Felipe Senillosa

Felipe Senillosa
Felipe Senillosa, escritor, empresario, político y espiritista

Felipe Bonifacio Senillosa Botet. 14 Mayo 1838, Buenos Aires — 6 Octubre 1906, Barcelona.

Para conocer bien al Felipe Senillosa hijo es inevitable dedicar unas líneas a la singular biografía de un hombre del portento del Felipe Senillosa padre, el de tal palo tal astilla, se aplica singularmente en estos dos Felipe Senillosa. Del padre, muy famoso y reconocido, se ha escrito mucho en los dos últimos siglos, y del hijo mucho menos de lo que merece, pero con el transcurrir de los años y el progreso del Espiritismo, es más que probable que la astilla eclipse al palo.

Felipe Senillosa (hijo) honró la memoria de su padre, publicando en 1858 un cuaderno biográfico de 21 páginas con el título: «Acontecimientos notables de la vida del finado señor D. Felipe Senillosa». De esta y otras fuentes extractamos algunos de los aspectos de la vida y milagros, de este hombre tan poco común.

 

Felipe Senillosa (padre)

Felipe Senillosa (padre)
Felipe Senillosa (padre)

Militar, matemático, ingeniero, político, educador, geógrafo, autor de varias obras científicas. Nació el 26 de Mayo 1790 en Barcelona (algunas fuentes refieren que Tarragona y otras que Castellón de la Plana), y su nombre completo era Felipe Fernando Mariano Pujol de Senillosa Ardebol, de los cuales usó siempre el primero. Era hijo de Manuel Pujol de Senillosa, teniente con grado de capitán del Regimiento de Caballería y de María de Ardebol y de Matas. En el año 1800 con tan solo diez años es cadete del Regimiento de Caballería siendo becado hasta 1807, estudiando en la Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares. A los dieciocho años, en 1808, se trasladaba de Madrid a Zaragoza, junto a 100 hombres, para ponerse a las órdenes de Palafox en la defensa inmortal de aquella ciudad contra los franceses invasores. Admirado el capitán general Palafox de ver en una edad temprana el valor y el saber reunidos, le distinguió con aprecio; tanto más cuanto que no había ingeniero que trazase un plan de fortificación. En las memorias de aquel sitio se hace mención de un joven oficial, cuyo valeroso arranque contuvo la propagación del terror, que se había apoderado de los defensores de Zaragoza, que no era otro que el oficial Senillosa. Poco después de le hace teniente de la compañía de Walones. Su valor y celo en este sitio le hicieron merecer dos escudos de honor, con que fue condecorado por el mismo Palafox y por el rey Fernando VII. Los franceses sitiaron aquella plaza por segunda vez, hasta febrero de 1809 que capitularon, y Senillosa estuvo destinado como comandante de ingenieros en el Castillo de Alfageria; hasta que tuvo la desgracia de caer prisionero del ejército francés, y trasladado a Francia.

Mientras estuvo prisionero escribió Tratado de Mnemónica o Arte de fijar la memoria, que se conserva inédito en poder de la familia.

Cuando recuperó su libertad, sus paisanos lo repudiaron porque ya no sustentaba las convicciones políticas de otrora y porque se había debilitado su adhesión al régimen imperante en la Península. Regresó a Francia en 1813 y se incorporó a las águilas imperiales, efectuando la campaña el Norte. Peleó en Silesia y en Alemania, así como en Sajonia y Holanda. En 1814 regresó a España y lo motejaron de el afrancesado, siendo estrechamente vigilado, como si fuera un espía. Nadie pensaba en utilizar sus ricos conocimientos militares y matemáticos, adquiridos en costosa experiencia y áspero trajín y se vio obligado a emigrar, dirigiéndose a Londres, en 1815, donde conoció a Rivadavia, Sarratea y Belgrano y desde aquel momento empezó a interesarle la causa emancipadora de América del Sur, decidiendo su viaje a Buenos Aires, donde esperaba que sabrían valorar mejor sus amplios conocimientos; cambiando de horizonte, cambiaría de espíritu y el recuerdo de las memorables batallas napoleónicas de: Katzbach, Leipzig, Arnheim, Hanau, Lutzen, Vurtzen y Bautzen, a las que había asistido, permanecería del otro lado del hosco Mar Atlante.

Llegado a Buenos Aires, el Directorio lo designaba el 3 de febrero de 1816, Director y Preceptor de la Academia de Matemáticas y siete meses después, director de todas las academias establecidas en Buenos Aires. El 12 de junio de 1817 elevó al gobierno un sucinto Plan de Educación, que recibió el agradecimiento y reconocimiento gubernamental. Fundó también en aquella época un periódico que tituló: Los Amigos de la Patria y de la Juventud, destinado a defender los intereses de la instrucción pública.

En 1818 fue nombrado miembro de la comisión de caminos. En 1820 publicó un Tratado Elemental de Aritmética. En 1821 se le nombró Catedrático de Geometría Descriptiva y sus aplicaciones. En 1824 fue nombrado miembro de la Comisión Topográfica de Buenos Aires, como Prefecto de Ciencias Exactas.

En 1826 fue nombrado primer ingeniero del Departamento Topográfico y dos años después, presidente del mismo. En los comicios electorales del 22 de julio de 1827, Senillosa fue elegido diputado, siendo reelegido en varias legislaturas.

Durante treinta años consecutivos, Senillosa es el consejero técnico de cuanta misión útil se constituye en el país para ejecutar obras de provecho. Publica en 1817 una Gramática Española; redacta una Memoria sobre pesas y medidas; contribuyó a especificar las atribuciones del Ministerio de Pobres y Menores; proyecta y dirige varias construcciones públicas, sin remuneración de ninguna clase, estimulado solamente por su profundo deseo de ser útil a la sociedad.

Falleció en Buenos Aires, el 20 de abril de 1858, siendo sus hijos Elvira, Carolina, Felipe y Pastor.

Son muchas las partes de su biografía, los numerosos cargos que omitimos, las grandes obras públicas, sociales, empresariales que llevó a cabo en su ajetreada existencia, y que de algún modo debíamos resumir por no ser particularmente nuestro biografiado, pero dan una idea de la fuente de la que brota el Felipe Senillosa hijo que vamos, ahora sí, a biografiar.

 

El Senillosa terrateniente

Felipe Senillosa
Felipe Senillosa

Los hermanos Senillosa heredaron una gran fortuna de su padre, fueron miembros muy activos de la Sociedad Rural, y ocuparon puestos de relevancia en esta institución de terratenientes modernizadores. Felipe Senillosa alcanzaría la vicepresidencia y siempre se mostró más inclinado que su hermano Pastor en lograr una modernización rural.

Lo vemos, en 1870, arengando a sus colegas a través de las páginas de los Anales de la Sociedad Rural Argentina afirmando que «muchos son los hacendados ricos que tienen sus estancias cuidadas por el sistema indicado de la ignorancia y la desidia y que cuando tienen dinero sobrante, no se preocupan de mejorar las condiciones económicas de sus establecimientos. Los que se empeñan en no seguir el progreso, caro pagan su torpe aberración». Cuando en las dos últimas décadas del siglo el interés por la modernización ganadera se generalizó entre las clases altas, Felipe Senillosa y su hermano Pastor fueron ampliamente reconocidos como verdaderos modelos de empresarios rurales. El periódico rural La Agricultura, describía a Felipe como «uno de los estancieros y cabañeros más progresistas, enemigo por principio del empirismo y la rutina, innovador por naturaleza, anhelando siempre obtener lo mejor dentro de lo mejor, buscando el confort y desechando el lujo estéril».

Hermano de Felipe Senillosa
Pastor Senillosa, hermano de Felipe, y que también destacó en actividades ganaderas, públicas y políticas

Para la década de 1870 las lanas y los reproductores de los Senillosa se contaban entre los mejores del país, y la cabaña del establecimiento El Venado comenzaba a comercializar sus productos con marcado éxito. En 1885, Felipe Senillosa fue invitado a prologar un libro sobre La cría del merino  y el cultivo de la lana, y allí daba cuenta de los resultados de la transformación de su empresa. Senillosa se ufanaba de que en 1858, al hacerse cargo de las explotaciones rurales de la familia, habían encontrado ovejas ordinarias «cuyo rinde era exiguo y de poquísimo precio». Gracias a sus trabajos, éstas habían dejado lugar a animales que producían no menos de seis libras de lana al año, y que «alcanzan desde diez años a esta parte los mejores precios de la plaza».

Vista de una fachada de la finca en la actualidad
Vista de una fachada de la finca en la actualidad

Felipe y su hermano Pastor terminaron de dividir sus negocios en la década de 1880. Felipe quedó con las tierras del Salado y parte de las tierras de Ayacucho. Felipe concentró sus energías en su propiedad de El Venado, e hizo de ella una de las estancias más renombradas de la pampa. Como muchos de sus pares de las décadas de fin de siglo, Felipe se desligó de los diversos emprendimientos económicos que había llevado adelante su padre, y destinó todos sus recursos a la explotación rural, a punto tal que al morir sus tierras representaban más del 95% de su patrimonio, que superaba los 4 millones de pesos.

Vista actual de la finca El Venado
La finca El Venado se vendió en 1920 a la familia Walker, actualmente se denomina Estancia El Venado, y es un hotel dedicado al turismo rural

A diferencia de su progenitor, que nunca había mostrado interés alguno en la vida rural, Felipe fue seducido por este estilo de vida, y erigió en su estancia una gran residencia, «un precioso chalet, estilo suizo» de catorce habitaciones, además de una casa para el mayordomo y otra que era «un grupo de cinco piezas para huéspedes», donde pasó parte importante de su tiempo. Para comienzos de la década de 1890 Herbert Gibson, un destacado estanciero y experto agrícola, señalaba que «la estancia El Venado se cuenta entre aquellas que honra el país en la que prospera, y su dueño es uno de los más encomiables constructores del futuro de la nación Argentina».

