Mindfulness y Conciencia

El mindfulness o la atención plena como concepto psicológico es la concentración de la atención y la conciencia, basado en el concepto de mindfulness o conciencia plena de la meditación budista. Se ha popularizado en Occidente gracias a Jon Kabat-Zinn. A pesar de encontrarse sus raíces en el budismo, el mindfulness se enseña desprovisto de cualquier componente o terminología oriental y religiosa.
El mindfulness moderno está basado en la meditación Vipassana, una antigua técnica de meditación de la India que consiste en «tomar conciencia del momento presente», «tomar conciencia de la realidad».
Se trataría de prestar atención, momento a momento, a pensamientos, emociones, sensaciones corporales y al ambiente circundante, aceptándolos, es decir, sin juzgar si son correctos o no. La atención se enfoca en lo que se percibe, sin dar pie a rumiación, definida esta última como la preocupación excesiva por los problemas y sus posibles causas y consecuencias, en vez de estar dirigida a buscar soluciones.
Desde la década de 1970 la psicología clínica y la psiquiatría usan el mindfulness como uno de los posibles tratamientos para varias enfermedades psicológicas, en particular para la reducción de la ansiedad y la depresión. Si bien hay evidencia de que la terapia mindfulness tiene una efectividad mayor que la mera exposición a psicoeducación, relajación, imaginación, su eficacia es similar a la terapia cognitivo-conductual.

Artículo ¿Qué es el mindfulness? Nadie realmente lo sabe y es un problema

Probablemente hayan oído hablar del mindfulness. Actualmente se encuentra en todos lados, como muchas de las ideas y las prácticas tomadas de los textos budistas que han pasado a formar parte de la cultura de masas de Occidente.

Sin embargo, un estado de la cuestión publicado en la revista Perspectives of Psychological Science muestra que es más el bombo que las pruebas. Algunas revisiones de estudios sobre el tema indican que puede ser útil en caso de problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión y el estrés. No obstante, no está claro qué clase de mindfulness o de meditación necesitamos para cada problema específico.

El estudio, en el que participó un numeroso grupo de investigadores, médicos y practicantes de la meditación, descubrió que no existe una definición inequívoca de mindfulness. Esto puede tener repercusiones graves. Si unos tratamientos y unas prácticas muy diferentes entre sí se consideran equivalentes, las pruebas científicas de la validez de uno se pueden emplear erróneamente para defender otro.

Al mismo tiempo, si ampliamos demasiado el campo o lo hacemos en la dirección equivocada, puede ocurrir que nos quedemos sin los beneficios de la técnica en general.

Entonces, ¿qué es ‘mindfulness’?

Las definiciones de mindfulness son desconcertantemente variadas. Los psicólogos miden el concepto de acuerdo con diversas combinaciones de aceptación, atención, conciencia, focalización en el cuerpo, curiosidad, actitud libre de juicios, concentración en el presente, etcétera.

La definición es igualmente poco precisa cuando lo consideramos como un conjunto de prácticas. Un breve ejercicio de introspección a partir de una aplicación para el teléfono móvil realizado durante el viaje de casa al trabajo se puede considerar equivalente a un retiro de meditación de varios meses. Mindfulness puede hacer referencia tanto a la práctica de los monjes budistas como a lo que hace nuestro profesor de yoga durante cinco minutos al principio o al final de la clase.

Por decirlo claramente, mindfulness y meditación no son lo mismo. Algunas clases de meditación implican mindfulness, pero no en todas las prácticas de mindfulness interviene la meditación, y tampoco toda la meditación se basa en la mindfulness.

Mindfulness se refiere principalmente a la idea de concentrarse en el momento presente, pero no es algo tan simple. También hace referencia a diversas formas de practicar la meditación que tienen como objetivo desarrollar la capacidad de ser conscientes del mundo que nos rodea, así como de nuestras pautas y hábitos de comportamiento. En realidad, poca gente coincide en su verdadero objetivo y en qué es y que no es mindfulness.

¿Para qué sirve?

El mindfulness se ha aplicado a casi cualquier cuestión imaginable, desde los problemas de relación, o con el alcohol o las drogas, hasta la mejora de la capacidad de liderazgo. Los deportistas la usan para encontrar la «claridad» en el terreno de juego y fuera de él, y en las escuelas se ofrecen programas de esta materia. Se puede encontrar en los lugares de trabajo, en los centros médicos y en las residencias para la tercera edad.

