Revista Espiritista La Revelación
Fundación
Fundada por el Dr. Manuel Ausó y Monzó, el primer número de esta revista apareció el 5 de enero de 1872 en Alicante y pronto se convirtió en una revista espiritista de referencia a nivel nacional junto a la Revista de Estudios Psicológicos.
Tras la fusión de la Sociedad Alicantina de Estudios Psicológicos en abril de 1872 La Revelación será el órgano oficial de esta Sociedad y su redacción pasa al mismo local que ésta ocupaba en la calle Castaños, num. 35, 2º, estando también bajo la dirección de Manuel Ausó y Monzó. A partir de mayo se subtitula Revista Espiritista, órgano oficial de la Sociedad Alicantina de Estudios Psicológicos.
La fusión recibió elogios de Fernández Colavida, desde Barcelona, que destaca el gran avance que supone reunir «todos los elementos dispersos que vegetaban sin desarrollo en los diferentes círculos de esa localidad», considerándolo como «un gran paso hacia el progreso del Espiritismo, no debiéndonos extrañar la rapidez con que éste se ha dado después de un cortísimo período de constante propaganda». Esa unidad presentaba un panorama optimista en aras de la divulgación del Espiritismo en todo el país, siempre que cada localidad contara con un «centro directivo compuesto si se quiere de los presidentes y directores de los grupos particulares, para metodizar el estudio de las obras fundamentales del espiritismo», particularmente “las que tienen relación con la parte práctica o desarrollo de los médiums, muy interesante por cierto para establecer y conservar la unidad de principios de tanta trascendencia”.
Igualmente el vizconde Torres Solanot, desde Madrid, suscribía la necesidad de unidad en otras localidades, secundando así el ejemplo de Alicante. La instrucción y la moralización de la sociedad serían los resultados derivados de los progresos espiritistas en toda España.
Llamamiento a la unidad
Aunque la Sociedad Alicantina de Estudios Psicológicos «aprecia en lo que vale» la multiplicación de centros espiritistas en la provincia y del nuevo impulso que se esta dando a «la idea con la reunión de los adeptos en cada localidad», espera mitigar «el silencio que guardan dichas sociedades» con respecto al centro alicantino. «Para el mejor desarrollo de la escuela y para mayor unión entre los afiliados a la filosofía espiritista», «debieran ponerse en relación».
Intenta tranquilizar a estos círculos o grupos asegurándoles que esta sociedad no pretende centralizar sino coordinar: «nosotros queremos la completa autonomía de estos, pero aconsejándoles la organización franca y decidida». Y les advierte que «sin organización no hay cuerpos», de forma que todos los elementos con que cuenta el Espiritismo en la provincia de Alicante, deben ponerse en relación constante y aceptar un centro a donde afluyan todos los trabajos de la región y que éste a su vez se entienda con el Centro Español, como lo hace desde algún tiempo la Sociedad Alicantina. Así pues, invita «al contacto fluido entre el centro de la capital y los círculos privados y Sociedades, para conocer perfectamente el adelanto de nuestra idea, los adeptos con los que cuentan y el trabajo que producen», con objeto de «formar una estadística que acuse a primera vista nuestro progreso”. Este llamamiento a la unidad implicaba, para quienes abogaban por un Espiritismo serio y respetable, filtrar gran cantidad de “estupideces” y bromas supuestamente obtenidas en sesiones mediúmnicas.
Ideario
En sus páginas encontramos artículos de referencia del Espiritismo español e internacional, destacándose las novedades de algunas publicaciones internacionales como el semanal de Boston, The Banner of Light, con tres millones de suscriptores, y que había comenzado a publicarse 15 años antes que La Revelación.
El ideal que perseguía tanto La Revelación como la Sociedad Alicantina consistía en la unión de esfuerzos y coordinación a nivel local primeramente, provincial después, posteriormente regional con la creación de la Federación Espiritista Valenciana, entendiendo siempre como necesaria y provechosa la coordinación de un centro de coordinación nacional. La divulgación del conocimiento espírita especialmente a través del estudio, y la defensa del librepensamiento y de los principios lógicos del Espiritismo frente al dogmatismo y los ataques del clero. La continua investigación y experimentación de la mediumnidad aprovechándose de los últimos avances y descubrimientos que al respecto se llevaban a cabo en otros países. A este respecto es de destacar como la Sociedad Alicantina de Estudios Psicológicos fue pionera de algunas investigaciones en España, emulando experimentaciones que ya se realizaban en otras latitudes, como describen por ejemplo al respecto de la fotografía espiritista, de la que obtuvieron buenos resultados siguiendo las pautas de los compañeros americanos.
