Subconscientes – Ciudad de Pieve, 1×40 (33 págs.);
44) Romancistas de Genio y Héroes de Roma Considerados en Relación con la Investigación Psíquica – Ciudad de Pieve, 1940 (35 págs.);
45) La Facultad Supranormal – Milán, Bocca, 1940 (138 págs.);
46) Investigación sobre Manifestaciones Supranormales – Ciudad de Pieve, 1931 – Vol. I (197 págs.);
47) Ídem, ídem, 1931 – Vol. II (214 págs.);
48) Ídem, ídem, 1932 – Vol. III (261 págs.);
49) Ídem, ídem, 1933 – Vol. IV (201 págs.);
50) Ídem, ídem, 1938 – Vol. V (207 págs.);
51) Ídem, ídem, 1940 – Vol. VI (200 págs.);
52) Animismo o Espiritismo – Ciudad de Pieve, 1938 (292 págs.).
Al Gran Maestro de la Ciencia del Alma
Bozzano comenzó a escribir artículos sobre la mediumnidad a partir de 1900.
Su nombre alcanzó notable proyección internacional, habiendo sido elegido Presidente de Honor del V Congreso Espírita Internacional, llevado a cabo en Barcelona, España, del 1 al 10 de septiembre de 1934. Según noticia estampada en el famoso diario inglés Two Worlds, en su edición de mayo de 1939, los espíritas británicos le ofrecieron bellísima medalla de oro, en la cual aparecía en una de sus caras una figura simbólica sosteniendo una corona de laurel en la mano derecha, con la divisa latina Aspera ad Astra y, en la otra cara una dedicatoria cuya traducción es la siguiente: Al Gran Maestro de la Ciencia del Alma, Ernesto Bozzano, que abrió nuevos horizontes a la humanidad sufriente, sus amigos y admiradores.
El estudio de los trabajos de Bozzano permite al espírita acostumbrarse al análisis metódico de los hechos, separándolos de las suposiciones. Después de Bozzano sólo vinieron los metapsiquistas y parapsicólogos.
Ernesto Bozzano aportó inestimable contribución a la ciencia espírita. Basta decir que los trabajos de Bozzano son siempre una fuente universal. No se puede actualmente discutir la ciencia espírita, sin, después de conocer la obra de Kardec, citar a Bozzano. Sus libros están considerados como clásicos en materia espírita.
Su renombre mundial camina pari pasu con la aparición de sus monografías que fueron publicadas en la revista italiana Luz y Sombra, dirigida por el profesor Ângelo Marzorati (dicha revista cambió el nombre para Investigación Psíquica cuando asumió la dirección el profesor Antonio Bruers), que se difundieron inmediatamente en el mundo, traducidas en casi todos los idiomas.
Bozzano es uno de los escritores italianos más traducidos y conocidos en el mundo.
El primero en la lista es Brasil, con la traducción al portugués de todas sus obras y todos sus artículos publicados en la revista italiana metapsíquica.
En segundo lugar, viene España, en la que fueron, traducidos todos sus libros. Lo curioso es que entre ellos algunos fueron traducidos en catalán, en aquella época.
En tercer lugar, viene Francia, con la publicación de sus volúmenes difundidos por los mayores editores, sin contar los artículos originales de la Revista Espírita, la Revista Metapsíquica y Psíquica. En cuarto lugar, viene Inglaterra, con algunos volúmenes, así como un enorme número de artículos, también originales, en la revista Light, Psychic Neves y Two Worlds. En quinto lugar, viene Alemania, con muchos volúmenes traducidos, uno de los cuales bajo el título: Fenómenos de Infestación, que tuvo un verdadero y especial éxito de librería. Viene después Holanda, Rumania, Grecia y Yugoslavia con las traducciones en serbio. Para que se tenga una idea de la notoriedad que Bozzano conquistó en el mundo, basta recordar que, en Brasil, la Revista Psíquica lo llamó el San Pablo de la Nueva Ciencia del Alma y que en Alemania, el Dr. Emilio Mattiesen – el gran escritor alemán de Metapsíquica – era llamado el Bozzano de Alemania, por lo que se glorificaba de ese título.