Vista de El Venado
Vista de El Venado

Después de más de treinta años al frente de El Venado, Senillosa finalmente delegó funciones y tomó distancia de la gestión cotidiana de su empresa.

En 1889 lo encontramos comprando reproductores en la Exposición Internacional de París, y recibiendo premios por sus productos. Para entonces alternaba su residencia en Buenos Aires y en El Venado con prolongadas estadías en Europa.

 

Más Allá de su gran fortuna

El importante patrimonio de Felipe Senillosa le permitió desatender su fortuna las dos últimas décadas de su existencia para dedicarse, como veremos más adelante, al Espiritismo y a tratar de mejorar la sociedad. La vida del hijo mayor del ingeniero Senillosa resultó singular por su interés en perseguir objetivos públicos o privados muy excepcionales en el mundo empresarial argentino.

Vista del río Salado
La cercanía al río Salado hacía de la finca un lugar privilegiado

Es a partir de esos años de su vida que llevó a cabo tareas que evocaban la multifacética figura de su padre. Felipe Senillosa heredó un marcado interés por el conocimiento científico y una elevada opinión del valor de la ciencia, que dirigió en particular hacia una crítica del catolicismo, entonces un declarado enemigo de la ciencia y el mundo moderno. El Espiritismo fue finalmente su mayor preocupación, considerándolo una disciplina estrictamente científica que debía desplazar a una Iglesia Católica oscurantista y reaccionaria. De esta inquietud fue producto su Concordancia del Espiritismo con la ciencia,  que reconoció publicaciones en castellano y francés. Como se advierte en su testamento, que desafía los dogmas de la fe, Felipe Senillosa mantuvo estas convicciones hasta el fin de sus días.

Felipe se interesó tanto por la reforma de las almas como por la reforma política. Se manifestó públicamente a favor de un sistema que garantizase la independencia del votante. En una conferencia que ofreció en 1898, reclamaba:

El establecimiento del voto secreto, la supresión de los grupos electorales, elemento de presión y de amenaza. El que va a las urnas a cumplir con su deber, debe ir solo y tranquilo como iría a su trabajo; debe depositar, consciente de lo que hace, su boleta debidamente controlada, sin que ningún miembro de la mesa receptora pueda saber jamás por quien ha votado éste o aquel ciudadano.

Vista de El VenadoPara Senillosa, el sufragio secreto no haría más que desplazar a los arribistas que medraban gracias a un sistema político corrupto, reforzando la posición de los que gozaban de posición y prestigio social.

Más que a favorecidos desprovistos de las condiciones requeridas, se daría la dirección administrativa a hombres que por su preparación técnica y su intachable conducta, dignamente correspondan a la confianza en ellos depositada.

Fiel a esta visión de la sociedad argentina, y a la creencia de que formaba parte de una aristocracia republicana que se había elevado gracias a sus trabajos y sus méritos, en varias ocasiones intentó pasar del terreno de las ideas al de la acción. Uniendo sus inquietudes reformistas y anticatólicas, en 1898 impulsó, sin mayor eco, la creación de la Unión Liberal, argumentando que era imprescindible formar un partido abiertamente liberal, por lo que entendía una fuerza anticlerical y progresista. Pocos años más tarde lo encontramos, junto a su hermano Pastor y a otros grandes terratenientes, entre los fundadores del Partido Demócrata, una fuerza antirroquista igualmente efímera.

 

El Senillosa Espírita

Felipe Senillosa
Felipe Senillosa

En 1883 Felipe Senillosa llevó a cabo una larga gira por Europa, donde había peregrinado en busca de salud para su hija, cuya enfermedad nadie lograba sanar. El organismo de su pequeña hija de 7 años no conseguía el desarrollo natural y se había estacionado, sin sentir ningún dolor o malestar físico o moral.

Felipe Senillosa durante su periplo europeo en busca de cura para su hija Pastora, tuvo la rara oportunidad de presenciar más de una materialización y en las mejores condiciones de control, según sus propios relatos.

Fue testigo de materializaciones tanto en Francia como en Inglaterra. En cada sesión redactaba la memoria, la descripción de lo que veía con todos sus detalles.

Visitó a una médium en París. Para obtener una entrada en el salón de aquella médium, Madame Babelin, había que solicitarlo con anterioridad, pues había mucha demanda y solo se admitían catorce a la vez, por haberlo así dispuesto el guía de la médium. Allí se encontró varias veces al Dr. Chazarain, a distinguidas personalidades de las clases acomodadas e ilustradas de la sociedad, a un periodista de Le Figaro, etc.

Antes de dar principio a las sesiones, las señoras eran invitadas a revisar el traje de la médium, lo que se ejecutaba en un cuarto inmediato, mientras los caballeros inspeccionaban la habitación. Hecho esto, dos personas elegidas entre los más incrédulos ataban a la médium en su silla, quedando así cerca de una mesa y rodeada por los visitantes, que hacían una cadena tomándose de las manos.

Madame Babelin, no podía producir efectos sino en la oscuridad, pero de tanto en tanto, el espíritu guía, que la posesionaba, pedía luz para que se comprobara que la médium seguía atada a la silla y que nadie ajeno a aquella reunión había penetrado en el recinto.

Las materializaciones más normales eran de manos, visibles por la luz azulada que salía de la punta de los dedos. Y a veces se presentan materializaciones incompletas del tronco del espíritu. Así lo relataba Senillosa:

He visto varias, entre otras la de un espíritu que saludaba a todos, moviendo los dos brazos a la vez, lo que, mediante la luz ya indicada, hacía percibir el todo del busto. Deseando yo verlo mejor, le rogué que hiciese lo posible para que pudiera distinguir bien su fisonomía. Entonces se me acercó mucho y alumbrándose con sus dedos luminosos, me hizo ver distintamente la cara de un joven turco, con un turbante blanco. Por segunda vez, antes de desaparecer, vino a mí, y haciendo igual cosa, pude verlo más descolorido, sin brillo en los ojos y con el bigote al parecer blanco, ya se iba desmaterializando.

En otra ocasión, cuando iluminó la sala, vimos al periodista de Le Figaro sin sus anteojos, y a una señora que aquél no conocía con ellos puestos. Supimos entonces que había pedido mentalmente se los quitasen y los pasaran a cualquiera de los presentes, sintiendo en seguida que se los sacaban.

Recuerdo también que al decir uno de los presentes que le sustraían la cartera, yo sentí que me abrían una mano y me depositaban en ella un objeto, que era el indicado.

Todo contribuía a afirmar mis recientes creencias. Sin embargo, quise probar si estando solo en el hotel, tenía algún espíritu cerca de mí, rogando que sí era así, me diera una prueba en la primera reunión; consistiendo ésta en colocar una siempreviva en el ojal de mi levita, lo que tuvo efectivamente lugar.

El trabajo que presencié que me dio la prueba de lo que pueden los espíritus por medio de los agentes fluídicos de que disponen en estas ocasiones, fue el siguiente:

He dicho que había una mesa, y que la médium estaba atada en una silla. Pues bien, después de haber cantado1 que fuese   un buen rato a solicitud de los espíritus, sentimos que todos los objetos que estaban sobre la mesa eran esparcidos sobre las rodillas de los presentes. Poco después, sin haberse sentido ruido, la médium aún dormida, pidió luz, y grande fue entonces nuestra sorpresa: sobre la mesa estaba Madame Babelin sentada en su silla y perfectamente atada, siendo de notar que la señora era muy gruesa, y por tanto de mucho peso. Para producir, sin ruido, aquel cambio de posición, hubiera sido necesaria la fuerza de cuatro hombres, y no digo ese número, sino ni uno solo podía pasar entre la mesa y los que formábamos la cadena.

También en Inglaterra he tenido ocasión de observar estos mismos fenómenos. Cerca de Londres, en Strafford, residía un médium, Mr. Herne2. Este señor recibía dos veces por semana a las personas que le eran recomendadas, pero como no era rico y esto consumía su tiempo, se hacía pagar cinco chelines. La primera vez que asistí, sólo estaban presentes tres caballeros, dos señoras que no conocía y Mr. Burns, a quien estaba recomendado.

Primeramente pusimos las manos en la mesa y se apagaron las luces, oyéndose poco después varias voces de personas que tuviesen la posibilidad de moverse en el espacio. El médium se quedó después en un estado que solo se puede comparar al letárgico. Entonces pasamos al cuarto contiguo, separado por una cortina de aquel en que quedaba el médium. Encendió una vela, que fue colocada dentro de un sencillo aparato de madera muy fina, que además de ser transparente, tenía una abertura que dejaba escapar directamente la luz sobre un piano. Uno de los presentes tocó hasta que empezaron las apariciones, lo que tuvo lugar a los 15 o 20 minutos.

Dibujo del Espíritu de John King
Dibujo del Espíritu de John King

Se presentó primero una forma de mujer, que tanto por la voz como por su aspecto, me recordó al punto una joven que había conocido y que falleció hacía 23 años. Sin poderlo remediar me sentí atraído hacia aquella hermosa visión; pero así que avancé hacia ella, desapareció tras de la cortina. Mientas tanto se oían voces de los dos espíritus familiares al médium, John King y otro cuyo nombre no recuerdo. Nos dirigían algunas palabras a veces chistosas que nos hacían hasta reír, siendo de notar no solo la diversidad de las voces, sino también de carácter.

La segunda vez que presencié estos experimentos, aunque la voz no hubiese cambiado, hubiera ya reconocido, cuál de los dos espíritus se dirigía a nosotros.

El que toma el nombre de John King se ha materializado varias veces en diversos países y por distintos médiums; su retrato existe en algunos centros espiritistas. El otro espíritu dice haber sido payaso en su última encarnación. Aunque bien intencionados, puesto que están al servicio activo de la idea de traernos las creencias salvadoras, para evitar la caída de la humanidad en la embrutecedora senda del materialismo, no son espíritus elevados.

