Texto de Enseñanza Espírita

Dominical y de Lectura para las Escuelas Laicas

Vista del libro Texto de Enseñanza Espírita, dominical y de lectura para las escuelas laicas
Vista del libro Texto de Enseñanza Espírita

Esta gran obra de Felipe Senillosa llena el vacío en la enseñanza espírita de los niños y jóvenes. Aunando laicismo, espiritualidad, espiritismo, ciencia y enseñanzas morales, ofrece inestimables recursos para los padres y las asociaciones o núcleos espíritas que pretendan iniciar la urgente labor de la educación espírita.

Para Amalia Domingo Soler esta obra de Senillosa, debidamente estudiada y comprendida, será un día el libro del hogar a la vez que la lectura predilecta en todas las escuelas donde se enseñe a los niños y a la juventud. La obra contiene en su último capítulo 48 creaciones poéticas de Amalia expresamente realizadas para complementar el estudio.

Senillosa no solo da instrucciones altamente morales; su enseñanza abre nuevos y dilatadísimos horizontes ante la mirada atónita del niño y del adulto, puesto que da cuenta de las sucesivas encarnaciones que tiene el espíritu para irse depurando en ellas de todos sus errores y malas inclinaciones, adquiriendo el valor necesario para resistir los embates de la vida, que a semejanza de un mar alborotado levanta las olas de sus desengaños, de sus pérdidas de intereses y de salud corporal, necesitando el hombre de toda la fuerza de su voluntad y del íntimo conocimiento de que Dios siempre es justo, para no naufragar en el mar de la vida, víctima de sí mismo.

Senillosa, con un sentido práctico admirable, inculca en sus conferencias la certidumbre de la existencia de Dios y de su acción sobre el universo como voluntad suprema, como fuerza primera, fuerza que no se desgasta jamás.

Senillosa cree en Dios, y hace creer en Él porque los argumentos de que se vale para demostrar su existencia son de una sencillez encantadora y de una grandiosidad que no deja lugar a la duda. Senillosa convence, porque siente, porque cree en la verdad; él dice:

No más Dios personal, no más Dios naturaleza; Dios es el espíritu, Dios es el alma universal realizándose en el fluido esencial que, compenetrándolo todo, actúa sobre los fluidos que componen el éter, y los cósmicos, origen de la materia.

Esto, que es tan profundo y tan difícil de explicar y de comprender, él lo pone al alcance de todas las inteligencias, para que la duda no penetre en los que se ocupan en pensar, en analizar, en descubrir lo que está oculto a la simple vista, pero no a la mirada escudriñadora del verdadero pensador, de aquel que no se contenta con hacer lo que hacen los demás, que necesita más espacio, más luz, más vida; Senillosa da el quien vive a los que duermen y a los que velan.

En varias conferencias lleva a la mente la convicción, no solo de la existencia del alma, sino de sus sucesivas existencias, fundándose en hechos irrecusables. El problema del origen del espíritu es dilucidado sirviéndose del transformismo y de los conocimientos ya adquiridos sobre la vitalidad en toda la naturaleza. Con igual criterio demuestra que la felicidad es subjetiva y deduce de ello la necesidad de la perfección espiritual y de la salud que en mucho depende de nuestros actos.

La segunda parte está destinada al Evangelio, explicado de una manera admirable, y que no deja duda en cuanto al alcance de los preceptos de Jesús, al mismo tiempo, apreciando sus méritos, le presenta como el modelo que debemos tratar de seguir para espiritualizarnos.

Termina la obra con un apéndice en que han sido bien elegidos algunos casos de moral práctica.

La enseñanza dominical debiera practicarse en todas las escuelas para que todos los jóvenes entrasen a la vida así preparados, lo que obraría directamente en el mejoramiento moral de las nuevas generaciones. Las familias cuyos hijos no la hayan recibido en la escuela, debieran dar esa enseñanza en sus casas, y a la vez ganarían ellos mismos leyendo tan hermosas páginas, en las cuales no se sabe qué admirar más, si la forma o el fondo. El libro de Senillosa es una obra que mientras más tiempo pase sobre ella, se apreciará mejor su valía, porque sus páginas no son para leerlas de corrido; son para ser estudiadas detenidamente; solo así se podrá apreciar el espíritu que de ellas irradia, espíritu de amor, de justicia y de verdad.

