Los Fenómenos de Telekinesia por Ernesto Bozzano

Los Fenómenos de Telekinesia del original en italiano Dei fenomeni di telekinesia in rapporto con eventi di morte, aparece en Luce e Ombra en el año 1921. Posteriormente se publicaría una versión más popular y menos técnica bajo el título: La psiche domina la materia. Dei fenomeni di telecinesia in rapporto con eventi di morte. El libro que presentamos aquí de Ernesto Bozzano sería la versión primera del 1921.

Sinopsis

Los fenómenos de telekinesia, en su forma espontánea de manifestación -generalmente se trata de retratos que caen o de relojes que se paran en relación con acontecimientos de muerte- ofrecen un alto valor teórico; los motivos son múltiples, y el principal este: que la acción física ejercida a distancia en semejantes casos, no puede ser considerada como de naturaleza puramente mecánica, puesto que se ejerce sobre un objeto determinado, cosa que no podría realizarse sin el concurso de una voluntad inteligente; o en otros términos, sin la presencia real de la entidad espiritual que actúa. De aquí, que los fenómenos de telekinesia nos suministren un buen argumento para demostrar que el espíritu es independiente del organismo corporal.

Se prestan, además, a circunscribir la hipótesis telepática en límites mejor determinados, puesto que, a veces, se realizan simultáneamente con manifestaciones telepáticas, lo que induce lógicamente a formular conclusiones idénticas sobre la génesis de ambas clases de fenómenos. Deberíase establecer que, si los fenómenos de telekinesia, por su modo de realización, que prueba la existencia de una voluntad dirigente, no pueden comprenderse más que admitiendo la presencia espiritual del difunto en relación con los hechos, debería admitirse lo mismo en gran número de fenómenos telepáticos. Como estos se producen combinados con los fenómenos telekinésicos, podemos deducir que, si los últimos son de naturaleza espírita, no puede menos de suceder lo mismo con los primeros. Si se llega a admitir estas conclusiones, entonces tendríamos que reducir la hipótesis telepática, considerada en su significado de acción a distancia de un cerebro al otro, en el estrecho campo en que se ejerce la “transmisión de pensamiento” propiamente dicha, es decir, en un radio de acción que no pasaría de algunos kilómetros, lo cual estaría de acuerdo con la ley física del cuadrado inverso de las distancias, a la que ni las vibraciones del pensamiento podrían sustraerse. Si no se quiere encerrar su acción en un tan estrecho campo, apenas habría más medio, para resolver el problema, que el de admitir que el grupo de fenómenos conocidos bajo el nombre genérico de “telepatía” comprende, en realidad, manifestaciones de diferentes especies. Cuando se producen a corta distancia, podríase identificarlos con la transmisión del pensamiento (comprendida en la significación clásica de un sistema de vibraciones psíquicas que se transmiten de un cerebro a otro por ondas concéntricas). Pero ya no será lo mismo cuando se manifiestan más allá de cierto límite; en este caso, podríamos todavía llamarlas telepáticas, pero no en la significación “vibratoria” sino más bien, en la de “comunicación directa entre un espíritu y otro”.

Véase los términos en que escribe, sobre este asunto, al director de Ligth, un empresario de pompas fúnebres:

Por haber estado durante varios años agregado al servicio de pompas fúnebres, conozco las manifestaciones que se relacionan con sucesos de muerte, y le trasmito mis observaciones por creer que, en efecto, pueden ofrecer algún interés a sus lectores.
Los relojes que se paran, sobre todo, los de péndola, en el momento en que la muerte ocurre, son un fenómeno de los más frecuentes y constituyen el tema de conversaciones y averiguaciones en gran número de familias afligidas por la pérdida de un ser querido.

Los retratos que caen, los instrumentos musicales que tocan espontáneamente, en coincidencia con sucesos de muerte, vienen inmediatamente en orden de frecuencia.

Es mucho más raro que un reloj, parado desde hace mucho tiempo, vuelva repentinamente a marchar en caso de una defunción en la familia.

Los hechos de esta clase se producen tan a menudo, que son familiares a las personas dedicadas al servicio de pompas fúnebres. Por lo que a mí se refiere, podría citar gran número de casos de muerte; pero me abstengo, para no ocupar demasiado espacio en su revista. (Ligth, 1898, pág. 107).

Ernesto Bozzano

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