Se fundaron muchos centros en la provincia siguiendo el ejemplo de la Sociedad Alicantina, y los consejos de La Revelación. Entretanto había otros muchos en la provincia surgidos de forma aislada fruto de la profusión de la mediumnidad entre el 1850-60, un fenómeno mundial, pero que en su mayor parte desconocían la obra de Allan Kardec, y se limitaban a llevar a cabo sesiones prácticas, es especialmente a éstos que La Revelación les recomendaba, a través de Jerónimo Melero, lo siguiente:
Estudiar detenidamente las obras de Allan Kardec, siendo El Libro de los Espíritus la obra fundamental, el punto de partida sobre el que se basan los demás. Este libro permite no sólo conocer la doctrina sino acercarse a la vertiente filosófica del espiritismo. A la citada obra debe seguir El Libro de los Mediums, el cual ya trata el Espiritismo desde el punto de vista experimental y El Evangelio según el Espiritismo, que trata la cuestión moral del espiritismo.
Los médiums eran en aquel momento los elementos más importantes en este aprendizaje por su condición de instrumento de los espíritus y su vulnerabilidad a la burla. Su instrucción tenía que ser por tanto esmerada y su moral intachable.
Aquellos médiums, que interesándose sólo en la comunicación, no se acercan a la filosofía estarán siempre rodeados de espíritus inferiores. A diferencia de las religiones positivas, nunca se debe creer con “fe ciega”, el contenido de las comunicaciones obtenidas. Es necesario juzgarlas y ver si están conformes con lo que la razón y la lógica aconsejan.
Desde La Revelación, en un comunicado, informan que los espiritistas alicantinos, «comprendiendo su misión regeneradora» y en un afán de mejora y autocrítica constante presentan su calendario semanal de actividades, que incluye la instrucción primaria, todos los días de siete a ocho. Se trataba de intercalar entre las actividades espíritas el conocimiento de las diversas ciencias, aumentando así la instrucción primaria entre las clases populares.
De lunes a domingo se llevaban a cabo las siguientes actividades: Lectura y explicación de la filosofía espiritista, discusión de las comunicaciones y desarrollo de médiums, lecciones generales de antropología, nuevamente lectura y explicación de la filosofía espiritista, lecciones generales de las ciencias naturales, sesión práctica y comunicación con el mundo invisible los sábados y lectura general los domingos.
David contra Goliat
Quizá una de las razones por las cuales el Espiritismo alicantino creció tanto fue por el continuo ataque que recibió de la Iglesia, que se hizo comidilla en la sociedad de la época, en un primer momento a través del sacerdote Zarandona, que bajo un actitud descalificadora y un lenguaje acre, dio más que pie a La Revelación a mostrar los argumentos espiritistas sin que entrase nunca en el terreno de la descalificación y la falsedad mostrando la superioridad moral y racional del Espiritismo.
El Semanario Católico y el Constitucional se hicieron eco de la controversia entre los espiritistas y el clero. El periódico alicantino La Tertulia, hace hincapié «en las polémicas de los espiritistas” como un elemento característico de la época.
La Revelación criticaba la falta de honestidad de la Iglesia en estos debates ya que la revista espiritista incluía en sus respuestas las cartas y las respuestas católicas, mientras que el Semanario Católico se limitaba a descalificar sistemáticamente a las ideas y a las personas, sin presentar los argumentos «del contrario».
El sacerdote Florentino Zarandona llegaría a escribir cinco cartas, siendo que en la última se desbarró en grado sumo calificando a los espiritistas de vampiros, de fétido aliento, de robar cadáveres, meterse en ellos, y simplezas del estilo. Si estos debates duraron seis meses, a la lucha de la Iglesia alicantina contra los espiritistas no se le conoce término hasta bien entrada la dictadura que ya quedaban pocos vivos a quien perseguir. Los ataques fueron muy tenaces en la época tanto desde el púlpito como desde el confesionario, valiente herramienta (calificaban los espiritistas de la época), e irían llegando posteriormente numerosos tomos y extensas publicaciones católicas con el único fin de descalificar al Espiritismo desde diversas diócesis. Comenzaron quemando los libros, después prohibieron las revistas, excomulgados, acusados de herejía no hicieron como otrora con otros mártires sacrificados en el cadalso, al menos durante más de medio siglo, porque después hubo cierto ajuste de cuentas en el holocausto de los espíritas.
La elevación de Victoriano Guisasola Rodríguez, a la silla episcopal de Orihuela, en junio de 1882, marcaría un cambio de rumbo en la actitud de la Iglesia hacia los espiritistas. Seis meses después de tomar posesión del obispado prohibe la revista La Revelación, mostrando la intransigencia de la Iglesia. El de Orihuela era uno de los obispados más importantes de España en la época. Ramón Lagier y Pomares, cuando fue propuesto diputado por el comité democrático de Orihuela, decía de Orihuela que era «el pueblo más levítico de España, el más carlista, guarida de jesuitas».
La propia Revelación, hacía hincapié en el inesperado giro, marcado por la condena y prohibición de la revista, al señalar que:
Hace más de once años que ve la luz pública sin que la haya molestado hasta hoy poder alguno, no obstante de haber sostenido con el Semanario Católico, defendido por individuos del clero, grandes y trascendentales polémicas.