Aparecieron luego dos formas de mujer, y por último John King, con su aspecto original y traje especialísimo del tiempo en que vivió, hace unos tres siglos. Debió ser de formas atléticas, siendo su voz y su presencia imponentes. La luz, ya lo he dicho, era bastante para distinguir los menores detalles de las formas que aparecían.

Así terminó la reunión, no quedando yo aún satisfecho, lo que no es de extrañar, pues he sido durante más de diez años materialista consciente (lo que de paso sea dicho, no es muy general) y entonces estaba tratando de instruirme en la nueva doctrina espiritualista, y dándome cuenta de la verdad de las manifestaciones materiales, necesarias actualmente para que la humanidad, tantas veces burlada y engañada, pueda al fin creer de una manera definitiva.

Un pensamiento me perseguía. El cuarto donde estaba el médium tenía una puerta y una ventana. ¿No era posible que personas vestidas como lo requerían las circunstancias, viniesen por aquellas aberturas? Los cinco chelines podían dar para todo esto. Manifesté estas dudas a Mr. Burns, redactor del Spiritualist, y le rogué preguntase a Mr. Herne si en otra ocasión me permitiría revisar todo el contenido del cuarto y su persona, poniendo en seguida un sello en la ventana y puerta. Se me contestó afirmativamente. Fui a la reunión, llevando dos tiras de papel con mi nombre y la goma para pegarlas debidamente a través de las aberturas.

Las formas aparecieron igualmente, viniendo hasta mí, casi tocándome una forma de hombre que reconocí perfectamente. Con su mirada y su ademán, me detuvo en mi asiento y quedé tan impresionado, que no me fue posible articular palabra. Era él, X, tal cual le conocía antes de su muerte en la guerra del Paraguay. Ya no podía quedarme la más pequeña duda de que aquellos fenómenos eran reales. Todo engaño, toda ficción era imposible. Pero ¡Ay!… cuando el descreimiento o ciertas ideas se han arraigado en nuestra mente, es muy difícil libertarse de ellas. Yo salí persuadido y confuso. Esto me duró unos días, y después todo me pareció un sueño, volviendo a asaltarme la duda. Resuelto, sin embargo, a creer firmemente o desechar por completo todo, escribí a Mr. Herne diciéndole que deseaba creer, pero que para ello, sería necesario que produjese los mismos fenómenos en una casa de Londres que yo designaría. No opuso dificultad.

En el salón de Mr. Burns establecimos un cortinaje en uno de los rincones sin entrada ni salida, ni más espacio que el estrictamente necesario. Cuando llegó Mr. Herne fue casi desnudado por mí para asegurarme que no traía nada con que aparentar una forma.

Se apagó el gas y dejamos una lámpara de keroseno, muy baja y con una pantalla. A esa media luz, pero suficiente para reconocer de cerca una persona y hasta distinguir el color del cabello y de los ojos, apareció una forma que tardó bastante en presentarse. Mas ¡qué agradable sorpresa la mía! La cortina se abrió en la parte alta, como a dos metros, apareciendo el busto de una joven que pude perfectamente reconocer, tenía delante de mí una sobrina mía que yo quería como a una hija y que murió tísica a los 18 años. Era la hija de una hermana mía casada con el señor Mayol. La sacudida que recibí, fue tan violenta que cuando ella me miró con esa mirada serena y plácida que tanta alegría en otro tiempo me había causado, enmudecí, pero ella después de detener un rato su mirada en mí, me dijo suavemente y con voz apenas perceptible: ya lo ves Felipe, ¡los muertos viven!, y entonces desapareció.

No se presentó ningún otro espíritu; pero eso era bastante; veía delante de mí a aquella joven que había creído perdida para siempre, y por la cortina entreabierta, percibía parte de la pierna del médium y oía sus ronquidos.

Se terminaron de derrumbar sus vacilaciones.

Cosme Mariño
Cosme Mariño

Al poco de llegar a Argentina contactó con Cosme Mariño manifestándole el deseo de hacerse socio de la sociedad espiritista que dirigía.

Mariño le preguntó si conocía el Espiritismo, Senillosa le contó que después de haber puesto toda su buena voluntad para hallar remedio para su hija medio tullida, golpeando las puertas de cuanto médico, sabio o notable había en Europa y no habiendo conseguido su objeto, como único y desesperado recurso había visitado una sociedad espiritista en Londres, donde efectivamente, le llamaron seriamente la atención algunos fenómenos, pero que, como él era demasiado incrédulo en estas cosas de la otra vida, no le había dado mayor importancia.

Le relató algunas de las experiencias anteriores, con algunas informaciones más como son las conversaciones previas o posteriores que mantuvo con alguno de esos médiums.

A uno de ellos le refirió el fin que perseguía, el cual era ver de modo si, como le habían dicho, podría curar a su hija por medio de los espíritus. Tras concentrarse el médium le dijo:

Esto será posible más adelante, pero Ud., primero tiene que formarse una convicción, tener una fe firme y razonada en la existencia del mundo espiritual y para eso debe estudiar la doctrina y tratar de ver algunos fenómenos.

En otra reunión en el grupo de Madame Noeggerat, que no tenía ningún médium curandero ni podía encontrar la sanación que buscaba para su hija, un espíritu que se comunicó le dio esperanzas diciéndole:

Busca y hallarás, llama, que al fin se te abrirá.

Entonces le dijo él:

¿Crees que sea posible la curación de mi hija?

A lo que el espíritu contestó:

Es sumamente posible, pero la curación no puede venir del cielo. Hay espíritus familiares a tu lado que van guiando y enderezando tus pasos hacia esa solución; todo lo que te viene acaeciendo de tiempo atrás, es por indicación de ellos; sigue oyéndolos y al fin conseguirás lo que con tanto afán buscas.

Después de relatar todo esto a Cosme Mariño, éste le informó que tenían una médium curandera muy poderosa y que sería posible que ella, ayudada por los espíritus de la Sociedad Espírita Constancia, consiguiera la curación de su hija pero ante todo, le dijo: es necesario que usted se haga socio, yo lo presentaré.

Justo a eso he venido -le contestó Senillosa- pero no ya con el solo interés que tengo por la salud de mi hija, sino también porque creo haber hallado la creencia razonada, la sana filosofía y la prueba científica de que el Espiritismo es la verdadera religión y colocará a la ciencia en el camino expedito y amplio que la saque de este atolladero en que está metida a causa de haber descuidado el factor espiritual, que es el complemento del factor material.

Asociación Espiritista Constancia
La labor espírita de Senillosa estuvo ligada a esta Sociedad Espiritista durante muchos años, llevando a cabo iniciativas muy destacadas tanto en lo divulgativo, como en lo experimental y en lo social

Después de la asistencia de la médium, los espíritus lograron arrojar lejos el mal que impedía a Blanca Pastora Senillosa seguir su desarrollo orgánico dentro de las leyes normales del crecimiento.

El mal consistía, según ya lo habían manifestado los espíritus de Constancia Juan y Bartolo, en que había un cuerpo extraño localizado de muchos años atrás en el organismo de la niña; todos sus trabajos fluídicos tendían, pues, a echar fuera ese obstáculo que, al tiempo que enervaba la fuerza vital, estacionaba su desarrollo físico. Los espíritus dieron explicaciones de este hecho que vinieron a ratificar los temores que los padres de la niña habían alimentado siempre de qué se trataba de un daño causado por una persona que tenía interés en que esta niña desapareciera.

El hecho es que, cuando menos se pensaba, la niña arrojó de sí,  por las vías naturales, un pequeño manojito de hojas de laurel atado con un hilo. Este manojito, según refirieron los espíritus, estaba alojado en el estómago desde que la niña tenía 10 o 12 meses de edad, a la sazón contaba alrededor de 8 años.

Después de unos días la niñita Blanca Pastora empezó a cambiar de aspecto general y no pasaron 6 meses sin que se notara visiblemente el desarrollo tanto de su tronco, como de sus piernas. Cambio muy apreciable para los que conocieron a la niña, que a los 8 años no podía manejar casi su cabeza; y que cuando su padre la levantaba, cualquiera podía suponer que tendría poco más de dos años. Sus piernas y sus brazos se asemejaban a palillos sin apenas carne.

Pasados dos o tres años la niña se había desarrollado con la normalidad de cualquier otra de su edad y a los 14 años era ya una mujer bien plantada y bien formada, no existiendo ya ningún rastro de su anterior deformidad. Y cada 24 de agosto, día en que se celebraba la fiesta en honor a Bartolo (el espíritu que le ayudó) se hacía presente con algún homenaje; como en 1890 cuando leyó estas palabras, mientras su benefactor lloraba emocionado:

¿A quién debo mi dicha y la de mis padres sino a ti querido Bartolo? A tí, que cuando agobiada por una enfermedad terrible, me tendiste tu mano generosa para derramar sobre mí tus fluidos benéficos y tomarme bajo tu protección.

Felipe Senillosa y su señora encontraron en esta cura la plena confirmación de sus creencias espiritistas y fue entonces que se dedicaron de lleno a su propaganda, empezando Senillosa a colaborar con artículos. Sostuvo polémicas con algunos de los detractores del Espiritismo, especialmente con el profesor Alejo Peyret. Público a sus expensas un folleto rebatiendo a Peyret.

Se tornó un conferenciante espírita de primera fila, un hombre ilustrado y con una inclinación natural hacia los estudios científicos. Trató siempre de hacer que el Espiritismo tuviera el carácter científico para hacer callar la algarabía de la ciencia llamada positivista que pretendía haber llegado a conclusiones axiomáticas, prescindiendo de la ciencia del alma que es el complemento y la finalidad a que se ha de llegar para hacer la verdadera sabiduría.

Senillosa fue uno de los pilares del movimiento espírita argentino, en muy diversas áreas ya fuera la experimentación, como la divulgación, la administración, etc. Es frecuente encontrar entre estos espiritistas, como Colavida, Torres-Solanot, Manuel Ausó, etc., que eran claramente auténticos misioneros, un gran interés por la experimentación mediúmnica. Hay varias referencias que muestran el especial interés de Felipe Senillosa por muchas de las diversas facetas de la experimentación mediúmnica, fenómenos físicos, magnetismo. En las reuniones mediúmnicas de la Sociedad Constancia hacía normalmente las veces de interlocutor.

