Como todos ya conocéis la doctrina espírita es espiritualista, y como apunta Allan Kardec en los primeros párrafos de El Libro de los Espíritus, el espiritualismo es lo opuesto al materialismo, y todo aquel que crea tener en sí algo más que materia es espiritualista. El Espiritismo es por tanto espiritualista, por esta razón se ve en la cabecera de El Libro de los Espíritus la frase filosofía espiritualista. Todo espírita es espiritualista por creer en la inmortalidad como la mayoría de las religiones o filosofías espiritualistas, pero es espírita porque además sigue o adopta todos los principios espíritas, comunicabilidad, pluralidad de las existencias, etc.

Hasta ahí es una cuestión de palabras en las que estamos todos de acuerdo y que ya están perfectamente aclaradas en la Introducción de El Libro de los Espíritus, que precisamente justifica la creación de las palabras Espiritismo y espiritista para distinguirlas de espiritualismo y espiritualista.

Donde viene la confusión no es cuando lo espiritista se considera espiritualista, porque como acabamos de ver siempre es así, todo lo espiritista es espiritualista; el problema viene cuando a ciertas corrientes espiritualistas, y que no abrigan en lo mucho o lo poco los principios espíritas se califican erróneamente de espíritas.

Por ejemplo, el típico médium adivinador que se anuncia como espiritista, cuando ni lo que habla, enseña o hace tiene que ver con el Espiritismo, por no hablar de que hace profesión de la mediumnidad, algo ajeno totalmente a la filosofía espírita.

Antes del Espiritismo había médiums, profetas, curanderos, que necesariamente no eran espíritas porque ni siquiera se había creado el término, ni se habían reunido los principios. Cualquier persona, sea o no médium, que siga los principios espíritas, tal cual los encontramos en la obra de Allan Kardec, es a quien podemos considerar y calificar de espíritas.

Otra confusión bastante frecuente en el movimiento espírita es calificar de espíritas o verdaderos espíritas a las personas con una alta moralidad, tengan o no las creencias espíritas. Esas personas más evolucionadas moralmente, no son espíritas mientras no admitan los principios espíritas y pueden ser sencillamente espíritus más elevados, herederos de un trabajo moral anterior, que en esta encarnación han de desarrollar otras cualidades que nada tengan que ver con la realidad espiritual.

Desde el nacimiento del Espiritismo han surgido muchas personas, médiums, obras y movimientos pseudo espíritas, es decir falsos espíritas. Y el mayor caldo de cultivo de todos ellos ha sido claramente la mediumnidad, aderezado con la ignorancia de la verdadera dimensión del trabajo de Allan Kardec, y sazonado con el orgullo de corregir, mejorar, actualizar o modernizar.

Por un lado, están los interpretadores erróneos de la doctrina, es decir autores encarnados o desencarnados que traen modificaciones, novedades o actualizaciones según las interpretaciones de sus propias luces, lo que directa o indirectamente los lleva a considerarse a sí mismos más sabios y autorizados que el Espíritu de Verdad, que Allan Kardec, y que todos los espíritus elevados que contribuyeron a la revelación espírita.

La doctrina puede progresar, y efectivamente pueden venir informaciones nuevas, o como indicaba Allan Kardec, si la ciencia desmiente claramente alguno de los puntos de la revelación espírita, los espíritas tendríamos que abandonar ese punto e ir del lado de la ciencia. Pero para aceptar un punto nuevo necesitaríamos seguir los principios de la concordancia y universalidad, seguir el método por el que se elaboró la doctrina.

Sin esa concordancia, ¿quién podría estar seguro de estar en posesión de la verdad? La razón, la lógica, el raciocinio son sin duda los primeros medios de control que deben utilizarse; en muchos casos esto bastaría. Pero cuando se trata de un principio importante, del planteamiento de una nueva idea, habría una presunción en creerse infalible en la apreciación de las cosas. Este es además uno de los caracteres distintivos de la Nueva Revelación, el que haya sido recibida en todas partes y al mismo tiempo; así sucedió con las diversas partes de la Doctrina. Ahí está la experiencia para probar que todas las teorías audaces, dadas por Espíritus sistemáticos y pseudo sabios, siempre han estado aisladas y localizadas; ninguna se ha generalizado ni ha superado el control de la concordancia; varios incluso cayeron en el ridículo, prueba evidente de que no estaban en lo cierto. El control universal es una garantía para la unidad futura de la Doctrina.