También se ha escrito un buen puñado de libros pregonando los beneficios del mindfulness y la meditación. Por ejemplo, en su revisión supuestamente crítica Altered Traits: Science Reveals How Meditation Changes your Mind, Brain and Body [Rasgos alterados. Cómo cambia la meditación nuestra mente, nuestro cerebro y nuestro cuerpo], Dan Golestein sostiene que uno de los cuatro beneficios del mindfulness es la mejora de la memoria de trabajo. Sin embargo, un reciente análisis de 18 estudios que investigaban los efectos de las terapias basadas en esta técnica para la atención y la memoria lo ha puesto en tela de juicio.

Otra afirmación frecuente es que la mindfulness reduce el estrés, algo que pocas pruebas confirman. En cuanto a promesas como la mejora del estado de ánimo y la atención, unos hábitos alimenticios más saludables, mejor calidad del sueño y un control del peso más eficaz, tampoco cuentan con el pleno respaldo de la ciencia.

Mientras que las pruebas de sus efectos benéficos son escasas, a veces la mindfulness y la meditación pueden conducir a la aparición de psicosis, manías, pérdida de la identidad personal, ansiedad y pánico, y provocar que se revivan recuerdos traumáticos. Los expertos opinan que su práctica no es adecuada para todo el mundo, especialmente para las personas que padecen problemas graves de salud mental, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

La investigación sobre mindfulness

Otro problema de la bibliografía sobre el tema es que, con frecuencia, los métodos de la investigación son poco rigurosos. Las maneras de medir el mindfulness son enormemente variables, y evalúan fenómenos muy dispares al tiempo que les ponen a todos la misma etiqueta. Esta falta de equivalencia entre las medidas y los objetos de medición hace que sea problemático generalizar sobre un estudio partiendo de otro. La investigación sobre mindfulness se apoya excesivamente en las encuestas, que exigen que la gente haga un ejercicio de introspección y hable de estados mentales que a veces son escurridizos y efímeros. Como es bien sabido, estas declaraciones adolecen de parcialidad. Por ejemplo, las personas que aspiran a poseer esta conciencia o atención plena pueden declarar que ya la poseen porque la consideran algo deseable, no porque realmente la hayan alcanzado.

Poquísimos intentos de comprobar si esta clase de tratamientos funciona los compara con otros de probada eficacia, que es el principal procedimiento por el cual la ciencia clínica puede demostrar el valor adicional de las nuevas terapias. Además, muy pocos estudios se llevan a cabo en consultas clínicas corrientes en vez de en contextos de investigación especializados.

Una reciente revisión de diversos trabajos encargada por la Agencia para la Investigación y la Calidad del Cuidado de la Salud de Estados Unidos descubrió que la calidad del procedimiento empleado en muchos proyectos era demasiado escasa como para incluirlos en el análisis, y que los tratamientos de mindfulness tenían un efecto moderado, útil sobre todo para la ansiedad, la depresión y el dolor. Nada demostraba que fuesen eficaces para los problemas de atención, la mejora del estado de ánimo, las drogadicciones, los hábitos alimentarios, el sueño o el control del peso.

¿Qué se debería hacer?

No cabe duda de que mindfulness es un concepto útil y un prometedor conjunto de prácticas. Puede ayudar a prevenir los problemas psicológicos y tal vez sea útil como complemento a los tratamientos actuales. También podría ser de ayuda para el funcionamiento mental y el bienestar generales. Pero la promesa no se cumplirá si no se abordan los problemas.

La comunidad que la practica se tiene que poner de acuerdo en cuáles son sus elementos fundamentales, y los investigadores deberían especificar con claridad de qué manera estos elementos están incluidos en sus evaluaciones y en sus prácticas. La información que aparece en los medios de comunicación debería ser igualmente concreta en lo que se refiere a qué estados mentales y qué prácticas abarca el mindfulness en vez de emplearlo como un término amplio.