Al contemplar estas biografías, al admirar sus grandes iniciativas, al descubrir las pujantes acciones, las de estos espíritas y sus sociedades, ya sea divulgativas, de estudio, experimentales, queda evidenciado que los espíritas de hoy en día, como poco, somos unos cómodos a su lado, y que podríamos hacer más y mejor. Pero de las diferencias y ausencias más notables resalta una en especial, y de forma muy llamativa, es la parte experimental, actualmente tan olvidada y a veces denostada en los centros espíritas.

Pero, ¿por qué denostada? ¿acaso no era recomendada por Allan Kardec, Léon Denis? ¿acaso no era una parte muy importante en los centros espíritas de todos estos adalides del Espiritismo, como es el caso de Senillosa?

El Espiritismo experimental tiene un claro declive fenoménico a finales del siglo XIX, ya se había desarrollado la teoría, la espiritualidad ya había tocado las puertas de la ciencia numerosas veces, y a través de destacadas personalidades en diversos campos científicos. Esos fenómenos, generalmente físicos, disminuían; los médiums de esas características, poco a poco, iban siendo menos frecuentes. Sin embargo, muchos centros espíritas seguían experimentando y lograban fenómenos de todo tipo. Partían de la base de que la experimentación era también necesaria, en su práctica ayudaban al desarrollo de la mediumnidad experimental, y al llevar a cabo esa práctica, en las condiciones adecuadas, la espiritualidad les secundaba, premiaba su afán. Hubo por tanto un declive de la mediumnidad fuera de las condiciones adecuadas, hubo un declive de los Home, y las Paladino, pero no de aquella mediumnidad experimental de las buenas sociedades espíritas, que seguían llevando a cabo experimentos de diversa índole.

Entonces hay que buscar otra causa. En España por la dictadura, en Europa por las guerras mundiales, el movimiento espírita para casi en seco su desarrollo, y continúa en otras latitudes, que hacen del Espiritismo algo sutilmente diferente al de aquellos inicios. Concretamente en Brasil, país especialmente religioso, se dio y se da primacía a esa parte mal llamada religiosa del Espiritismo, en detrimento de otras. La parte moral del Espiritismo es lo más importante, pero no por ello hay que olvidarse de la experimental, porque una y otra se complementan y se desarrollan. Hoy en día el movimiento espiritista de Europa y de todo el mundo está bajo esa influencia, ya sea por la gran divulgación de obras mediúmnicas de ese tenor, o por la activa divulgación del movimiento espírita brasileño en las sociedades espíritas de otros países. Es así como hemos llegado al punto en el que espíritas de esas ideas acusan a otros de ser científicos, como si eso fuese poco menos que un insulto, cuando debería ser un elogio. Es así que si alguien se le ocurre proponer una actividad mediúmnica de tal o cual tenor, se le dice que solo es válida aquella mediumnidad en la que comunican espíritus necesitados, tal cual se ha prodigado desde esas otras latitudes, ¡y que lo importante es el Evangelio!, y se les llena la boca de sentirse espíritas cristianos, en un grado superior a aquellos otros que, teniendo igualmente en Jesús su modelo y guía, pretenden, además, poner en práctica la ciencia que estudia el origen y el destino de los espíritus, siguiendo las palabras de Kardec.

La mediumnidad experimental puede, debe y dará más frutos en los centros espíritas que en la parapsicología o en cualquier corriente que desconozca las reglas precisas que nos han revelado a través de la obra de Kardec.

Concluyendo este paréntesis en la biografía de Senillosa tan solo diremos que debiéramos indagar más frecuentemente en los pioneros, qué hicieron y cómo lo hicieron, porque sus frutos de entonces fueron mejores que los nuestros, y sí… ellos eran más grandes, más sabios, y más elevados espiritualmente, pero precisamente por eso mismo debemos mirarnos en esos espejos, para reflejar, hoy en día, aquellas grandes obras; si tenemos su arrojo, paciencia, perseverancia, fe, etc., quizá podamos, porque son ellos mismos que aguardan «nuestra atención» para guiarnos e inspirarnos.

Sigamos con Senillosa, que tuvo muy plausibles iniciativas; fundó la Caja de Socorros de la Sociedad Constancia entregando una importante suma de dinero, igualmente que cuando hubo que comprar una casa para dicha Sociedad. Y aunque económicamente podía eso y mucho más, sin despeinarse, nunca daba más de lo que debía para que el esfuerzo fuese conjunto y meritorio en todas las partes. Hombre de fortuna, hacía la caridad con tino y discreción, tratando siempre de que el favor que hacía fructificara en bien de los beneficiados.

Cuenta Cosme Mariño que una vez tuvo ocasión de saber hasta dónde llegaba su generosidad; cuando el contable y secretario de Senillosa, don Francisco Cañas, le mostró los libros y las sumas mensuales que salían para la caridad. Así se pudo enterar de que por entonces sostenía la educación de varias niñas pobres que se educaban para maestras en las Escuelas Nacionales, de varios niños que tenía estudiando en el Colegio de Santa Catalina, para veterinarios o agrónomos. Estaban los pagos de varios alquileres de ancianas pobres, de gente inválida y tullida, una suma mensual que le pasaba a un joven fue después un distinguido abogado, para el costo de su carrera, y muchas otras partidas, siempre distribuidas teniendo en cuenta no alimentar la mendicidad ni la holgazanería, sino hacer de los necesitados personas útiles para que más tarde pudieran ganarse el sustento con sus propios recursos.

Fue brillante su fundación en la Sociedad Constancia de la Caja de Socorros, acordando hacer préstamos a los socios que tenían algún arte u oficio y que necesitaran una ayuda para seguir adelante en sus oficios o hacer frente a necesidades del momento. Esta medida fue muy bien recibida y muchos socios solicitaron préstamos en caso de apuro o para mejorar sus pequeñas industrias. Pero llegó el día en que fueron tantas las solicitudes de auxilios y los quebrantos de la Caja, que quedó bastante liquidada y hubo que suspender esta forma de ayuda en junio de 1890 para seguir como al principio, socorriendo únicamente a los necesitados en casos de enfermedad, fallecimiento o despido.

Vista de la Sociedad Espiritista Constancia
Vista de la Sociedad Espiritista Constancia

El señor Senillosa fue vicepresidente de la Sociedad Constancia durante muchos años y en todo momento su espíritu perseverante llenó con notable éxito y satisfacción general todos los deberes que voluntariamente se imponía teniendo siempre en vista el progreso de la causa.

En la misma fecha, Senillosa propone a Constancia la fundación del Centro de Propaganda. Aceptada la idea, tiene lugar una reunión, con la presencia de los miembros más caracterizados de las Sociedades Constancia y Fraternidad, de cuya reunión resultó una Comisión, cuyos miembros tendrían a su cargo conferencias que se darían en los Centros Espiritistas y además la remisión de libros, folletos, hojas de propaganda, a todas las Sociedades, Clubs y Bibliotecas de la Nación.

En julio también del 1890 tuvieron lugar varias sesiones de magnetismo en casa del Sr. Senillosa, con la asistencia del distinguido médico y notable magnetizador el Dr. Peruchietti. En esas sesiones quedó bien comprobado por los asistentes el fluido magnético y su acción a distancia. Se obtuvieron algunos de los fenómenos, llamados de Wals, sin ningún contacto; es decir, entre la persona que debía pensar en algún objeto o mandato que quisiera que se cumpliera y la que debía hallarlo u obedecer la orden recibida, no mediando entre ellos, ningún contacto directo ni indirecto. Este fenómeno se efectuó repetidas veces con el mejor resultado.

 

Baño de sangre de Cosme Mariño

Relatado por la propia víctima del atentado, que gracias a Senillosa pudo contarlo:

En abril de 1892, en una conferencia que tenía que dar el doctor Ovidio Rebaudi y, siendo que había pasado un buen rato de la hora fijada para comenzar la sesión y como el salón estaba lleno de gente, temiendo que Rebaudi se hubiese enfermado, le dije al señor Senillosa: yo voy a dar la conferencia para no chasquear a la concurrencia. Al entrar a la sala y ocupar el puesto del conferenciante, observé una mujer en la tercer o cuarta fila, toda vestida de negro y con un pañolón que le cubría la cabeza a usanza de las beatas. Me llamó la atención que ella clavase en mi rostro una mirada penetrante y vidriosa, pero no hice alto en ello y comencé a hablar. Mi atención era distraída a cada momento por la inquietud que notaba entre las personas vecinas a esa señora; a cada instante daban vuelta la cara para mirarla, pero yo continué durante un rato mi peroración hasta que se presentó el señor Rebaudi a quien cedí el puesto, yendo a sentarme al lado del señor Senillosa. Entonces éste me dice: quién es esa mujer que está allí? No la conozco, le contesté. A mí no me gusta nada, me dijo, está distrayendo la atención del público. En ese instante noté que el tesorero Rodríguez habiéndole también llamado la atención aquella mujer, atravesó la sala y se sentó a su lado. Concluida la conferencia nos levantamos, tomando la dirección de la secretaría; fue entonces que Rodríguez le impidió el paso, pues se adelantaba precipitadamente haciendo a un lado las sillas, dirigiéndose hacia nosotros. ¿Dónde va señora? le dijo Rodríguez. A pasar, le contestó ella. Pase por la otra puerta, le indicó nuestro tesorero. Ella obedeció la orden.