Merece la pena transcribir algunos de los argumentos que integran parte del edicto episcopal, «hecho leer en el púlpito y fijar en las Iglesias, exhortando a sus diocesanos a que no lean, propaguen ni retengan la revista espiritista La Revelación«, para entender dicha involución, publicado en el Boletín Oficial del Obispado de Orihuela, boletín creado por Guisasola en 1882 y que continúa hasta la fecha, he aquí la transcripción:
Habíasenos dicho que en la ilustre capital de nuestra provincia, no obstante su religiosidad, veía la luz alguna publicación desafecta al catolicismo; más como nada sabíamos concreto y detallado, y estábamos lejos de figurarnos que el mal fuese tan grave, aguardábamos ocasión oportuna de poder atajarlo sin apelar a medidas extremas. (Tras haber leído algunos números), condenamos y reprobamos todas y cada una de la innumerables proposiciones y aserciones contenidas en los referidos cuadernos notoriamente opuestos a la doctrina católica (…). Prohibimos severísimamente la lectura, difusión y retención de dichos impresos, intimando a los fieles que los tengan, la obligación de entregarlos a los párrocos o confesores para que los inutilicen, o de hacerlo sin dilación por sí mismos, si lo primero les fuese embarazoso (…). Intimamos a quien corresponda que no puede imprimirla, ni cooperar en su trabajo o dinero a la impresión o propagación sin incurrir en gravísimo pecado, en la responsabilidad tremenda de los daños espirituales que de tal lectura pudieran reportar las almas, y muy probablemente en la segunda de las excomuniones latas sententiae reservadas de un modo especial al Papa en la reciente Bula Apostolicae Sedis; pues que, aún interpretada ésta benignamente, ni sería cosa fácil eximir a los redactores de tal publicación de la nota de apóstatas y herejes (…). Y mandamos que nuestro edicto se fije desde luego en las puertas de nuestra colegial y de todas las parroquiales y auxiliares de Alicante, así como en las demás a donde fuera remitido.
Aquella excomunión a estos nuevos «apóstatas y herejes» logró más publicidad que otra cosa para los espiritistas alicantinos, como sucediese con el Auto de Fe de Barcelona, motivo por el que otras publicaciones espiritistas dieron la enhorabuena a La Revelación.
Directores
Además de Manuel Ausó y Monzó, fueron directores de La Revelación Antonio del Espino y Vera, y Francisco Arqués Guerri.
Subtítulos
En 1891 se subtitula: Órgano oficial de la Federación Espiritista Valenciana. Y a partir de julio de 1900 aparece además del subtítulo acostumbrado de Órgano oficial de la Sociedad de Estudios Psicológicos el epígrafe de: Afiliada a la Unión espiritista Kardeciana de Cataluña.
Administraciones y ubicación
La administración de La Revelación, a cuyo frente estaba el Sr. Juan Fernández, se ubicaba en Paseo de Méndez Núñez, nº 15. Inicialmente la Redacción estuvo establecida en la C/ Castaños, 35, 2º; desde 1884, en la C/ Colón; en 1896, en la C/ Bazán, 32, principal; en 1897, en la C/ Alfonso el Sabio, 24, entlo., en 1898, en la C/ Torrijos, 82, 1º, 2ª, y a partir de finales de 1900, en C/ Sagasta (antes S. Francisco), nº 62.
Periodicidad y formato
Tenía periodicidad quincenal, publicándose los días 5 y 20 de cada mes en cuadernos de 12 páginas con su cubierta; pasó luego a tener 24 páginas, menos en 1896, que tenía 16. Tamaño: 24 x 16 cm. Se imprimió en el Establecimiento Tipográfico de Vicente Costa y Cía. (C/ San Francisco, 21); en el Establecimiento Tipográfico de Costa y Mira, (C/ San Francisco, nº 28), y desde 1896 en la Imprenta de Moscat y Oñate (C/ San Francisco, 44).
A partir de 1873 la revista cambia de tamaño y pasa a tener un 28 x 19 cm. Desde 1874 la numeración comienza cada año y su periodicidad es mensual. En 1878 tiene un tamaño de 28,2 x 20,5 cm., con 24 páginas.
Biblioteca Selecta de La Revelación
Con su auspicio se publicó durante años una magnífica colección de títulos espiritistas bajo el nombre de Biblioteca Selecta de La Revelación.
Traslado a Barcelona
Cesó de publicarse en Alicante el año 33 de su fundación, con el número correspondiente al 25 de diciembre de 1904. En este número se anuncia que la publicación se traslada a Barcelona bajo la dirección de Ángel Aguarod «a fin de dar mayor impulso a la propaganda de nuestros sagrados ideales». «La redacción y administración – añade- quedará instalada en el domicilio del Sr. Aguarod, que lo es al mismo tiempo del Centro Espiritista Amor y Ciencia, calle Sadurní, 1, 3º-2ª, Barcelona».
Salvador Martín
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