Si la mayoría de los librepensadores emplearan el tiempo como lo emplea Senillosa, algo más adelantada estaría la humanidad, que sería creyente sin fanatismo, sería espiritualista racionalista, porque sin la clarividencia de la razón, la creencia en algo superior a nuestra naturaleza física adquiere un tinte religioso impropio de nuestros días, que los misterios, los arcanos y el sobrenaturalismo no tienen ya razón de ser.

No titubeamos en asegurar que el siglo XX tiene muy buen comienzo con la obra de Senillosa, la cual, debidamente estudiada y comprendida, será un día el libro del hogar a la vez que la lectura predilecta en todas las escuelas donde se enseñe a los niños y a la juventud los principios fundamentales de la verdadera religión, de esa religión sin Pagodas, sin Catedrales, sin Mezquitas, sin Sinagogas, sin capillas, sin ermitas, sin templo alguno, porque todo el Universo es el gran templo de Dios, sin más clero que los hombres honrados, sin más plegarias que las buenas obras de los que aman a sus semejantes, sin más santos que los grandes sabios y los que se convierten en abnegados enfermeros que velan a los enfermos y les atienden amorosamente en todas sus cuitas.

Esa religión única es la que enseña el libro de Senillosa, escritor que camina con su tiempo, que ha roto el negro velo de las supersticiones del pasado, que sonríe satisfecho ante la luz del presente y adivina con la doble vista de su sabiduría lo que será el porvenir de la humanidad sin cuentos, sin tradiciones, sin leyendas, sin fábulas inadmisibles, porque la vulgarización de todas las ciencias le demostrará al hombre la verdadera grandeza de Dios, lo maravilloso de cuánto existe en la Tierra, en los mares, en la atmósfera, en el espacio y en los innumerables mundos que a simple vista se contemplan y que para iluminar las noches de la Tierra indudablemente no han sido creados, sino para que en ellos irradie la vida en sus múltiples manifestaciones.

Todo esto y mucho más se adivina en el libro de Senillosa; por eso recomendamos tanto y tanto su lectura, porque está escrito al alcance de todas las inteligencias, que es indudablemente su mayor mérito; escribir para todos es la gran ciencia de los sabios, porque es lo más difícil descender de las científicas alturas y ponerse al nivel de las inteligencias más vulgares; de la sombra a la luz se va muy fácilmente, pero de la luz a la sombra, cuesta mucho trabajo detener el vuelo del pensamiento.

Nosotros felicitamos sinceramente a Senillosa, y le aconsejamos que mientras humanamente pueda, se consagre como hasta ahora a ser una lumbrera de la humanidad. ¡Dichosos los que prodigan la luz! porque prodigándola en la luz viven.

AMALIA DOMINGO Y SOLER

Barcelona-Gracia, julio de 1905

Texto de Escuela Dominical, del señor Felipe Senillosa, es un libro temible para el fanatismo dogmático, y un libro precioso para el evolucionismo creyente. En él, la psicología tiene espacio para investigar problemas de trascendencia profunda y de actualidad. Si Bossuet, Pascal, o Coloma, lo tuvieran por delante, tal vez su ascética fe y su catolicismo intransigente, vacilarían para negar muchas verdades que no entraban dentro de su doctrina de deificaciones y símbolos, y que, sin embargo, eran verdades incontestables, humanas y moralísimas. El señor Senillosa, nos presenta en su libro, un espiritualismo amplio y convincente, de una filosofía muy moral y de una doctrina elevadísima. (…)

Texto de Escuela Dominical, combate todo lo retrógrado en el culto, y prestigia todo lo sano en los dominios de las creencias laicas y librepensadoras. Habla de la niñez con acierto y amor sorprendentes, y propone que se la eduque no en estrechos sistemas de egoísta imitación, sino en amplias esferas de moral y librepensamiento iniciándola así en la gran religión del futuro, en la religión de las ideas evolutivas, en la escuela grandiosa del sentimiento, de la equidad y del amor colectivo.(…)

Propone que se eduque su sensibilidad por la belleza, para dulcificar su carácter y hacerla accesible a la vibración sentimental (…)

LA REDACCIÓN

De la Revista de la Sociedad Protectora de niños desvalidos

Buenos Aires

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