El mindfulness se debería evaluar no por autorreferencia, sino sirviéndose en parte de mediciones neurobiológicas y conductuales más objetivas, como contar las respiraciones. Entonces se podrían utilizar tonos aleatorios para «preguntar» a los participantes si se han concentrado en la respiración (presionar el botón izquierdo) o si su mente ha vagado (presionar el botón derecho).

Siempre que sea posible, los investigadores que estudian la eficacia de los tratamientos de mindfulness deberían compararlos con tratamiento alternativos dignos de crédito. Se debería evitar desarrollar nuevos enfoques de la materia hasta que no sepamos más sobre los ya existentes. Los científicos y los médicos tendrían que emplear pruebas controladas aleatorizadas que fuesen rigurosas y trabajar con otros investigadores ajenos a la tradición del mindfulness.

Por último, los estudiosos y los practicantes de la disciplina deberían reconocer que es verdad que a veces tiene efectos negativos. Igual que los medicamentos están obligados a dar a conocer sus posibles efectos secundarios, los tratamientos de mindfulness también tendrían que hacerlo. Los expertos deberían evaluar sistemáticamente estos efectos cuando estudian las terapias que lo emplean. Las personas que lo practican tienen que estar al tanto de su existencia y no recomendar los tratamientos como primera estrategia si se pueden aplicar otros más seguros y cuya eficacia se haya demostrado más sólidamente.

Nicholas Van Dam y Nicholas Haslam trabajan en la Universidad de Melbourne.

Este artículo ha sido publicado anteriormente en Pursuit. Lee el artículo original en inglés.

Desde el punto de vista espírita ser más conscientes y adquirir más conciencia es sin duda una prioridad tanto en el campo intelectual  como en el moral. Desde tiempo inmemorial se han empleado diversas técnicas de meditación en diversas culturas no solo orientales. Diversos estudios han demostrado ciertas capacidades que podríamos denominar si no extraordinarias al menos que se salen de la media, en yoguis o monjes budistas, en áreas específicas de control de condiciones vitales, aumento de temperatura corporal, y un extenso etcétera.

Durante su vida, un monje tibetano puede tener entre 10 mil y 55 mil horas de meditación a su haber. Y considerando que el cerebro se modifica de acuerdo al uso que se le dé, «es válido preguntarnos qué le hace este entrenamiento intensivo a la mente», dice Richard Davidson, director del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin en Madison, quien ha catalogado a los monjes budistas como «los atletas olímpicos de la meditación».

Davidson es experto en la relación entre cerebro y emociones y un pionero en el desarrollo de técnicas para medir la actividad cerebral. Además, es uno de los principales promotores del trabajo entre científicos occidentales y monjes budistas.

En 1992 llegó a su fax una invitación del propio Dalai Lama instándolo a ir al Tíbet a estudiar la mente de los monjes. Davidson partió hacia los Himalaya con un generador portátil de electricidad, un notebook y un electroencefalógrafo a analizar las neuronas de estos hombres en plena meditación.

Desde entonces se ha hecho habitual ver en su laboratorio un desfile de monjes vistiendo túnicas púrpura o azafrán que meditan sin inmutarse con más de 250 electrodos adheridos a su cabeza o pasan dos a tres horas dentro de aparatos de resonancia magnética funcional que espían su cerebro.

Mente de monje

Monje Tibetano
Al meditar, los budistas logran llevar a un mínimo su actividad cerebral, eliminando los estímulos sensoriales, pensamientos, recuerdos y procesos mentales.

Para estudiar el cerebro de un monje budista, los científicos suelen centrarse en alguno de los estados mentales que éstos son capaces de alcanzar durante la meditación. Éstos son atención concentrada (la atención se mantiene largo tiempo en un objeto, sin distraerse de éste), atención plena o «mindfulness» (la mente se abre a todo pensamiento, percepción o imaginación que la cruce, pero sin enfocarse en ninguno de ellos ni enjuiciarlos), visualización (se visualizan o construyen mentalmente imágenes con un enorme nivel de detalle) y compasión (se visualizan emociones negativas o tendencias egoístas neutralizándolas con un estado positivo provocado voluntariamente).

Al meditar, los budistas logran llevar a un mínimo su actividad cerebral, eliminando los estímulos sensoriales, pensamientos, recuerdos y procesos mentales que incluso cuando dormimos mantienen a nuestro cerebro en enorme actividad, explica el neurocientista Adrián Palacios, director del Centro de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso.

