Simplemente Alipio

Ha desencarnado Alipio González

El pasado 23 de noviembre desencarnó Alipio González Hernández a los 76 años (15 de agosto de 1942 – 23 de noviembre de 2018). Aunque vivía en Venezuela nació en España, en Fuencaliente, Santa Cruz de Tenerife.

A lo largo de 40 años dedicados a la divulgación de la doctrina espírita, sobre todo a la difusión de obras literarias espíritas, fue director del Anuario Espírita en español, traductor para el castellano de 26 obras psicografiadas por Chico Xavier, con más de 2.500.000 de ejemplares gratuitamente distribuidos en diversos países.

Simplemente Alipio

Hemos querido titular esta nota homenaje a Alipio González como Simplemente Alipio, porque es así como él mismo se presentaba, y es fiel reflejo de su sencillez y humildad:

Durante recientes giras por Centroamérica y México a veces me confunden al punto de llamarme Doctor, Psicólogo o Licenciado en Periodismo. Nutro por estas carreras académicas profundo respeto y admiración, pero con la honestidad que debe caracterizarme declaro que no poseo ninguno de esos títulos académicos que mucho me honrarían. Simplemente soy Alipio González Hernández. Dirijo desde hace 28 años el «Anuario Espírita» en Español, he traducido algunas obras del Portugués al Castellano y soy Presidente de la Editora Espirita «Mensaje Fraternal».

Como cristiano espírita ejerzo, a veces, como médium y orador incipiente, hago con gusto estos trabajos de manera voluntaria y gratuita a favor de los necesitados a quienes nos debemos siempre bajo el amparo de Jesús y de Kardec.

Hago esta aclaratoria con profundo respeto por la verdad pidiendo disculpas a cualquier persona o institución que se haya confundido conmigo pues como dije simplemente soy para todos el hermano Alipio.

Reproducimos también este homenaje de Alipio a Chico Xavier, por ser es uno de los excepcionales documentos que escribió en primera persona.

Sencillo homenaje a Chico Xavier por Alipio González

Las tribulaciones que causaba la tarea de divulgación del Libro Espírita en países de habla hispana, infundían confusión y desaliento…

Devaluaciones, trabas burocráticas, corrupción, huelgas, aumentos desproporcionados de los fletes, indiferencia y más que nada el desinterés y abandono de muchos dirigentes espíritas que antes de reencarnarse se responsabilizaron en apoyar tal tarea y que ahora se olvidaron de honrar su palabra, imponiendo — en algunos casos — obstáculos insalvables a su óptima realización…

Esas eran algunas de las más suaves ideas que pasaban por mi mente, mientras el plácido vuelo de Varig surcaba el espacio, a unos once mil metros de altitud. El lugar era propicio para hacer un examen, una evaluación constructiva pero realista de la situación. Agobiado por los hechos, las lágrimas nublaban la visión ya de por sí obscura y realista, cuando la Misericordia Divina acudió en mi auxilio y al instante sentí la presencia amiga de aquel Espíritu sabio, de aquel Anciano, que siempre amó a los libros espíritas, dando lo mejor de su vida por ellos, el cual me transmitió algunas ideas y sentimientos de aliento que me reconfortaron.

Entre otras muchas cosas decía: “El ciclo del hombre es extenso y complicado. Recuerda que en la ‘Parábola del Sembrador’ muchas semillas se pierden, mientras otras fructifican. La tarea del Libro Espírita requiere de mucha abnegación y sacrificio. Acción silenciosa para alcanzar el corazón del hombre, nuestro hermano”. Estaba emocionado, y seguía llorando como un niño.

Llegamos a Brasil donde fuimos recibidos en el aeropuerto, con muestras de intenso cariño y amistad por un valioso grupo de correligionarios de Campinas…

Como siempre, en Araras recibimos las mejores atenciones, pero aquellas ideas no se me iban de la cabeza y me decía: ¿Por qué tanto desinterés hacia la práctica de la verdadera caridad? ¿Por qué tantas dificultades en acatar la moral del Evangelio de Jesús? ¿Dónde están los que deberían ayudarnos? ¿Cuándo comenzaremos a vivir los valores de la Doctrina Espírita? ¿Por qué tantas palabras y tan pocos gestos de Amor?

