SIGUEN ENTRE NOSOTROS, Mario Moreno, Cantinflas

Mario Moreno, conocido mundialmente como Cantinflas, dejó escrito para su epitafio “Parece que se ha ido, pero no es cierto”. Y así es, como tantos otros que se marcharon, sigue entre nosotros, su discurso absurdo, sus dobles sentidos continúa siendo en sus películas, en demasiadas ocasiones, el del sentido común y el de la crítica social de actualidad.

Parece que se ha ido, pero no es cierto” porque además de su legado artístico su Espíritu continúa más allá.

Tuvo diversos oficios, pero su llegada al mundo del espectáculo fue de “casualidad”. Su primera salida a escena se la dio el director de escena de la compañía, cuando había enfermado quien presentaba las funciones de los siguientes días.

-Mario salga usted son las últimas funciones para mañana vamos a tener esto, pasado esto otro…

Era la primera salida a escena de Mario Moreno, sin anotaciones, frente al telón y con el teatro lleno, y cuando comenzó a hablar se le olvidó todo, y para no reconocer ante el público que se le había olvidado todo, siguió hablando, siguió hablando, y la gente no entendía nada de lo que decía, se reían sin entender lo que habría los días siguientes, y Mario Moreno terminó diciendo:

-Bueno para mañana ya saben ustedes lo que va a haber, buenas noches, buenas noches.

Salió del escenario y escuchó un gran aplauso. Al día siguiente el que anunciaba las funciones ya estaba bien y salió, pero la gente clamaba ¡ese no, el de ayer!

Considerado el Charles Chaplin mexicano, Cantinflas inventó su propio estilo, el cantinflismo, una teoría vacía, incongruente y disparatada de interpretar el lenguaje, con mezclas de frases coloquiales y términos cultos mal empleados que la Real Academia Española (RAE) reconoció incluyendo en el diccionario de 1992 el verbo cantinflear y las palabras cantinflas y cantinflada, y, posteriormente, los adjetivos cantinflesco, cantinflero y acantinflado junto al sustantivo cantinfleo.

Cantinflas supo divertir al mundo hispanohablante. Su mensaje, con un trasfondo de crítica social, se lo apropiaron las clases populares, que se identificaron con su persona y vieron en sus películas pasajes muy reales de la crudeza del México cotidiano, aunque entre carcajadas, Cantinflas también supo hacer llorar.

Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes nació en Ciudad de México un 12 de agosto, en 1911. Fue el sexto de los catorce hijos del matrimonio formado por el cartero Pedro Moreno Esquivel y María de la Soledad Reyes Guízar, que formaban una familia muy humilde y sufridora, ya que de los catorce hijos solo ocho sobrevivieron al parto.

A pesar de la falta de recursos en la familia, los padres de Mario lo inscribieron en una buena escuela, aunque él siempre estuvo más interesado en seguir los pasos de los actores callejeros y, a medida que creció, intentó imitar a los actores. Cuando cumplió 15 años, sus padres lo enviaron a una escuela agrícola del gobierno, pero tras permanecer allí nueve meses huyó a la costa del Pacífico, donde se unió a las conocidas como carpas mexicanas ambulantes y comenzó su carrera como actor.

Antes se dedicó a diversos trabajos: ayudante de zapatero para después ser limpiabotas, cartero, químico, taxista, empleado de billar, boxeador y hasta torero. A principios de 1928 incluso se alistó en el ejército mexicano como soldado de infantería con estudios de mecanografía, pero cuatro meses después su padre envió una carta al ejército en la que solicitaba la baja de su hijo porque tenía 16 años y había mentido al decir que tenía 21.

A partir de entonces el joven Mario ya se presentaba en el circuito de carpas de la ciudad de México y se turnaba entre las carpas Ofelia, Sotelo de Azcapotzalco y, finalmente, la carpa Valentina, donde conoció a la que sería su esposa, Valentina Ivanova Zuvareff. Al principio intentó imitar a Al Jolson, un cantante y cómico de origen lituano, pintándose la cara de negro, pero después formó su propio personaje inspirándose en los habitantes de los barrios pobres, con pantalones holgados, una soga como cinturón y un bigote muy particular. En las carpas, al principio bailaba, realizaba acrobacias y diversas actividades hasta que un día tuvo que hablar para reemplazar a un personaje.

Mario Moreno, Cantinflas falleció a los 81 años de edad en la madrugada del 20 de abril de 1993 en su domicilio de Ciudad de México, rodeado de sus familiares. Un cáncer de pulmón, detectado solo mes y medio antes, le obligó a pasar sus últimos días en cama. Su muerte fue inesperada a pesar de que se conocía su delicado estado de salud y el país entero salió a la calle para homenajearlo durante tres días. Sus cenizas reposan en la cripta familiar de la familia Moreno Reyes, en el Panteón Español de la Ciudad de México y recibió homenajes de muchos jefes de Estado y hasta del Congreso de los Estados Unidos, que guardó un minuto de silencio en su memoria.

Cantinflas basó su carrera profesiones en el mundo de la comedia en unas reacciones ingenuas, en su asombrosa naturalidad y en sus personales y desvariados monólogos, continuos, embarullados, inagotables y hasta delirantes, que se hacían interminables mientras movía incansablemente su mano izquierda para acompañar la insólita proliferación de sus muecas.

Sus actuaciones eran, ante todo, fruto de la espontaneidad y de la agilidad; las situaciones más disparatadas y extraordinarias brotaban con maravillosa sencillez. Posiblemente de Mario Moreno no hayan pasado a la historia del arte cinematográfico unas películas que no tienen nada de extraordinario; pero en cambio su personaje, su figura, su personalísimo estilo interpretativo y su singular sentido del humor tienen ya, por méritos propios, el reconocimiento mundial y ocupan un lugar relevante en el séptimo arte.

Parece que se ha ido, pero no es cierto” Mario Moreno, Cantinflas sigue entre nosotros.

 

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