De la perfección de los seres creados, Revista Espírita, marzo de 1864

 

Ante las nuevas informaciones mediúmnicas dice Allan Kardec

Solo la concordancia puede darles la consagración, porque ahí está el único y verdadero control de la enseñanza de los Espíritus. Por eso estamos lejos de aceptar como verdades irrecusables todo lo que enseñan individualmente; un principio, sea el que sea, para nosotros sólo adquiere autenticidad por la universalidad de la enseñanza, es decir, por instrucciones idénticas, dadas en todos los lugares, por médiums que son extraños entre sí y que no sufren las mismas influencias, notoriamente exentos de obsesiones y asistidos por Espíritus buenos y esclarecidos. Por Espíritus esclarecidos debe entenderse los que prueban su superioridad por la elevación del pensamiento y por el alto alcance de sus enseñanzas, sin entrar nunca en contradicción y sin decir nada que la lógica más estricta no pueda admitir. Así se controlaron las diversas partes de la doctrina formulada en El Libro de los Espíritus y en El Libro de los Médiums. […] Hasta una constatación más seria, no se deben aceptar las teorías que se puedan dar al respecto, si no con mucha reserva, y esperar su confirmación o su negación.

De la perfección de los seres creados, Revista Espírita, marzo de 1864

Dice Herculano Pires

Espiritismo es Kardec, porque él es el estructurador de la Doctrina, permanentemente asistido por el Espíritu de Verdad. Todos los demás libros espíritas, mediúmnicos o no son subsidiarios. Estudiar por ejemplo una obra de Emmanuel o André Luiz sin relacionarla con los libros de Kardec, argumentando que esos autores espirituales superaron al Maestro, cuyas obras aún no conocemos suficientemente, es demostrar falta de comprensión del sentido y de la naturaleza de la Doctrina. […] Es bueno recordar la regla del consenso universal, según la cual ningún Espíritu o criatura humana dispone, por sí solo, de recursos y conocimientos para hacer revelaciones personales. Este tipo de revelaciones individuales pertenece al pasado, a los tiempos anteriores al advenimiento de la Doctrina.

Fuera de la concordancia universal de las manifestaciones, con los principios básicos de la doctrina, con los principios racionales y lógicos, nada puede ser aceptado como válido. Opiniones personales, ya sean de sabios de la Tierra o del Mundo Espiritual, nada valen para la Doctrina. […] Esta es la razón por la que resulta temerario aceptar y propagar concepciones de tal o cual Espíritu u hombre como si fuesen parte integrante del cuerpo de la Doctrina. Quien se arriesga a eso revela falta de sentido y ausencia absoluta de criterio lógico, además de falta de convicción doctrinaria.

El Espíritu y el Tiempo, Herculano Pires, Investigación científica de la Mediumnidad

Es evidente que desde el inicio del Espiritismo ha sido abundante la literatura mediúmnica en la misma medida que la falta de cuidado para seguir los principios anteriores, así como las recomendaciones de los espíritus superiores para llevar a cabo la mediumnidad en las mejores condiciones, como es por ejemplo trabajando en grupo. Resultando que la gran mayoría de los libros mediúmnicos se han llevado a cabo de forma individual por médiums más preocupados en la abundancia que en seguir las recomendaciones de El Libro de los Médiums.

Hay médiums que han escrito y publicado no ya decenas sino cientos de libros, algo que cuando menos ha de hacernos saltar ciertas alarmas.

Los Espíritus en verdad superiores son sobrios en sus palabras, dicen mucho en pocas líneas, de modo que aquella fecundidad prodigiosa siempre debe ser considerada sospechosa.

El Libro de los Médiums, cap. XXIII, ítem 247.

Pero un solo libro, o una sola opinión puede crear un nuevo sistema dentro del movimiento espírita, una nueva corriente.

Por supuesto cualquiera es libre de publicar lo que quiera, es libre de crear nuevas teorías, nuevas corrientes, de decir que tal o cual es una ampliación de El libro de los Espíritus; que esto o lo otro está equivocado, y que lo que él dice o ha recibido del espíritu san o sor no se cuantos es mejor. Pero hay un matiz importante, todo eso no es ni se puede considerar Espiritismo.

Y esto, aunque es bastante evidente, y sencillo de entender, buena parte del movimiento espírita no lo ha aplicado correctamente.

Por eso tenemos por ejemplo a los seguidores de Roustaing, a pesar de que el propio Kardec se expresase al respecto en estos términos en referencia a los cuatro evangelios de ese autor:

Conviene, por tanto, considerar estas explicaciones como opiniones personales de los espíritus que las formularon, opiniones que pueden ser correctas o falsas, y que, en todo caso, necesitan la sanción del dominio universal, y, hasta ulterior confirmación, no podrán ser consideradas como partes integrantes de la doctrina espírita.  

Revista Espírita de junio de 1866

Previo a eso decía Allan Kardec: Dijimos que el Sr. Roustaing no se desvía de los principios de El Libro de los Espíritus y de El Libro de los Médiums.

Lo que es muy ilustrativo para nosotros, pues muchos autores u obras mediúmnicas aunque no se contradigan en lo fundamental con la codificación, como sucedía con Roustaing, no podrán ser consideradas como partes integrantes de la doctrina espírita, hasta la sanción del dominio universal, y ulterior confirmación.

