El Buen Sentido

El Buen Sentido fue una revista espiritista fundada en Lérida en 1875 por José Amigó y Pellicer.

Antes de la aparición de El Buen Sentido, también en Lérida y en el mismo año, en 1875, el sacerdote Niceto Alonso Perujo, publica una revista ultra-católica denominada El Sentido Común, cuyo subtítulo no dejaba lugar a dudas acerca de su finalidad: Revista mensual dedicada a combatir el espiritismo. El Buen Sentido dedicaría algunas líneas a aclarar los erróneos conceptos de la publicación católica, que finalmente se suspendió, tras unos pocos números, por la baja cantidad de suscriptores. Mientras que El Buen Sentido perduraría alrededor de 15 años. Aunque no sin contratiempos, el mismo año de su aparición (1875), fue suspendida durante dos meses por orden del Gobernador Civil de aquella provincia, ante las quejas clericales. Y posteriormente sufriría otras eventuales suspensiones, siempre por la presión de la iglesia católica, de una forma más o menos manifiesta.

Al final del artículo dejamos para descarga en pdf revistas de 7 años entre 1875 y 1890.

Vista El Buen Sentido de Mayo de 1875
Vista del título de El Buen Sentido de Mayo de 1875

Desde el primer número, del 15 de mayo de 1875, hasta el número de diciembre de 1880, aparece subtitulada como Ciencias, Religión, Moral Cristiana. El último que hemos podido encontrar, de junio de 1890, esos términos aparecen sustituidos por estos: Órgano del libre-pensamiento cristiano. Ciencias, Cristianismo, Democracia, denominación que venían utilizando desde el año 1888.

Contaba entre sus colaboradores habituales con Amalia Domingo Soler, J. Vernet, Fernando Martínez Pedrosa, el Vizconde Torres Solanot, Julio Morales, Isidoro Pellicer, Manuel Sanz Benito, José Arrufat Herrero, Bernardino F. Izcoiquiz, M. de la Revilla, y otros menos conocidos.

Hasta el año 1886 tuvo una periodicidad mensual, después sería quincenal hasta el 1889. Con un tamaño: 23 x 15 cm. Número de páginas: 16, a dos columnas, si bien hubo diversas variaciones en su formato a lo largo de su existencia.

La dirección y administración estuvieron situadas en C/ Mayor, nº 81, 2º, y también en C/ Carmen, nº 29. En 1877 se imprimía en la Imprenta de José Sol Torrens. Tamaño: 15,5 x 24 cm. Número de páginas: 40.

En enero de 1881 El Buen Sentido reaparece tras otra suspensión de seis meses. A este respecto, la Revista de Estudios Psicológicos de Barcelona (febrero de 1881), decía:

Ha vuelto nuestro inapreciable colega El Buen Sentido a reanudar sus interrumpidos trabajos. Le saludamos de nuevo muy afectuosamente y le deseamos larga y tranquila vida para que pueda trabajar en beneficio de la buena causa que defiende.

No obstante, mientras se mantuvo esta suspensión, en su sustitución y mediante un “truco legal”, salió a la luz una nueva revista denominada La Voz del Buen Sentido, que mantenía la misma cabecera, tamaño y periodicidad que su colega suspendida, variando únicamente la numeración.

Así, pues, el número 1 (año I) de La Voz del Buen Sentido ve la luz en junio de 1880. En el primer artículo la publicación se presenta, saluda al público y a la prensa en general, aludiéndose después a la sentencia de suspensión por seis meses de El Buen Sentido, la cual se copia a continuación.

Esta publicación de “emergencia” durará hasta el nº 7 (año I), correspondiente a diciembre de 1880. Por tal razón, de ahí en adelante “El Buen Sentido” tendrá siempre un desfase entre el número del año y el número de volumen: desde entonces siempre figurará consignado un volumen menos que los años que realmente tenía de fundada la publicación.

En 1886 (Año XII, Tomo XI) la revista cambia el número de páginas, el tamaño y la periodicidad, pues pasa a tener 8 páginas de 38,5 x 27,3 cm, con texto a tres columnas, y sale quincenalmente los días 10 y 25 de cada mes. En su cabecera dice: El Buen Sentido, Órgano del Librepensamiento cristiano, estando dedicada a Ciencias, Cristianismo, Democracia. Este tamaño y la periodicidad quincenal se mantendrán durante 1887 y 1888.