Estando ya en la secretaría, comenzaron los comentarios sobre la actitud de esta mujer, pues algunos habían notado que debajo del mantón tenía un objeto que movía presa de una exaltación nerviosa. Una vez desalojado el local, salíamos el doctor Rebaudi, el señor Senillosa y yo a la calle comentando el hecho. Yo iba colocado en el medio. Al llegar a la vereda noté que una mujer que estaba en la acera de enfrente dice, atravesando la calle: ¿el señor Mariño? Me detuve, diciéndole: yo soy. Avanzó hasta más cerca y repitió: ¿don Cosme Mariño? Yo soy, volví a decirle, y al instante sonó una detonación de arma de fuego. La bala me chamuscó un poco el cabello. Sin duda aturdido, giré en ese momento, dando por blanco el costado derecho; sonó una nueva detonación y me sentí herido de bala. El señor Senillosa se precipitó inmediatamente sobre ella, en circunstancias que hacía un tercer disparo que no me tocó, y al decirle el señor Senillosa: ¡miserable!, y detenerle el brazo para que no siguiera haciendo fuego, la mujer exclamó: para usted también tengo una bala, pero el proyectil salió hacia arriba porque Senillosa le había levantado el brazo. Al quitarle el revólver aquel le dijo: ¿por qué ha hecho esto?; y ella contestó: no es a usted a quién tengo que dar cuentas, sino a la justicia.

Más tarde me interesé por saber la suerte que había corrido, pues sabía que se le había internado en una casa de salud. Mejoró y según me dijo el ingeniero Buttner, había estado en su casa, no recuerdo con qué motivo, y al recordarle la tragedia por ella promovida, se manifestó arrepentida. Recordaba todo perfectamente. Después no he sabido más de esa desdichada.

La Prensa, el diario por el cual yo me había sacrificado, dio la noticia dando a entender que se trataba de una cuestión de faldas. Con ese motivo, el reportero que escribió la crónica encontró una ocasión para hacer una burla muy ofensiva para mis antecedentes honorables. El señor Senillosa al leer, al día siguiente del atentado, una burla semejante, dirigió una carta a la dirección del diario, relatando fielmente los hechos y levantando la impostura de que se me hacía víctima, pero el director de La Prensa, se negó a publicar la rectificación. Le escribí después a Pepe Paz, que entonces era nuestro ministro en París, y éste me contestó poseído por una profunda indignación y prometiéndome que no permanecerían un día más en La Prensa, los responsables de semejante acción. Como acostumbro siempre en estos casos, en que ciernen sobre mí las injusticias y falsas apreciaciones, no me preocupé más del asunto y lo di al olvido convencido, como estoy, de que en este mundo es muy poco conocida la gratitud y la justicia y que sólo después que traspasamos el umbral y entramos de lleno en la verdadera vida, es cuando somos juzgados con arreglo a una absoluta justicia. Para verdades el tiempo y para justicia Dios.

Después se supo que esta mujer era una impulsiva dominada por la monomanía religiosa. Mariño estuvo en grave peligro de muerte, pues, según el cirujano que le extrajo la bala, ésta había llegado a rozarle el riñón.

El 29 de marzo de 1896 Felipe Senillosa, siendo presidente del partido democrático liberal, da su primera conferencia de propaganda. La Nación hace un extracto de la conferencia y elogia sus conceptos, haciendo notar la actividad intelectual del Sr. Senillosa, en todas las iniciativas que se refieren a la vida política, como Concejal, caballero y uno de los primeros introductores al país de las razas finas de vacas y ovejas. De manera, agregaba La Nación:

El señor Senillosa tanto se ocupa de Espiritismo como de resolver los graves problemas políticos y económicos de la nación. En una palabra, es un hombre a quien el país le debe grandes servicios por la generalidad de sus conocimientos y su índole varia para abordar con amor, las cuestiones materiales, filosóficas y científicas del mayor palpitante interés moderno.

La Prensa y otros diarios se ocuparon también haciendo crónicas muy alentadoras para el progreso de la nueva Institución.

La Sociedad Constancia contaba con un médium poderoso de efectos inteligentes: Antonio Castilla. Este joven era poco menos que analfabeto, pero sabiendo apenas escribir, demostraba en trance un conocimiento profundo en ciencias, artes, literatura, etc., que contrastaba con su nulidad intelectual en su estado normal. El profesor Scarnichia, comprendiendo lo mucho que podía esperarse de este médium, si llegaba a poseer alguna preparación intelectual, se dedicó a enseñarle los rudimentos más indispensables a fin de que por lo menos aprendiera a leer y a escribir. Lo consiguió en parte, pues Castilla era rebelde a todo estudio; su ocupación era la de modesto oficial de cigarrería. Se le veía siempre haciendo cigarrillos en la de Domingo Canter, con cuyo trabajo apenas ganaba para sustento.

Viendo el guía espiritual de Constancia los inconvenientes que oponía el cerebro blanco de Castilla para poder ser fiel intérprete de los espíritus de gran espiritualidad que podrían comunicarse, trató de desarrollar su mediumnidad en una forma adecuada a esos fines. Fue un ser del espacio, conocido por el “espíritu del magnetismo”, quien se dedicó a desarrollar esta mediumnidad a fin de aprovechar las excepcionales condiciones fisiológicas del médium.

Después de unos meses de constantes ensayos, se pudo al fin presentar a Castilla en público.

La comisión directiva material, de acuerdo con las instrucciones recibidas de la espiritual, acordó la forma en que se efectuaría la propaganda. Fue entonces que para cada sesión, se invitaban veinte o más personas incrédulas, teniendo éstas el derecho de elegir el tema que el espíritu debía desarrollar.

La primera vez que el guía espiritual del trabajo pidió a los visitantes un tema para desarrollar, se hallaba entre ellos el ingeniero Carlos Encina, poeta laureado y pensador profundo, y fue quien puso tema en esa noche al espíritu en posesión de Castilla. Como el espíritu hacía el pedido ampliamente, sin reservar ninguna rama de los conocimientos humanos: historia, filosofía, ciencias en general, artes, literatura, todo era de su dominio, y a todo podía responder satisfactoriamente.

Era grande la emoción ante este desafío que llevaba a cabo un joven casi analfabeto y cuando escucharon a Encina poner por tema “la historia de los esfuerzos hechos en todos los tiempos por los sabios para llegar a descubrir la cuadratura del círculo”. El tema no podía ser más difícil e inesperado y precisamente fue elegido por el poeta, según manifestó más tarde, para humillar la soberbia del médium y poner a los espíritas en una situación desairada y en completo ridículo. Pero no fue así: Castilla empezó su peroración, tomando como punto de partida tiempos remotísimos, internándose en la civilización hindú, hasta llegar a aquellos días, citando los matemáticos ilustres que se habían dedicado a esta difícil y todavía problemática solución sin haberlo conseguido. Aquí entre nosotros, agregó, existen algunos hombres de ciencia que no nombro porque sé que desean mantenerlo secreto por miedo al ridículo y a las desconsideraciones de la ignorancia, que podría crearles una situación un tanto desfavorable. En su peroración hizo ver, con notable claridad para los entendidos, la imposibilidad actual de resolver este problema y los fracasos y las causas que los producían, a tal punto que Encina no pudo menos que exclamar, al terminar la conferencia:

Estoy plenamente satisfecho de todo cuanto he oído en esta noche y me siento con la hidalguía y las fuerzas suficientes para confesar que ni remotamente había pensado que el joven que ha hecho uso de la palabra, o el espíritu si es que ha mediado algo de esto, fuera capaz de contestar como lo ha hecho a la intrincada tesis propuesta por mí. Esta prueba me basta para pensar que en el espiritismo existe un sujeto digno de estudio, que el hombre de ciencia no debe desdeñar; por lo tanto yo, como modesto cultor de ella, he de proseguir con empeño la investigación, hasta tanto consiga ver claro y quedar plenamente convencido del grado de verdad que encierra.

Meses después, el ingeniero Encina, se mostró un perfecto convencido de la verdad espiritista, a tal punto que se convirtió en un apóstol ferviente de ella.

Entre los muchos temas que se proponían por los visitantes al médium Castilla, el presentado por el doctor Luis V. Varela, consistía en que el médium o espíritu hiciese una exposición de la literatura alemana y francesa, demostrando sus tendencias características y comparándolas por medio de un juicio razonado y filosófico, dando sus propias opiniones sobre la cuestión. Esta sesión fue una de las que más profundas huellas dejó en el ánimo de los visitantes. Según la opinión de algunos, habían asistido a una conferencia digna de los profesores de la Universidad de Oxford o de Cambridge. Una vez terminado el acto, todos los asistentes se agruparon en torno al médium Castilla, desconfiando de que bajo aquella apariencia humilde se ocultase un sabio elocuente. Le hacían preguntas diversas, sobre los temas que había tocado, pero el médium nada podía contestar en su estado normal; lo único de que tenía conciencia era que había salido de un sueño profundo y nada recordaba de lo que había dicho. Le interrogaban sobre los estudios que había hecho, los libros que había leído, pero éste nada tenía que confesar, sino que era un pobre trabajador que no había leído nada, ni tan siquiera de Espiritismo, y que su ocupación desde la infancia consistía en hacer cigarrillos.

En aquella racha favorable divulgativamente para la Sociedad Constancia, Senillosa y otros compañeros decidieron dar los pasos necesarios para traer al célebre médium de escritura directa Henry Slade, precedido de gran publicidad, sobre todo debido al juicio a que había sido sometido diez años antes en Londres, por el que había sido encarcelado primero y después absuelto. Especialmente reconocido por las extensas series de experimentos dirigidas por notables científicos como el astrónomo, director de la Universidad de Leizpig, Friedrich Zöllner y el médico Paul Gibier. Decía Gibier, en uno de sus libros, sobre la buena fe del médium:

A pesar de nuestra atención sostenida, de nuestras precauciones infinitas llenas de sospechas, y el perfecto estado de nuestras percepciones para la observación, nunca pudimos sorprender en Slade nada que se pareciera a las veleidades del fraude.

Slade había nacido en 1836 y sus facultades se habían manifestado desde sus primeros años, según él mismo le relatara en una carta a Gibier:

Siendo niño y durante mi permanencia en la escuela los ‘raps’ se producían en todos sitios, hasta en mi pupitre, lo que con frecuencia me trajo severos castigos, pues se me acusaba de causar el estrépito con los pies, acusación que también me hacen las gentes hoy en día.

