La Gran Esperanza por Charles Richet

En La Gran Esperanza, de 1933,  Charles Richet, el famoso fisiólogo, médico, e investigador, premio Nobel de Fisiología y Medicina por su trabajo de anafilaxis, se adentra en el complicado mundo de los porqués llevando a cabo un estudio del ser, bajo un aspecto evolutivo y biológico, y tomando en consideración la fenomenología espírita.

Charles Richet está considerado uno de los grandes colaboradores del Espiritismo por sus numerosas investigaciones de los fenómenos mediúmnicos y psíquicos, junto a Crookes, Lodge, Bozzano, Aksakoff, entre otros. Es gracias a él que un gran número de eminentes científicos iniciaron su interés por los fenómenos espíritas. Sin embargo siempre supo nadar y guardar la ropa, como se dice coloquialmente, ya que si bien confirmó y reconoció un amplio espectro de fenómenos espíritas, abiertamente se solía mostrar contrario a que la causa de los fenómenos fuesen los espíritus. Algo que desde luego no deja de sorprender en alguien que durante muchos años ha presenciado materializaciones completas, comprobado fenómenos de aportes y transporte, entre otros. Se trataba del eterno debate de la época entre animismo y espiritismo. Fenómenos sí, son reales, para la mayoría de los que investigaban a fondo era imposible negarlos, pero… ¿de dónde proceden?, que el ectoplasma (término acuñado por Richet) que sale del médium y se convierte en una figura humana, que puede ser tocada, pesada, que habla, que dice ser un espíritu, el alma de alguien que vivió en la Tierra, que ofrece datos que solamente ese alguien podría saber, etc., ¿obedece a un poder sobrenatural del médium no ya para provocar tales prodigios sino de penetrar en el conocimiento de otros seres que ya murieron?, o la respuesta era simplemente la misma que daban esos mismos fenómenos, que la causa no era otra que las almas de los que habían vivido en la Tierra y que a través de los médiums venían a demostrar la existencia de esta realidad paralela, imperceptible por nuestros limitados sentidos.

En La Gran Esperanza vemos esa ambigüedad de Charles Richet, que a los espíritas nos provoca un sabor agridulce, pero siendo que su intención durante tantos años no fue otra que la de llevar los fenómenos espíritas al ámbito más ortodoxo de la ciencia comprendemos su actitud, seguramente necesaria en alguien como él. Abrió junto a otros un gran campo en la ciencia, que aún está lleno de ramificaciones por recorrer, los fenómenos son reales, pero años después la ciencia sigue sin resolver de dónde proceden. Nuestra gran esperanza es que vayan desapareciendo tabúes y simplemente se investigue más.

(…)es forzoso decir que hay premoniciones que confunden nuestra miserable inteligencia. Pero no se trata de explicar, sino de constatar.

(…)hay muchos fenómenos extraños, pero incontestables y, pese a que la ciencia oficial aún no los reciba en su seno celoso, no hay duda de que dentro de algunos años dará lugar a lo inhabitual, criptestesias, telepatías, lucidez, alucinaciones verídicas, encantamientos, telekinesias, fantasmas materializados, xenoglosias, premoniciones. Todo esto está bien autenticado y se debe reconocer que lo inhabitual existe.

(…)Pero lo que nadie podrá contestar es que la ciencia clásica, metódica, la ciencia de las Universidades y de las enseñanzas oficiales, hará progresos maravillosos. Aunque nada esperemos de lo inhabitual metapsíquico, nuevas verdades se descubrirán en lo habitual. Tengamos el coraje de pensar que nuestra Física, nuestra Astronomía, nuestra Geología, nuestra Fisiología, principalmente nuestra Medicina, aún permanecen en una infancia primitiva. Nada sabemos del mundo inhabitual. Pero, asimismo, poco sabemos del mundo habitual, mecánico, banal, en el cual nos movemos.

El enorme progreso de la ciencia y la llegada de un hombre superior, es un futuro que tenemos el derecho de aguardar.

Charles Richet

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