Durante 1888 El Buen Sentido se subtitula: Periódico de Ciencias, Cristianismo y Democracia. Este año estallaría un asunto que venía gestándose desde tiempo atrás. Todo comenzó el 8 de mayo de 1882, con el fallecimiento de la esposa de José Amigó y Pellicer, María Teresa Folch. Después de celebrado el sepelio, el obispo de aquella Diócesis ordenó la exhumación del cadáver ya que, según las autoridades eclesiásticas los restos de quien había sido esposa de un “librepensador espiritista” no podían permanecer en un cementerio católico. Esto provocó un enorme escándalo. A partir de entonces cada año y durante seis consecutivos,  alrededor de las fechas del aniversario de la muerte de la citada, su viudo, José Amigó y Pellicer, publicaría en las páginas de El Buen Sentido un artículo anual, invariablemente titulado A Tomás, Obispo de Lérida aunque diferente en cuanto a su contenido en cada ocasión, donde con lenguaje pulcro pero tremendamente duro, hacía una crítica agudísima tanto de las actuaciones protagonizadas por el referido obispo como de la Iglesia Católica en general.

El Obispo aguantó, aparentemente impertérrito, aquel anual chaparrón de críticas, hasta que el 28 de mayo 1888 varios alguaciles visitan la redacción de El Buen Sentido, siendo secuestrados, por orden del juez, todos los ejemplares editados del número correspondiente a la primera quincena de aquel mes, presentes en la administración. Esto sucedía sólo tres días después de que la revista hubiera sido denunciada por el habitual artículo de cada año dirigido A Tomás, Obispo de Lérida, publicado en el referido número. El 4 de junio el tribunal dispuso que su director, José Amigó y Pellicer, ingresara en la cárcel o que, para lograr la libertad provisional, pagara una fianza, verificándose esto último.

Todos estos acontecimientos provocaron que el número de la revista que tendría que haber salido el 25 de mayo de ese año, no pudiera imprimirse, lo que obligó a su director a anunciar posteriormente, en el ejemplar correspondiente al 10 de junio, que el número atrasado se publicaría en uno de los meses siguientes.

En la revista del 10 de septiembre de 1888 (nº XVI), se da cuenta de la sentencia del caso que, al contrario de lo que la mayoría esperaba, fue inculpatoria, siendo condenado José Amigó y Pellicer a la pena de dos meses y un día de arresto mayor acusado de injurias al Obispo.

El número de El Buen Sentido del 25 de septiembre de 1888, está en su totalidad dedicado al juicio. En él se publica un relato con su desarrollo; el interrogatorio, la defensa, la sentencia y un comentario final. Con este número termina el tomo correspondiente a ese año.

En 1889 la revista recupera su viejo tamaño, manteniendo no obstante la periodicidad quincenal. En el primer número su director explica a los lectores y suscriptores, las dificultades que la revista tenía desde hacía tiempo para aparecer con puntualidad, debido a retrasos de imprenta. Esto determinó, finalmente, dejar el taller en el que, hasta entonces, se hacía la impresión, trabajo que en adelante pasó a realizarse en la Imprenta de Baseda (C/ Villarroel, 17, Barcelona). Se anuncia también que en los meses siguientes se publicarían, en forma de números extraordinarios, aquellos ejemplares que faltaban para completar el año 1888.

En el número 3 de 1889 (publicado el 10 de febrero) se comunica que por decreto de la Reina Regente, fechado el 22 de enero anterior, se concedía un amplio indulto por delitos cometidos por medio de la imprenta y otros de carácter político, mandando al ministerio fiscal desistir inmediatamente de las acciones penales en los procesos incoados por los expresados delitos. José Amigó y Pellicer, que no obstante ya había interpuesto recurso de casación ante el Tribunal Supremo contra el fallo de la Audiencia criminal de Lérida, entró en la lista de favorecidos por el indulto, aunque aún tardaría un tiempo en serle aplicado este decreto.