El médium Henry Slade
Henry Slade (1835–1905) fue un famoso médium, que fue prueba de innumerables fenómenos de pneumatografía, comprobados. Si bien era de una personalidad débil e influenciable. Algunas referencias en internet refieren errónamente que fue juzgado por cometer un fraude, y que se liberó por cuestiones técnico-legales, pero en realidad es que se demostró claramente en el tribunal que no hubo fraude alguno, y es precisamente eso lo que contribuyó a aumentar su fama por entonces.

El grupo de Senillosa contactó con el famoso médium a través del director de Banner of Light, diario espiritista que se publicaba en Boston, informándoles Slade que no ejercía la mediumnidad por negocio sino por la propaganda del espiritismo. Solicitando únicamente, para hacer el viaje, de acuerdo siempre con el guía espiritual que lo dirigía en sus trabajos mediúmnicos, que se le mandase anticipadamente el importe del pasaje de ida y vuelta, veinte libras para los gastos imprevistos y que se le alojara en una casa de familia. Que si después de haber presenciado sus trabajos, creíamos que no debía volver a su país con “con las manos vacías”, dejaba todo esto a su generosidad y rectitud. Inmediatamente giraron el importe de lo que se les pedía y convinieron con Madame Durand de Creuse, distinguida espiritista, para que preparase una pieza destinada al médium y le diera la comida y todo lo necesario en familia como él solicitaba. Llegó el célebre médium y fue alojado a su entera satisfacción. La primera reunión con la comisión organizadora, integrada nada menos que por Felipe Senillosa, Modesto Rodríguez Freire, Antonio Ugarte, Juan Cánter, Ovidio Rebaudi, Antonio Castilla, Cosme Mariño, Valentín Piñero y el abogado A. Dandreau, tuvo lugar en su propia habitación, en la que se comunicó el guía espiritual del médium.

Dicho guía les dijo que tenía que darles algunas indicaciones para la buena marcha de las sesiones. En primer lugar que el médium debía en todo momento ser vigilado por la comisión, pues teniendo propensión a beber más de la cuenta, no convenía en él ningún exceso, pero que tampoco era conveniente privarlo totalmente de este vicio. Que en la mesa sólo se le sirviera una cerveza y por la noche se le pusiera en la mesita otra. Fuera de esto no debiera tomar ninguna otra bebida alcohólica. El médium de quien estoy en posesión, agregó, no debe tomar más de eso, ni insistirá tampoco en salir de este método, porque es dócil y sabe que el alcohol perjudica a su mediumnidad y no querrá verse expuesto a un fracaso, pero si se le deja en plena libertad de acción, no podrá contenerse. Por eso es preciso que se le vigile bien. Agregó también, algo que la comisión comprobaría después, era de carácter débil, propenso a ser inclinado del lado del bien o del mal, pero que por lo mismo que era un hombre con todos los gustos e inclinaciones de una criatura, era fácil dominarlo y hacer que obedeciera a lo que la comisión le ordenara. Que era muy aficionado a las golosinas; no carecía tampoco de caprichos y veleidades, pero del todo inocentes; que en todo esto lo tuviesen contento.

Se quedaron admirados de lo dicho y no faltó quien dudase que al célebre Slade hubiera que tratarlo como a un niño de corta edad. Tras finalizar la comunicación del espíritu, enseguida transmitieron a Slade que deseaban que hiciese algunos experimentos sobre el fenómeno de escritura directa. Tomó dos pizarras y después de haber sido repasadas con un paño mojado, por los presentes, colocaron en el hueco dejado por ambas pizarras superpuestas la mina de un lápiz, y así preparadas y sin que el señor Senillosa la soltase de sus manos, Slade se limitó a colocar una de las suyas sobre la superficie de una pizarra. Al minuto más o menos, empezó a sentirse un ruidito tenue, parecido exactamente al que se nota cuando se escribe en una pizarra cualquiera. Después de un rato, se sintieron tres golpes bien definidos y sonoros, al parecer dados en el mismo marco. Dijo entonces Slade que la experiencia había finalizado. Abrieron las pizarras y fue grande su asombro al notar que una de ellas estaba escrita en dos idiomas: francés y español. Se limitaba el espíritu a saludarlos, añadiendo que el Espiritismo era una doctrina que bien pronto haría cambiar de eje a la ciencia, sentaría los fundamentos de la filosofía sobre bases inconmovibles, y llevaría a cabo una revolución tal en las costumbres que determinaría una evolución espiritual que impulsaría a la humanidad con paso acelerado hacia la conquista de mayor perfección y felicidad. El escribano don Valentín Piñero, miembro de la comisión, pero mucho más escéptico que los demás, salió en el acto a la calle, compró en una librería próxima dos pizarras superpuestas con un hilo fuerte, colocando la mina adentro y al rato se presentó en la pieza de Slade, pidiéndole que aplicase la mano a las pizarras sin que él se desprendiese de la mismas. Sucedió lo propio que es la experiencia anterior. Al separar las pizarras, se vio que estaban escritas en cuatro idiomas: español, inglés, francés y latín. Y por si quedaban dudas sobre lo que estaba ocurriendo Slade preguntó a los invisibles en alta voz, si querían continuar la sesión. Al hacer esta pregunta tomó una pizarra, colocó sobre ella un pedacito de lápiz y extendiendo el brazo con dicha pizarra en la mano, el lápiz se movió, tomó una posición vertical a la vista de todos los presentes y trazó la palabra ‘yes’.

Tras los primeros quince días, si bien los resultados continuaban siendo consistentes, las repercusiones no parecían ser las esperadas, ya que Mariño se preguntaba amargamente:

¿Pero es posible que la opinión pública no se haya convencido y puesto en acción ante fenómenos de esta naturaleza? ¿Cómo se muestra indiferente y hasta hostil la prensa toda y observa todo como quien ve y oye llover?

Encontrando una explicación en el carácter “comercial, escéptico y cartaginés” argentino.

Las sesiones públicas se realizaron a razón de dos por día, invitando cada vez a dos representantes de la prensa, entre los que estuvieron los de los diarios El Nacional, La Prensa y La Nación, y dos personas del ámbito de la política o de la intelectualidad, mencionándose solo a los senadores nacionales Aristóbulo del Valle y José Vicente Zapata, el vicepresidente de la república, Dr. Carlos Pellegrini, y el general Francisco Bosch. Los periodistas se limitaron a referir al público, por intermedio de sus diarios, lo que habían visto. Pero, como para no tener que confesar la existencia real de los hechos que habían observado, y para no hacerse acreedores de la crítica de los escépticos, que podrían tomarles por impostores, bobalicones o pobres espíritu –para demostrar que los hechos cuya referencia hacían no eran tales, por más que esa fuera la verdad- concluían sus crónicas con algunas consideraciones maliciosas, con algún retintín o burla, como quién dice: a mí no me la pegan. Sin embargo, nada valían estas consideraciones impertinentes, absurdas y desprovistas de buen sentido, supuesto que se confesaban los hechos declarándolos de toda evidencia.

El médium Slade estuvo allí alrededor de mes y medio. Desfilaban por la casa de Madame Durand de Creuse, lo que de más intelectual y social existía en Buenos Aires, y gracias a esta propaganda empezó a conseguirse finalmente que el Espiritismo fuese visto como algo digno de tenerse en cuenta.

Cosme Mariño se asombraba de la escasa preparación intelectual del visitante, puesta de manifiesto al rechazar el regalo de un libro con el argumento delator de que ya sabía lo suficiente sobre la doctrina; además, se negaba a conocer la ciudad, descubriendo en él actitudes verdaderamente infantiles, ya fuera por su excesiva afición a los dulces o por situaciones similares. Pero en general era de gustos sencillos y más que salir disfrutaba permaneciendo horas en la puerta de la calle viendo pasar a la gente. Una noche dos conocidos se lo llevaron fuera. La señora de Creuse cuando se dio cuenta que no estaba mandó un parte a Cosme Mariño comunicando que a Slade lo podían haber secuestrado. Tras el susto esa misma madrugada se presentó completamente ebrio. Al día siguiente amaneció enfermo, presa de un ataque de nervios que lo retuvo en cama durante muchos días. El guía espiritual tomó posesión de él y les censuró duramente el descuido, pues ya les había prevenido que la bebida le era muy perjudicial. Ahora, agregó, no se repondrá hasta después de mucho tiempo. A los pocos días manifestó Slade su deseo de volverse a Norte América, a lo que accedieron gustosos, en virtud de lo que el espíritu les había dicho por su propia boca. Les solicitó unos pocos dólares para el viaje de regreso y se mostró sorprendido cuando además le entregaron un donativo de 100 dólares. No esperaba recibir tanto. Con su rostro expresivo impregnado de esa alegría inmensa tan propia de él, les dijo que con ese dinero iba a llevarle un regalo a su hermana, agregando que en este mundo no tenía más familia que ella. Y se despidió de todos muy agradecido.

Era este un caso más de tantos médiums de efectos físicos, especialmente sensibles, que eran simples instrumentos, y no por ello tenían conocimiento preciso ni del Espiritismo ni de la realidad espiritual, de la que hacían sus propias interpretaciones.

Algunos de los fenómenos de Slade relatados por el propio Senillosa:

Narraré uno que otro de los fenómenos que he presenciado, concretándome siempre a la escritura directa.

Slade tomó dos pizarras de entre las varias que nosotros mismos le habíamos entregado, las mostró, y luego, poniendo un pedacito de lápiz en una, la cubrió con la otra, pidiendo al Dr. Carvajal (uno de los presentes) que la tuviese por un extremo, mientras él la tenía por el otro, aproximó así las pizarras al oído del referido caballero, y si todos pudimos escuchar el roce del lápiz al trazar las frases, el doctor Carvajal quedó aún más sorprendido, pues pudo seguir todos los sonidos correspondientes al movimiento de la escritura.