Quizá adivinando la tormenta que nos hería el alma, Edmundo Eugenio Archelos Blasco, Vicepresidente del Instituto de Difusão Espírita, gran hermano y amigo, nos invitó para visitar una de las haciendas donde es socio. Y fuimos a Vista Verde, una hermosa extensión de tierra sembrada de matas de naranjas. Allí comenzó mi aprendizaje sobre lo que sería…

El Ciclo de las Naranjas:

— De cada 250 semillas que sembramos — decía Edmundo — sólo unas veintiocho llegan a convertirse en plantas productivas…

— ¿Qué pasa con las otras?

— Se pierden por el camino. Los insectos, hongos y las diversas enfermedades las diezman. De las que permanecen vivas, unas comienzan a dar frutos tempraneros otras son más tardías. Unas son productivas hasta los 25 años, las tempraneras se acaban antes…

Aquel día aprendí muchas cosas sobre el ciclo de las naranjas. Por la tarde se acercó de nuevo el Espíritu del Anciano para elucidarme: “Ahora tienes algunas ideas sobre el ciclo de las naranjas. Recuerda que el hombre posee su propio ciclo, sólo que es más extenso. Una gran mayoría de personas no se encuentra todavía en condiciones de entender y practicar la caridad. La Misericordia Divina envía los mensajes de amor dirigidos al corazón del ser humano, pero muchas de estas semillas se pierden en la propia germinación, pues, nuestro hermano, el hombre, no está preparado aún para dar tan bellos frutos. El ciclo del hombre es muy largo y complejo”…

Conversación con Chico Xavier

Ahora nos encontrábamos en Uberaba, en aquella mesa sagrada, hablando con Chico. La conversación fluía franca y animada sobre la influencia que ejercían unas personas sobre otras. En dado momento le digo:

— Chico, quiero que sepa que usted ha sido la persona encarnada que más ha influido en mi vida. Su ejemplo enriquece la existencia de todos aquellos que hemos tenido el privilegio de conocerle…

Chico nos miró y sonrió.

—¿Quién soy yo, mi hermano? En verdad, no soy nada. Ni siquiera, una mata de naranjas…

Las comparaciones de su poco valor son ya famosas. Sabemos que se ha comparado con un cisco, quizá por el Francisco, otrora con un burro y alguna que otra vez con una hormiguita, pero nunca supimos que se haya comparado con una mata de naranjas…

La lección de humildad era evidente.

La conversación continuaba en aquel ambiente seráfico cuando en dado momento le volvimos a preguntar:

— Chico, la gente por ahí habla que ya estamos entrando en un Mundo de Regeneración. Algunos dicen que esa transformación ya comenzó desde 1972, otros, que en el Tercer Milenio. Ahora bien, teniendo en cuenta la situación actual, el nivel moral de los encarnados, los crímenes e injusticias que se cometen a diario, etc., etc., todo ello, nos hace deducir que si Dios programó llegar con esta misma humanidad a un mundo de esa categoría, presumo que para transformar a toda esta gente harían falta, por lo menos, unos 50 mil años más. ¿Qué opina usted?

Chico se quedó pensando más de un minuto y luego contestó así: — Alipio, 50 mil años, es mucho tiempo… — e hizo otra larga pausa — quizás unos 20 mil años más…

La respuesta no admitía comentarios…

Hoy cuando has partido — querido Chico — celebramos tu ingreso a la Vida Mayor, y trataremos, salvando las distancias y muchas reencarnaciones, de seguir tu ejemplo de hombre bueno y generoso, pues nos brindaste tu amor y nos diste un bello retrato del hombre angelical del futuro, de lo que debemos ser cuando todos estemos evangelizados y podamos cantar aquel verso hindú:

“¡Libres al fin, para hacer la voluntad de Dios!”.

¡Y vivir felices y en paz!

En los 18 años que llevamos como Director del Anuario Espírita, en Español, nunca habíamos publicado nada en primera persona, manteniendo así, un prudente perfil bajo. Ahora la solemnidad de la desencarnación de este gran misionero, sustento moral de nuestro trabajo nos obliga a contar estas, cortas, sencillas y auténticas historias de Chico, verdadero espírita y abnegado Apóstol de Jesús, sabiendo que están desprovistas de cualquier valor literario, lo hacemos — pidiendo disculpas anticipadas a nuestros queridos lectores — como un pequeño homenaje a ese Ser maravilloso y noble, lleno de alegría y de esperanza, anhelando que se cumplan rápido los ciclos del hombre y que lleguemos todos algún día a la tan ansiada madurez espiritual.

El Anuario Espírita, su gran legado

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