«Por eso son sujetos atractivos para estudiar, pues al controlar su mente concentrándola en una sola cosa, logran un patrón de actividad cerebral que no está contaminado por otros estímulos y que se puede asociar directamente con los procesos mentales que se están investigando»

Para los budistas, la meditación permite entrenar la mente y alcanzar estados de plenitud, anular emociones negativas y cultivar estados emocionales positivos, como la compasión.

Pero los científicos occidentales han visto que, al mismo tiempo, la meditación provoca cambios fisiológicos y neuronales permanentes. Por eso consideran que estudiando la mente de los monjes en meditación se puede aprender cómo es posible que el cerebro «se cablee» para desarrollar temperamentos más felices y menos ansiosos o depresivos.

También plantean que al conocer el mecanismo que unifica cerebro, mente y cuerpo sería posible desarrollar la capacidad de adaptarse a situaciones de estrés e incertidumbre.

No sólo los neurocientíficos están interesados en la mente de los monjes tibetanos. Para los expertos en percepción humana, hay todo un mundo inexplorado en el cerebro de estos hombres.

«Ellos no necesariamente almacenan elementos que los occidentales memorizamos», es la conclusión que extrajo el sicólogo Stephen Kosslyn luego de un curioso diálogo con el Dalai Lama durante un encuentro de científicos y monjes realizado en 2003 en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) .

La unión de dos mundos

Aunque científicos occidentales y monjes budistas han trabajado juntos por más de dos décadas, sólo en 2003 se realizó la primera conferencia pública que reunió a neurocientíficos y líderes budistas, encabezados por el propio Dalai Lama. El encuentro tuvo lugar en el MIT y reunió a más de 1.200 estudiantes e investigadores interesados en la meditación y su aporte al estudio de la mente.

En noviembre de 2005 se realizó en Washington D.C. un segundo encuentro durante la reunión anual de la Sociedad de Neurociencias, que reunió a 14 mil científicos y médicos. Pese a la oposición de un grupo de ellos, el evento fue inaugurado por el Dalai Lama y en él se presentaron varios estudios centrados en la meditación.

Qué dicen los estudios

Corazón en forma. Meditar a diario puede reducir el riesgo de ataques cardíacos al mejorar la capacidad de relajación de los vasos sanguíneos, indica un estudio presentado en marzo pasado en la Conferencia Anual de la Sociedad Sicosomática Americana.

Enfermedades crónicas

Un estudio del Centro de Medicina Integrativa del Hospital Universitario Thomas Jefferson en Filadelfia sugiere que la meditación ayuda a pacientes con enfermedades crónicas a reducir sus síntomas y mejorar su calidad de vida.

Sistema inmune

Empleados de una empresa biotecnológica que meditaron una hora diaria por ocho semanas desarrollaron más anticuerpos contra el virus de la gripe que sus pares que no meditaron. El estudio fue dirigido por el doctor Jon Kabat-Zinn, experto en estrés y control mental.

Más materia gris

Un estudio del MIT divulgado en noviembre en la revista NeuroReport reveló que personas que meditaban al menos seis horas a la semana, tenían mayor volumen en áreas de la corteza cerebral asociadas con la atención, la toma de decisiones y la memoria.

¿Qué nos dice el Espiritismo?

La revelación espírita está llena de alusiones a la meditación, pero no esa meditación tibetana que nos puede exigir decenas de miles de horas en nuestras vidas. Es algo mucho más sencillo, mucho más práctico, es sobre todo una herramienta muy potente para impulsar nuestra evolución espiritual, al tiempo que colaboramos en el progreso material del medio en que nos encontremos, en lugar de aislarnos de la sociedad. Son las mismas técnicas recomendadas por el ser con más conciencia, a decir de muchos, que haya estado en este planeta, Jesucristo.

Técnicas

Orar y Conciencia
Creando el hábito en cualquier situación, lugar o momento, podemos tener la capacidad de orar, como un lapsus mental, que nos mantiene más tiempo esa conciencia plena.
  • Oración. No esa retahila de palabras en las que no participa el pensamiento. La forma no es nada el pensamiento lo es todo, dicen los Espíritus. El Espiritismo reconoce como buenas las oraciones de todos los cultos, cuando se expresan con el corazón y no con la boca. Bien podemos dedicar un tiempo determinado a orar en la intimidad, lo que es en realidad una forma de meditación con las más altas cualidades.