Pero a medida que la celebridad de Bozzano se difundía en el ambiente metapsíquico mundial, cada vez más venía aumentando el número de cartas que le llegaban de todos los rincones del globo. Como él dijo muchas veces, esto era para él una verdadera calamidad, porque responder, como era su hábito hacer, unas 200 cartas al mes, es siempre una empresa pesada, tanto más que muchas de esas cartas provenían de filósofos, o literatos, o científicos, o, como sea, personalidades eminentes en los diversos campos del conocimiento humano y tratar de dar respuestas, en tantas páginas, muy meditadas, mecanografiadas, se puede afirmar que eran verdaderas monografías. Los propios metapsiquistas le escribían solicitando informaciones sobre libros o asuntos particulares, seguros de que una respuesta del gran erudito de esa ciencia llegaría pronto.
Otras cartas, en cambio, provenían de personas humildes y desconocidas, atormentadas, venidas de una madre, o un padre, o una esposa angustiada por la pérdida de una persona querida. Todas estas cartas consisten en solicitudes de ayuda y demuestran que nuestros queridos no están abandonados en el camino de la vida, sino que viven y que podremos un día revisarlos.
Él fue realmente el consolador de miles de almas afligidas y también estaba deseoso de rendir cuentas, en el lado científico, de la supervivencia humana.
Su principal actividad de escritor fue dedicada a la bella revista italiana Luz y Sombra, de la que es oportuno hablar un poco de su historia. El industrial milanés Achille Brioschi, nacido en 1860, se reunió en Milán con Ángel Marzorati, en 1899, tras haber sido alcanzado por una gran desgracia: la muerte de su esposa. Los dos unidos por el mismo ideal de afirmación de la espiritualidad del alma, de ser investigada bajo bases positivas, fundaron la Revista, cuyo primer número apareció en la Navidad de 1899. A Marzorati fue entregada la dirección, mientras que el benemérito Brioschi asumía la presidencia y no sólo la carga del mantenimiento material de la Fundación.
Esta protección a un ideal, que sólo se alcanzó después de 40 largos años, permitió la constitución y la vida de un Instituto de Estudios Psíquicos (hasta hoy en actividad) y que, muy conocido dentro y fuera de Italia, honró el nombre de este país fuera de las fronteras en lo que se refiere a este campo de investigación. De 1900 a 1931, año de su muerte, Marzorati fue director de la Revista y tuvo como colaborador y redactor jefe el profesor Antonio Bruers, secretario de la Academia de Italia. Estudiante, con gran cultura filosófica, cuyos escritos (reunidos ahora en un volumen impreso por la editorial Zanichelli, con el título La Investigación Psíquica), fueron siempre marcados por el estudio de las consecuencias particulares que la Nueva Ciencia introdujo en el dominio filosófico.
La colaboración de Bozzano en la revista Luz y Sombra – La Investigación Psíquica, se inició en febrero de 1906, con el primer fascículo de la monografía Aparición de Muertos en el Lecho de Muerte, y continuó ininterrumpida hasta septiembre de 1939, año en que, a causa de las exigencias de la guerra, las publicaciones fueron suspendidas. El número de páginas escritas por él, en los 34 años de la revista, dicen de la importancia de su colaboración. Este monto -de febrero de 1906 a septiembre de 1939- fue de 3.702 páginas.
El estallido de la Segunda Gran Guerra, con la consiguiente limitación del intercambio cultural, no disminuyó completamente su actividad de escritor. Así, no recibiendo más libros ni revistas, decidió emplear su tiempo en una empresa verdaderamente grandiosa y mucho más pesada. Fue el rehacer total y la ampliación de sus viejas monografías publicadas, en gran parte, en revistas (en Italia, especialmente en Luz y Sombra – La Investigación Psíquica), con el fin de aplazarlas según las exigencias del momento.
Se dedicó con tal vigor, a pesar de su ya avanzada edad, a tan dura tarea que, desde septiembre de 1939 hasta septiembre de 1941, pudo preparar ocho monografías que constituyeron cada una – cuando fueron publicadas en una Coetánea de Estudios Metapsíquicos – un volumen de 400 páginas.