En 1889 vuelve a aparecer con este otro subtítulo: Órgano del Libre-pensamiento Cristiano. Dispone en ambos años de 16 páginas, con el texto a dos columnas. Los cuatro últimos números del año 1889 no pudieron editarse debido a una enfermedad de su director, José Amigó y Pellicer.

Portada El Buen Sentido de 1890
Portada El Buen Sentido de 1890

En 1890 El Buen Sentido recupera la periodicidad mensual. En la cabecera se señala que la revista está dedicada a Ciencias, Cristianismo, Democracia. En el primer número del año se publica un anuncio donde se informaba que los números que faltaban de la anterior anualidad, los recibirían los suscriptores alternados con los del año que se iniciaba, después del mes de febrero. No obstante este objetivo sólo pudo cumplirse en parte y en el número de diciembre de ese año se incluye otra nota anunciando que los ejemplares que faltaban se recibirían en 1891. Y así fue: con el ejemplar de la revista de junio de ese año, se distribuyeron los números 20 y 21, editados juntos, y posteriormente los números 23 y 24, editados también juntos, incluido el índice del tomo, con lo que quedaba completado el volumen del año 1889.

El nombre de El Buen Sentido aparece en la lista de las revistas adheridas al Congreso Espiritista Iberoamericano e Internacional, celebrado en Madrid entre el 20 y el 24 de octubre de 1892.

Durante todo este último año, a raíz de comenzar a publicarse la segunda edición de Roma y el Evangelio en forma de cuadernillos de 16 páginas adjuntos a la revista, ésta reduce sus páginas a sólo 8, las que mantendrá hasta dar por finalizada la edición de dicha obra. Así, con el número de octubre de 1893, recupera las 16 páginas anteriores.

A causa de los numerosos impagos de suscriptores, de los gastos ocasionados por su mal estado de salud y otros inconvenientes familiares que afectaron a su fortuna, José Amigó y Pellicer tiene que suspender la publicación de la revista terminado el año 1893, después de 19 años de intensa y fructífera labor dedicada a la difusión de los principios y enseñanzas del Espiritismo. Estas dificultades económicas, no obstante, no terminaron ahí para el que había sido fundador y director de El Buen Sentido, ya que al cese la publicación mantenía una deuda con el impresor que no pudo afrontar.

A la vista de estas circunstancias acuden en su ayuda el Vizconde de Torres Solanot, Miguel Vives y Amalia Domingo Soler, solidarizándose todos ellos con su viejo amigo y compañero en ideal, publicando, firmada por los tres, una circular en La Luz del Porvenir del 4 de Julio de 1895, en la que recababan a los antiguos suscriptores que mantenían deudas con la revista, el abono de las cantidades adeudadas, y a los espiritistas españoles en general su colaboración, tanto comprando volúmenes de la obra Roma y el Evangelio, como mediante la donación de cantidades voluntarias. No resultó fácil recaudar las 2.000 pesetas de entonces, que era la cuantía a que ascendía la deuda de José Amigó con el impresor Baseda, cuyo pago tenía que efectuarse como fecha límite el 1º de diciembre de 1895, so pena de procederse a un embargo. Llegada esa fecha la deuda no pudo abonarse en su totalidad, pero viendo el impresor la buena voluntad y disposición de los espiritistas, concedió una prórroga de tres meses, hasta febrero de 1896.

Finalmente, en una nota titulada A los Espiritistas, inserta en la portada del número 46 de La Luz del Porvenir (Año XVII, de 19 de marzo de 1896), Amalia anuncia que la deuda había sido abonada, comentando a continuación:

En nombre de nuestro hermano en creencias José Amigó y Pellicer, damos un voto de gracias a los espiritistas que han respondido a la circular que publicamos en La Luz del Porvenir el 4 de julio pasado… Nuestro hermano se encuentra tranquilo, sin temor alguno, agradecidísimo de todos los espiritistas que le han demostrado su afecto.

Espiritistas, hermanos míos; si queda muy agradecido de vosotros José Amigó y Pellicer, creed que mi gratitud es inmensa al ver que mi voz encuentra eco entre mis hermanos, y desde las columnas de La Luz os envío la expresión de mi eterno agradecimiento.

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Bibliografía:

La Luz del Porvenir, Amalia Domingo Soler

Grupo Espírita de la Palma, Oscar García

El Buen Sentido, José Amigó y Pellicer

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