Cuando oréis no seais como los hipócritas a los que les gusta orar en las sinagogas y en las esquinas para que les vean los hombres. (…) cuando quieras orar entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre en secreto; y tu Padre, que ve lo que sucede en lo secreto, te recompensará. Jesucristo.

Hay por tanto una necesidad, igual que en la meditación de recogimiento, de mirar hacia adentro, aunque con plena conciencia de lo de fuera.

Cuando os presentéis para orar, si tenéis algo contra alguien, perdonadlo. Jesucristo.

En la oración no solo debe haber pedidos personales, también debemos ser conscientes de los demás, de los problemas del mundo, y como no, debemos ser gratos, tener gratitud por todo lo que se nos da. Y desde la conciencia espírita, agradeciendo también por las dificultades, como lecciones inestimables que nos permiten avanzar. Esto nos adentra en un mindfulness pleno, conscientes de nuestra esencia y realidad espiritual, conscientes de Dios, conscientes de los problemas del mundo, conscientes de nuestra pequeñez y necesidad de ayuda.

No os preocupéis por pedir mucho en vuestras oraciones, como hacen los paganos, que imaginan que por sus muchas palabras serán atendidos, (…) porque vuestro Padre sabe lo que os falta antes de que lo pidáis. Jesucristo.

No hay por tanto necesidad de abandonar nuestras actividades diarias, ya que cualquier instante de recogimiento nos puede servir. Y creando el hábito en cualquier situación, lugar o momento, podemos tener la capacidad de orar, como un lapsus mental, que nos mantiene más tiempo esa conciencia plena. Aquí hablamos que la oración son también esos pensamientoa fugaces por algo positivo que nos haya sucedido, por algo bonito que hayamos visto, o aquellos ruegos por los sufrimiento ajenos, esa solicitud de ayuda antes de llevar a cabo una tarea. Todo esto nos aporta inmediatamente una conciencia más plena, una sintonía espiritual mejor, una mayor paz y confort ante las dificultades de la vida. En la práctica pueden ir desapareciendo los miedos, la ansiedad, la tristeza, la depresión. Es precisamente en esa práctica y ejercicio que irán apareciendo ¿los mismos beneficios del mindfulness?, mejores aún, porque no seremos seres egoístas que se enfoquen solo en si mismos.

No decimos que las técnicas milenarias como por ejemplo la de ser conscientes de la respiración, acompañarla, dirigirla, no sean positivas, sin duda lo son, durante esos momentos dejamos de estar bombardeados mentalmente por ideas negativas, frustraciones, miedos, pesimismo, aspiraciones que nos crean ansiedades. Pero la oración, podemos decir sin equivocarnos que es un grado más avanzado, nos aporta el oxígeno espiritual  tan olvidado, en nuestros días y que al igual que el otro se nos da gratuitamente:

Pedid y se os dará. Jesucristo.

En la práctica, y sin abandonar nuestras ocupaciones diarias, sentiremos una conciencia de gratitud por cada aliento, por cada momento, haremos preceder cada acción, cada decisión de un instante fugaz de elevación, que nos dará mayor lucidez, mayor confianza, mayor optimismo, y nos pondrá más en sintonía con nuestro guía espiritual, que sabe mejor que nosotros lo que más nos conviene. Sin el potente recurso de la oración nuestra mente está mas sorda a sus buenas inspiraciones.

Empatía
Si estamos sordos y ciegos ante el sufrimiento ajeno, ante las injusticias del mundo pretender una mayor conciencia es como pretender abarcar el horizonte sin levantar la vista del suelo.
  • Empatía. Si solo somos conscientes de nuestras necesidades, si solo miramos nuestro ombligo, la palabra conciencia pierde su esencia y se asemeja más a la insconsciencia. Si estamos sordos y ciegos ante el sufrimiento ajeno, ante las injusticias del mundo pretender una mayor conciencia es como pretender abarcar el horizonte sin levantar la vista del suelo. Muchos movimientos new age, de crecimiento y mejora personal, de conquista del éxito, decenas de libros publicados al respecto, olvidan empíricamente en sus técnicas y recomendaciones que no estamos solos, y que este Universo está sometido a ciertas leyes morales más allá de las físicas, donde ir de la mano de los demás, echar una mano a los demás, no es una opción es un deber y una necesidad si queremos estar mejor, crecer en conciencia y en paz dentro de nuestra propia conciencia.