Es oportuno observar que las convicciones a las que llegó Bozzano, no se pueden en ningún caso atribuir ninguna especie de misticismo, porque Bozzano no se convirtió en un místico y no lo podía ser, visto que durante años, había militado en las filas de los materialistas, a cuyas ideas estaba ligado, puesto que el análisis sistemático y profundo de los hechos ahora a su disposición, no le podían permitir otras conclusiones sino las de Büchner, Moleschott, Le Dantec, y de Ardigò. Y si él abrazó, pues, la causa diametralmente opuesta, se debe, no a un misticismo congénito apriorístico, sino a la resultante de una investigación analítica, pacientemente sistemática, conducida sobre miles y miles de casos seriamente evaluados y documentados; casuística tan importante que le permitieron crear un edificio metapsíquico verdaderamente imponente.
Es útil notar que la obra integral de Bozzano sea considerada como una grandiosa penetración y un sistemático estudio analítico sintético de la fenomenología mediúmnica, en el dominio de la cual él nunca dejó de explotar, indagando sistemáticamente todo el vastísimo campo de las variadísimas categorías de fenómenos.
Toda su monografía es un capítulo de esta sistemática explotación en el dominio de los fenómenos espíritas. Todas sus monografías reunidas juntas constituyen un precioso contenido sobre el arduo tema y, al mismo tiempo, constituye la más documentada colección de fenómenos supranormales, analizados, comparados y sabiamente comentados que existe en el mundo.
Sólo un tema espírita que no hizo objeto de una monografía particular es la categoría de los fenómenos que versan sobre condición de la vida en el ambiente espiritual (aunque se puede leer las menciones en el volumen La Crisis de la Muerte).
Hipótesis animista versus espiritista
Cincuenta años de investigaciones perseverantes e ininterrumpidas en el campo de la Metapsíquica y los fenómenos espíritas permitieron a Bozzano una penetración en el asunto que ningún otro estudioso pudo hacer.
Su conclusión es exacta:
Sólo la hipótesis espírita puede dar razón a los hechos considerados en su totalidad.
A esa conclusión de Bozzano ya habían llegado numerosos investigadores serios y competentes. Son suficientes sólo los nombres de Myers, Crookes, Wallace, Lombroso, Brofferio, Lodge, Flammarion, Delanne. Por lo demás, el problema es lógicamente colocado de tal manera que no se trata de discutir cuál de las dos hipótesis explica los hechos: si es aquella anímica o aquella espírita: ¿existen o no existen los hechos supranormales objeto de la Metapsíquica?
Una vez resuelto este problema en el sentido afirmativo -y nadie ha podido hasta ahora sostener lo contrario- sólo quedan dos alternativas como a todos primero pareció, sin embargo, una sola es la hipótesis espírita que permanece al final de los análisis. De hecho, admitiendo, además, que se quería dar razón a la total fenomenología mediúmnico-espírita, recurriendo a las hipótesis anímicas, según las cuales todo lo que sucede es el resultado de facultad trascendente insiste en la subconsciencia humana y emergente ocasionalmente, también admitiendo eso, nada más se hará que llegar a la hipótesis espírita por un camino más largo, en vez de ir directamente, ya que si la facultad insiste en el alma humana es a tal punto portentosa para poder conocer el presente, el pasado y el futuro, y ser necesariamente omnisciente, omnipotente y omnipotente, entonces eso significa admitir para el alma los mismos atributos que se conceden en la interpretación espiritualista de ella. Si ella es omnipresente, y omnipotente, entonces, será también espiritual, independiente del organismo físico, inmaterial, inmortal.
Con ello se sabrá haber llegado también al punto que se deseaba justamente excluir, demostrando indirectamente que, si un alma con esos requisitos existe -como es admitido en la hipótesis anímica- entonces nada prohíbe que ella sobreviva y que sea la propia sobreviviente que se manifiesta.