En otra sesión operó sobre pizarras traídas por uno de los visitantes, y apareció una de ellas completamente escrita en cuatro idiomas y con diversos caracteres de letra.

En mi propia casa y en presencia de pocas personas, le di al médium dos pizarras y un lápiz, del cual tomó un pedacito que colocó entre ambas, poniéndolas sobre la mesa, y sin tenerlas él, hizo la cadena con nosotros, teniéndonos de las manos. Sólo mi brazo tocaba las pizarras, y en ellas se sintió bien pronto correr el lápiz. Yo mismo las tomé y encontré en ellas, en español, idioma desconocido del médium, una frase de una madre a un hijo, y que bien pudiera ser la mía, pues en el momento en que esto escribo, vuelvo a mirar esas palabras, y encuentro, como encontré el primer día, que la letra es muy parecida a la que tenía mi madre en su última existencia terrenal.

He aquí el facsímil.

Pneumatografía de una madre a su hijo
Pneumatografía de una madre a su hijo

Como se ve, el espíritu que escribió primero, no pudo terminar una frase empezada. Cambia luego la letra, y en inglés, dice, que aquél, por ser la primera vez que escribe en esa forma, no ha podido hacerlo bien.

La escritura directa, por sobrenatural que parezca cuando no se conocen las leyes que rigen estos fenómenos y no se han profundizado los estudios que el Espiritismo abarca, es de gran utilidad, como prueba material indiscutible de la presencia de una o varias fuerzas desconocidas a la ciencia y de inteligencias que las ponen en juego, por invisibles que sean.

Pero, como lo hace notar Kardec, no se puede esperar por este medio comunicaciones extensas, sino apenas frases o simples palabras significativas, en diversos idiomas, desconocidos del médium

El 6 de octubre de 1906, desencarnaba en Barcelona, a los 58 años.

El ilustre y consecuente espiritista Felipe Senillosa regresaba a casa, con el honor y la gloria de haber sido uno de los grandes adalides de nuestra causa, que prestigió y propagó, entregando sus talentos intelectuales y sus virtudes, pues conocida es su obra altruista, generosidad y la nobleza de sus sentimientos.

Un rico que entraba en el reino de los cielos, una excepción a esta regla: Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Cuando cruzamos el umbral por muchas posesiones o dinero que hayamos conquistado ni la menor de ellas nos acompaña, absolutamente todo lo dejamos aquí, y los únicos tesoros que nos llevamos están relacionados con los consuelos y bienes repartidos. El afortunado Senillosa desde la cuna, también lo fue en el túmulo, pues se marchaba rico de bienes espirituales. Doctorado con cum laude en la prueba de la riqueza ha dejado en la tierra su obra y su ejemplo. Y lo material quedó para sus descendientes: a su hija Pastora Blanca, el grueso de su patrimonio, en el que destacaban las 9.000 hectáreas de la estancia El Venado; y a su hija Sofía, casada con un noble francés, el barón de Jessé Levas, le dejó sus tierras de Ayacucho, que entonces llegaban a 7.000 hectáreas.

Amalia y Senillosa

Poesía escrita en el mes de junio de 1904

Yo bendigo a Senillosa

que sólo el progreso anhela,

¡qué fundación tan hermosa la fundación de su Escuela!

Idólatra del progreso rindiendo culto al saber aparta del retroceso

al hombre y a la mujer.

Yo le admiro y considero lo que vale su labor;

es un excelente obrero de la viña del Señor.

¡Emplea su tiempo tan bien!

¡Si todos fueran como él! … Sería este mundo un edén, sería la Tierra un vergel.

Dar al niño y al adulto la necesaria instrucción,

hacer que en el hombre inculto se despierte la razón.

Para que anhele saber, para que empiece a sentir, sabiendo que fue su ayer base de su porvenir.

Y que el presente es un puente que hay sobre el río de la vida, donde luchan frente a frente

el justo y el homicida.

Y van los hombres luchando, en el dolor aprendiendo,

y van sus deudas pagando

y virtudes adquiriendo.

Y si estos conocimientos se adquieren en la niñez, los divinos mandamientos que dictó el Supremo Juez,

no serán menospreciados, y los débiles vencidos

no serán abandonados ni se verán oprimidos.

¡Bendito sea Senillosa

que sólo el progreso anhela!

¡qué fundación tan hermosa la fundación de su Escuela!

 

Son palabras de Amalia:

Estos versos fueron escritos al fundarse en Barcelona la Escuela Dominical Espiritista, cuyo iniciador fue Senillosa, que escribió dos libros admirables para la enseñanza de los alumnos, y no contento con la Escuela Dominical, fundó la Escuela Nocturna que ha sostenido hasta su desencarnación, ocurrida el 6 de octubre de 1906.

Con la desaparición de Senillosa, pierden los obreros una escuela donde encontraban el pan del alma en una enseñanza muy práctica puesta al alcance de sus inteligencias, por la entendida profesora Dolores Zea de Torrubia, que tiene un modo especial para hacerse entender, granjeándose el cariño de sus discípulos, consiguiendo de éstos lo que se propone: que en poco tiempo aprendan mucho.

El espacioso salón del Centro La Buena Nueva, su biblioteca y su secretaría, eran locales insuficientes para contener el gran número de obreras y obreros que acudían por la noche a recibir las primeras nociones de la enseñanza. ¡Qué cuadro más hermoso y más animado presentaba entonces el gran salón! ¡Cuántas jovencitas, alegres y sonrientes, parecían mariposas revoloteando en torno de la luz de la ciencia! ¡Cuántos muchachos escribiendo afanosos sus primeros palotes! ¡Cuánta vida, cuánta animación! ¡Cuánto movimiento imprimía a la inteligencia la voluntad de un hombre amante de la ciencia y de la verdad!  Y en breves momentos, ¡qué cambio tan triste!

¡Senillosa! Aquel hombre que había vivido consagrado a la ciencia, que había gastado todas sus energías estudiando, investigando, preguntando a los Espíritus sobre la vida del Más Allá, luchando con una dolencia crónica que le consumía lentamente, de pronto, se agravó su mal, le aumentaron sus dolores, y dejó su envoltura en completa descomposición, ascendiendo su Espíritu para tomar posesión de sus tierras del infinito, tierras fértiles cultivadas con sus buenas obras, porque Senillosa, hombre impresionable, amó mucho a los pobres y a los niños. Cuando veía a un niño o niña anémicos, se interesaba enseguida y le preguntaba cómo vivía, cuánto ganaba y durante una temporada le daba el jornal que la niña o niño ganaba, diciéndole: «No trabajes, reposa, recobra fuerzas».

El vacío que deja Senillosa tardará mucho tiempo en llenarse, porque era hombre que valía mucho, mucho más de lo que él dejaba conocer, porque no sé si por desengaños, o por la especialidad de su carácter, era muy reservado, no se prodigaba, huía de las exhibiciones, se contrariaba profundamente si se le obligaba a presidir alguna reunión; cuando él se expansionaba, cuando él se mostraba comunicativo, era en las sesiones espiritistas, pero en sesiones de estudio, a las que no asistían más que cuatro o cinco personas. Entonces Senillosa se transfiguraba, reflejaba en su rostro el contento, abría un pequeño cuaderno donde traía escritas varias preguntas y comenzaba su diálogo con el Espíritu que se comunicaba por conducto de una buena médium. Entonces Senillosa crecía, él era de un cuerpo mediano, pero se transformaba en gigante; su espaciosa frente se iluminaba, las alas de su pensamiento se extendían, y confieso ingenuamente que yo disfrutaba en aquellos momentos lo que no me es posible expresar. Yo traté con mucha intimidad a Manuel Ausó y a Fernández Colavida, verdaderos colosos del Espiritismo, por su profunda sabiduría, por su clarísimo entendimiento, por su razón perfectamente equilibrada, pero al lado de Senillosa, me parecía, al recordarlo, que aquellos dos sabios eran niños muy pequeñitos, y Senillosa un Espíritu superior que no pertenecía a este mundo. Yo creo que Senillosa aquí vivía sin vivir, le faltaba aire, le faltaba el medio que necesitaba su maravillosa inteligencia, la vida de aquí no era su vida, puesto que él no gozaba con lo que gozamos los demás. Él no se presentaba tal cual era, sino en el seno de la intimidad, entonces, ¡cuán bien hablaba, qué bien discutía con el Espíritu, qué diálogos tan interesantes entre el sabio de aquí y el sabio de allá! Jamás olvidaré aquellas sesiones íntimas; cuando se terminaban yo no me daba cuenta exacta de si estaba en la Tierra o me hallaba en el Espacio.

Senillosa merece que un buen cronista escriba largamente sobre su vida, consagrada en gran parte al bien de la humanidad; yo en estos momentos no puedo consagrarle más que un recuerdo de admiración y gratitud. El egoísmo humano se apodera de mi ser, y siento su ausencia (que en verdad no debería sentirla), porque aquí Senillosa no vivía, éste no era su mundo y ahora ya está en su patria, Espíritus de luz deben rodearle y darle la bienvenida, pero. . . ¡aquí hace tanta falta!

Adiós, Senillosa; adiós Espíritu de otro mundo mejor; terminó tu condena, olvido por un instante mi egoísmo y ¡bendigo la hora de tu libertad, mas ay, qué pronto te has ido!…

 

A la memoria de Senillosa

¿Yo olvidarte? No lo creas,

Cuando vuelan mis ideas

Tras de la luz y el progreso,

Envío a tu recuerdo un beso

Diciendo: ¡bendito seas!

Yo no sé exteriorizar,

Yo no puedo demostrar

Lo que yo siento por ti;

Sé… que tú vives en mí,

Y que no se te olvidar.

Sé que un año ha transcurrido,

Y que ese tiempo he vivido

Recordando tus lecciones,

Tus generosas acciones,

Y el bien de ti recibido.