Esas partes diferentes, o interpretaciones diferentes de la doctrina son las que crean los nuevos sistemas o corrientes dentro del movimiento espírita. A veces muy fáciles de detectar y otras no tanto, como sucede con la obsesión por fascinación.

Ni siquiera los hombres talentosos, por más instruidos e inteligentes que sean, están libres de la fascinación, lo que prueba que esta aberración es el efecto de una causa ajena a ellos, cuya influencia padecen.

Cap. XXIII, ítem 238 de El Libro de los Médiums

La mejor forma de enmascarar una mentira es rodearla de muchas verdades y de lo que al oyente le gusta escuchar.

En la fascinación es preciso que el Espíritu sea muy hábil, astuto y profundamente hipócrita, pues sólo puede engañar a su víctima por medio de la máscara que adopta y de una falsa apariencia de virtud, a fin de que ella lo acepte. Las palabras importantes, tales como caridad, humildad y amor a Dios, le sirven de credencial.

Cap. XXIII, ítem 238 de El Libro de los Médiums

Otras veces los desvíos del movimiento espírita y que han creado nuevas corrientes tienen su origen en la mezcla con los cultos o creencias nativas de diferentes latitudes, donde encontramos una parte de Espiritismo mezclada con alguna religión, con curanderismo, y frecuentemente con el uso erróneo de la mediumnidad.

Resumiendo

El pensamiento o ideas de autores encarnados o desencarnados, por sí mismos, no pueden ser considerados como partes integrantes de la doctrina espírita. Y por tanto las vertientes de cuestiones nuevas, reformadoras o contradictorias no son espíritas sino espiritualistas.

La mezcla de Espiritismo con cultos o prácticas populares no puede ser considerada como parte integrante de la doctrina espíritay por tanto… no es espírita sino espiritualista.

¿Debemos estar unidos a pesar de las diferencias?

Estar más unidos dentro del movimiento espírita nunca debe ser a costa del sacrificio de ninguno de los principios del Espiritismo. Mucho menos pretender asimilar dentro del movimiento espírita corrientes claramente espiritualistas.

El Espiritismo pregona como Jesucristo amar incluso a nuestros enemigos, pero de ahí no se sigue que tengamos que formar partidos o asociaciones con ellos. Amar a los que piensan diferente que nosotros, o simplemente amar a aquellos con los que no tenemos la más mínima afinidad no implica en absoluto tener que formar parte del mismo centro, asociación o cualquiera que sea la institución que pretenda reunirnos. Algo especialmente a tener en cuenta cuando detectamos que sus interpretaciones del Espiritismo no son estrictamente las de Allan Kardec. Lo que por supuesto no obsta a que intercambiemos opiniones y hasta nos visitemos. Pero llegada la clara disensión hay que recordar las palabras de Cristo:

Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.

Tanto los centros como cualquier otra forma de asociación espírita local, nacional o internacional debe dar más importancia a la afinidad y la unidad de criterios que a lograr acaparar un mayor número de personas o asociados.

La dificultad, que aún existe, para reunir a numerosos elementos homogéneos desde este punto de vista, nos lleva a decir que, en interés de los estudios y por el bien de la causa misma, las reuniones espíritas deben tender más a la multiplicación de grupos pequeños que a la constitución de grandes aglomeraciones. Esos grupos, que se comunican unos con otros, se visitan e intercambian sus observaciones, pueden desde ya formar el núcleo de la gran familia espírita, que algún día congregará a todas las opiniones y unirá a los hombres en un mismo sentimiento de fraternidad, ratificado por la caridad cristiana.

El Libro de los Médiums, cap. XXIX, ítem 334.

Más vale que seamos pocos y afines, pero siguiendo fielmente los principios de la Doctrina Espírita sin contaminaciones ni edulcorantes, a tal punto que dice Allan Kardec que 20 grupos de 15 a 20 personas conseguirán más, y harán mucho más por la difusión del Espiritismo, que una sociedad de 300 a 400 personas.

La revelación espírita, que es de origen divino, está comandada por los Espíritus Superiores, que cautelosos y pacientes esperan que asimilemos, comprendamos, estudiemos y pongamos en práctica lo que ya se nos reveló hace 165 años.

Hasta que llegue ese momento y mientras los seres humanos y los espíritas hacemos nuestros deberes habrá muchos borrones y tachones hasta que el movimiento espírita escriba con pulso firme. Las corrientes erróneas pasarán, tanto los libros como los médiums mistificados caerán en el olvido, y entonces nos daremos cuenta que solo había una solución posible, un resultado acertado, exactamente el que ya nos dio un profesor, un tal Rivail.

Joaquín Huete

Salvador Martín

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