La tranquilidad que se adquiere al precio de la indiferencia culposa es la tranquilidad del Mar Muerto, que oculta en el fondo de sus aguas el fango fétido y la putrefacción. (Miguel. Burdeos, 1862.) La Piedad, El Evan. segun el Espiritismo

Cuando ejercitamos esa capacidad de ver el sufrimiento ajeno, a veces tan cerca nuestro, nuestra mente se abre a una conciencia más amplia de la vida y de los porqués, que incluso nos lleva a buscar respuestas, nos conduce en definitiva a la conciencia y al conocimiento.

  • Acción. El mejoramiento moral de la raza humana y la conquista de la felicidad en este mundo pasan por aplicar esa empatía en acciones concretas, cada vez de forma más generalizada. Es la ley de Amor predicada por Jesucristo como mandamiento fundamental, y es lo que resume toda su enseñanza.

Haced a los otros lo que quisierais que ellos os hiciesen. Jesucristo.

Acción en el bien
Nuestro intelecto y nuestras manos pueden hacer grandes cosas con pequeños gestos, quizá no salvemos el planeta, ni paliemos el hambre del mundo, pero seguramente mejoremos el día de un semejante.

El Espíritu debe ser cultivado como un campo, (…) cuando comprendáis la ley de amor que une a todos los seres, buscaréis en ella los sutiles goces del alma. (Lázaro. París, 1862)  El Evan. segun el Espiritismo

Aquí es donde fracasan muchas filosofías que promueven el aislamiento, el ascetismo, la vida en los montes y templos, lejos del mundo. Son encarnaciones si no perdidas sin duda muy poco aprovechadas, cuando se marchan del mundo este queda igual que cuando llegaron, y sus manos salen vacías de buenas acciones.

Devolver bien por mal, ayudar al necesitado, sumar en el cúmulo de nuestras acciones diarias algo más que acciones egoístas que satisfagan nuestros instintos, es abrirnos a los sentimientos, es, no ya ampliar nuestra conciencia, si no demostrar y demostrarnos, a modo de test, que efectivamente hemos adquirido el auténtico mindfulness, una CONCIENCIA en mayúsculas.

Nuestro intelecto y nuestras manos pueden hacer grandes cosas con pequeños gestos, quizá no salvemos el planeta, ni paliemos el hambre del mundo, pero seguramente mejoremos el día de un semejante.

  • Conciencia. Hay  personas que de forma innata vienen a este mundo con una conciencia más ampliada, es otra forma de decir que traen cierto progreso espiritual, adquirido en encarnaciones anteriores. Y sean o no religiosos, sus tendencias son bondadosas, con más o menos capacidades intelectuales, aunque si tienen en común un nivel de inteligencia emocional muy por encima de la media. Son capaces de enfrentar las dificultades de la vida con más optimismo, en el relacionamiento social no sintonizan con rencores, envidias, celos. Son líderes desde la humildad y el ejemplo. Esto se traiga o no innato se puede ampliar y obtener progresivamente los mismos beneficios.

La cuestión sería, ¿cómo adquirir mayor conciencia?

La aplicación práctica de todo lo anterior: oración, empatía y acción, nos llevará progresivamente a una ampliación de la conciencia.  Pero también nos va a llevar de forma natural no solo a preguntarnos los porqués de la existencia, del dolor, los paraqués, si no a buscar con verdadero ahínco ese alimento del alma, esos nutrientes de la conciencia, que requieren ConCiencia, es decir Ciencia y Conciencia, inquiriendo de la filosofía, de la ciencia, de la religión, de la espiritualidad las respuestas que más satisfagan a la razón, y que verdaderamente nos llenen el alma y eleven nuestra conciencia. Es así que este otro camino, intelectual diríamos, también es necesario, y frecuentemente aparece como preámbulo o consecuencia de los anteriores.

Salvador Martín

Para cursoespirita.com

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