Tu propaganda bendita

La humanidad necesita;

Hay mucha sombra en la tierra;

Suena el clarín de la guerra

Y la crueldad resucita.

Se preparan batallones,

Las aguerridas legiones

Dispuestas a la pelea

No tienen más que una idea:

Saciar torpes ambiciones.

Y todo ¿para qué al fin?

Para matar y el botín

Que sacie a la soldadesca,

Y la juventud perezca

En uno y otro confín.

En la fuerza está el poder,

Se desconoce el deber

Que tiene la humanidad,

De buscar en la verdad

La grandeza de su ser.

Faltan moralizadores,

Concienzudos escritores,

Que como tú, se brindarán,

A instruirnos, y nos llevarán

Por otras sendas mejores.

¿Por qué tan pronto te fuiste?

¿por qué de la tierra huiste?

¿quizá te faltaba ambiente

Y los sueños de tu mente

Desvanecidos los vistes?

Sin duda vivías muy mal,

Esta atmósfera letal

No pudiste resistir;

Y llegaste a sucumbir

Víctima de un frio glacial.

¿Dime, me puedes decir

Si has comenzado a vivir,

Si tus sueños realizando

Vas avanzando, avanzando?

¿qué ves en tu porvenir?

¡Más ay! No sé lo que siento,

No sé lo que experimento,

Oigo una voz amorosa,

Pero triste, dolorosa…

Voz que murmura un lamento.

¿Qué me dice? No lo sé;

¿con mi pregunta falté?

-No temas que yo te riña;

Pero no preguntes, niña,

Que no te contestaré.

Habló Senillosa así,

Muy claramente le oí,

No volveré a preguntar;

¡tan alto quise llegar!…

¡que de la altura… caí!…

¡Senillosa! Estoy muy lejos

De ti; pero tus consejos

Iré afanosa estudiando;

Y me irán iluminando

De tu ciencia los reflejos.

Amalia Domingo Soler

 

A Amalia en muchas sesiones mediúmnicas los Espíritus le aseguraban que había ganado la palma. Un día llegó de Argentina la señora María K. de Senillosa, que se detuvo de pasada, pues iba a Burdeos.

La señora de Senillosa, ya viuda, mujer de fortuna, había continuado auxiliando a Amalia como lo hizo el esposo en vida, con oportunas y valiosas sumas de dinero.

Esta vez llega con un médium que la acompaña. Esta sensitiva, que no conocía a Amalia sino por las referencias que de ella hacían, entró en trance y, solicitando papel y lápiz de diferentes colores, comienza a dibujar. Al final de la tarea entrega a Amalia una hermosa «palma», diciéndole:

Me dicen las voces de lo invisible que esta «palma» es suya y que muy merecidamente la ganaste.

La obsequiada entendió muy bien el simbolismo del mensaje espiritual…

¡Ahora sí, sé que concluyó mi tarea! ―Dice embargada por la emoción― Mi campaña está finalizada. ¡Felizmente! Mi cuerpo da señales inequívocas de que ya no aguanta más.

En un torbellino de descontroladas sensaciones, iba del dolor al placer, de la felicidad a la tristeza, pensando en la suerte que estaba reservada a su querido Centro y al mismo tiempo experimentando el placer de haber concluido, por fin, una vida tan intensamente marcada por el sufrimiento.

¡Estaba lista para partir!

Su tumba se colocó al lado de la de Felipe de Senillosa en el cementerio de Montjuic y muy cerca de la de Fernández Colavida. Posteriormente con la mejora del tumulo se trasladaría a un lugar también cercano pero no al lado de Senillosa, encontrándose ahora la tumba de Amalia en el mismo cementerio, en la vía San Carlos, número 35

 

Obras

Concordancia del Espiritismo con la Ciencia

El libro de Senillosa Concordancia del Espiritismo con la Ciencia tuvo gran resonancia en el mundo científico.

Diversos medios escritos se hicieron eco del libro, transcribimos este de La Prensa:

Mucho se ha escrito sobre Espiritismo en estos últimos tiempos, sosteniendo rudas campañas los adeptos de esta doctrina contra sus encarnizados opositores.

Como toda idea, que si no es absolutamente nueva, renace y toma forma en esta época de investigación y examen, el espiritismo tiene apóstoles entusiastas y de convicciones profundísimas.

El autor de la obra que tenemos a la vista es uno de los que más títulos se han conquistado en la estimación de sus correligionarios.

Don Felipe Senillosa, sin abandonar las humanas preocupaciones de la lucha por la vida, y el bienestar del prójimo, ha encontrado tiempo y voluntad para escribir una obra que no vacilamos en calificar de notable por todos conceptos.

Claridad en la exposición, erudición vasta y prudentemente aplicada, juicio sereno e ideas propias que surgen limpias de entre las otras teorías que expone, juzga o comenta; he ahí los elementos acumulados por el Sr. Senillosa en sus dos tomos, que son, por la sensatez que encierran, la más eficaz defensa de una doctrina tan combatida y embrionaria como la espiritista.

El espiritismo, que brotó espontáneamente, como revelación del mundo invisible hace medio siglo ¿es bastante osado para reivindicar los fueros de la ciencia y demostrar la concordancia de sus verdades con las descubiertas por la razón en sus investigaciones de la naturaleza?

Sabios de la talla intelectual de Wallace, Crookes, Flammarion, Gibier y muchos más han sometido a la experimentación científica, los hechos espiritistas; o lo que es igual: que son fenómenos que obedecen a leyes idénticas: a las leyes inmutables de la Creación.

Libro de investigación científica y de controversia plantea y discute los más graves y absolutos problemas de la ciencia moderna, así como igualmente, expone con elegante claridad, las doctrinas morales que constituyen la filosofía del espiritismo.

Es un ariete, que demuele el frágil edificio del materialismo y máquina que constituye el monumento perdurable de las nuevas y consoladoras creencias del espiritismo moderno.

Concordancia del Espiritismo con la ciencia, con dos tomos de 312 y 251 páginas, además de la edición argentina (en 1891, por M. Biedma), se reeditó en España 2ª edición, Juan Torrents y Coral, San Martín de Provensals (Barcelona), 1904.

 

Excelsior

Subtitulado Cristianismo y Progreso.

Primera edición de 1897.

Edición de Curso Espírita diciembre 2019, Excelsior, Cristianismo y Progreso.

A través de la historia, la ciencia y los hechos Senillosa trata de aunar esa realidad, fruto también de sus estudios y observaciones, en efectos de progreso, en una consecuente filosofía que está cada vez más cerca de la investigación científica. Y ésta, es decir la investigación científica está cada vez más cerca del espiritualismo, y que nos conducirá a una moral que dice literalmente: que no puede ser otra que el cristianismo, siendo éste la más pura expresión de la democracia.

 

Textos de Enseñanza dominical y de lectura para las escuelas laicas

Titulado en la edición de Curso Espírita Texto de Enseñanza Espírita. Dominical y de Lectura para las Escuelas Laicas.

Según otra edición aparece con el título: Libro de Moral para el uso de las escuelas dominicales.

En febrero de 1902, don Felipe Senillosa publica este texto de moral basado en enseñanza espírita y cristiana para que sirva de materia de estudio en los centros espíritas y en las escuelas dominicales laicas. Publicado por la Editorial Carbonell y Esteva en Barcelona, y otra edición por la Editorial Torrents, Barcelona. Es posiblemente el mejor material en español para dar clase a los hijos de los espíritas, y es con ese fin que Senillosa lo publicó, expresamente destinado a las escuelas que se habían creado para los hijos de los espiritistas.

 

La Verdad del Evangelio

Subtitulado Eficacia del Cristianismo en pro de la Civilización.

A finales de 1903, don Felipe Senillosa da a luz este folleto en el cual transcribía, como epílogo a sus escritos publicados en Constancia, la opinión de grandes pensadores sobre este tema. Contiene fundamentalmente las enseñanzas de los Evangelios explicadas a la luz de los conocimientos del Espiritismo.

Salvador Martín

Copyright cursoespirita.com

Bibliografía

Felipe Senillosa, Acontecimientos notables de la vida del finado señor D. Felipe Senillosa.

Felipe Senillosa, Importante Comunicación. La Fraternidad, año II, n° 12.

Felipe Senillosa, Concordancia del espiritismo con la ciencia.

Blanca Senillosa, A mi Querido Protector Bartolo, Constancia, año XIII.

Antonio Zinny, Apuntes biográficos del Dr. Felipe Senillosa.

Luz y Unión, 1908.

Cosme Mariño, El Espiritismo en la Argentina.

Cosme Mariño, Memorias de un hombre mediocre.

Roy Hora, La élite social argentina del siglo XIX. Algunas reflexiones a partir de la  historia de la familia Senillosa.

La Fraternidad, nº 6, segunda época, Agosto de 1899.

Yaben, Jacinto R., Biografías argentinas y sudamericanas, (1939).

Juan Gimeno, Juan Corbetta y Fabiana Savall, Cuando hablan los Espíritus.

Cesar Bogo, La Cronista de los pobres.

Paul Gibier, El Espiritismo.

Notas

  1. En las reuniones de materializaciones se ha recibido frecuentemente el pedido de los propios espíritus para que los asistentes cantasen o se tocase algún instrumento, ese pensamiento unificado favorece particularmente estos fenómenos, lo que no sucede, ni se utiliza, en fenómenos de otro tipo.
  2. Frank Herne, famoso médium inglés, cuyas primeras manifestaciones comenzaron en 1869, Florence Cook celebró sus primeras sesiones con Herne. Sus manifestaciones en Londres eran verdaderamente impresionantes. Las voces, las luces psíquicas, la música, los aportes y las levitaciones fueron ampliamente atestiguadas. En 1875, St. George Stock intentó descubrir algún fraude en Herne, pero no tuvo éxito, y dos años más tarde en The Spiritualist se disculpó por el intento
Artículo anteriorEl Poder Curativo del Abrazo
Artículo siguienteLa Fraternidad Universal