Todo ello sin contar la enorme incongruencia lógica contenida en la hipótesis anímica; la incongruencia capaz de hacer sacudir todo el edificio por ella construido y que puede ser expresada en los siguientes términos: Si el alma es, por hipótesis, partícipe de los atributos divinos de la omnipresencia, de la omnipresencia, de la omnipotencia – atributos que se les concede solamente para no admitir que son los muertos que se manifiestan-entonces, ¿cómo puede ella conocer todo, menos una sola cosa que es exactamente ella misma la causa de los fenómenos que, fraudulentamente, se atribuye a los muertos? ¿Cómo aceptar una omnisciencia de tal carácter, mostrándose sin límites, si el alma ignora el acto más elemental de su actividad, es decir, que ella misma es que produce, y al mismo tiempo, enmascara para sí misma los hechos? Estas consideraciones hacen claramente entender que si se quiere rechazar el Espiritismo, atrincherándose detrás del animismo, se acaba por conceder al alma atributos divinos -que era exactamente lo que se deseaba evitar -y que se llega igualmente al Espiritismo, pero a través del camino indirecto del animismo.
De ahí que sea necesario deducir que existen fenómenos anímicos como existen los espíritas: que el animismo y el espiritismo son términos complementarios de una misma cuestión, a uno le falta la base sin el otro, visto como las manifestaciones espíritas son la expresión de la actividad alma en la fase del desencarne, como las manifestaciones anímicas lo son en la fase de la encarnación; que, en definitiva, resultan ser la expresión de la espiritualidad e inmaterialidad del alma.
Ante estas graves y decididas objeciones contra la hipótesis anímica, entendida como la explicación total de los hechos metapsíquicos, se puede unir otra no menos resolutiva que es: «¿Por qué todas las manifestaciones vienen como si fueran el propio espíritu de los muertos que se comunican?»
Es inútil observar que los «animistas extremistas» no pudieron jamás justificar teóricamente este hecho que en su hipótesis termina en un enigma definitivo e inextricable.
Queriendo expresar en pocas palabras la síntesis conclusiva del pensamiento de Bozzano, se puede recurrir a un artículo publicado en la International Psychic Gazette (mayo de 1930).
Todo aquel que se pierda en discusiones ociosas, emprenda investigaciones sistemáticas sobre fenómenos metapsíquicos y en ellas persevere por largos años, acumulando un material inmenso de los hechos, para luego aplicar en los mismos los métodos de investigación científica, deberá acabar infaliblemente por convencerse de que los fenómenos supranormales constituyen un complejo admirable de pruebas anímicas y espíritas, todas convergentes para un centro a favor de la demostración rigurosamente científica de la existencia y supervivencia del espíritu humano.
Esas son las conclusiones sobre una investigación impuesta bajo bases absolutamente nuevas, no sólo adaptadas al clima mental del presente milenio, vale decir, bajo bases lógico-experimentales.
Hoy, por lo tanto, la penetración analítica de los fenómenos supranormales y del mediumnismo permiten alcanzar la demostración positiva de la supervivencia humana, con todas las consecuencias teóricas que derivan de ella.
En este sentido está comprendida la obra completa del Pionero y Apóstol – Ernesto Bozzano – ofrecida a Italia y al mundo intelectual, en 50 años de incesante y apasionada actividad, obra que permanecerá en el tiempo al servicio de los futuros investigadores del Espiritismo que el profesor Charles Richet no vaciló en definir como el Rey de las Ciencias y la Gran Esperanza. Él está destinado a desvelar la Ciencia del Alma.
Ernesto Bozzano murió el 24 de junio de 1943 en Savona, Italia.
En 1920 conoció a Gastone De Boni que, tras la muerte de Bozzano, heredó todo su material científico y bibliográfico.
Cuando Bozzano murió, Gastone de Boni (1908 – 1986) heredó toda su biblioteca y creó entonces una sociedad llamada Fondazione Biblioteca Bozzano De Boni que conserva la inmensa biblioteca de Bozzano y de Boni. En este archivo están listados todos los títulos de la A a la Z, de esta fabulosa biblioteca: Biblioteca de Bozzano y Boni.pdf
¡Loor a uno de los grandes!
Salvador Martín para Curso Espírita
Copyright Curso Espírita.com